"Olé, olé olé, Pratto, Pratto”, cantaba la hinchada de Vélez en el calentamiento del equipo al divisar al portentoso delantero. Banderas, cánticos, todo parecía una fiesta y mucho más cuando al minuto y medio de juego Lucas Janson entró solo por medio del área y definió de cabeza una jugada que él había arrancado por izquierda. Pura efectividad para literalmente salir del vestuario con el uno a cero a favor.

Con esa ventaja el dueño de casa intentó monopolizar la pelota, pero lo fue haciendo cada vez más cerca de su arquero. Cristian Zapata contestó de arriba a los seis minutos, a la salida de un corner, pero su cabezazo salió alto. Al ratito el colombiano se durmió en defensa, la perdió sobre la raya ante Guidara, pero el centro del lateral fue muy débil. Y el contraataque de lo que pudo ser el 2 a 0 fue letal. Vélez quedó mal parado y con un hueco por derecha que aprovechó el pibe Martegani para tirar un centro venenoso que Francisco Ortega empujó contra su propio arco. Empate sorpresivo en Liniers.

Igualmente el clásico 4-2-3-1 no se alteraba, mientras que la dupla interina Diego Monarriz y José Di Leo había apostado por un 4-4-2, con los mismos intérpretes que la fecha pasada habían superado a Godoy Cruz y frenado una racha de cuatro caídas en fila. Ortigoza, con 37 años, era el capitán y el cerebro del equipo visitante. Aunque a él y a Gordillo se le hacía difícil contener a Thiago Almada cuando se metía en sus espaldas.

Por esa zona, justamente, se filtró Janson, el más determinante del encuentro. El ex atacante de Tigre se fue cerrando desde su punta al medio y definió con un derechazo bajo, desde afuera del área, para estampar el 2-1 antes de la media hora de juego.

Aunque Vélez jugaba como sintiéndose superior, lucía dubitativo y endeble en defensa. Tanto era así que Hoyos debió sacarle un mano a mano a Uvita Fernández a los 36. Antes del final de la primera parte el que debió volar fue Torrico para sacarle un cabezazo a Mancuello, que antes también había estado cerca de marcar un golazo olímpico.

El complemento siguió con la misma tónica. Vélez intentado ser prolijo, aunque replegándose y permitiendo el adelantamiento de San Lorenzo. Más con amor propio y arremetidas individuales que con juego y asociaciones. Con el paso de los minutos el partido se fue picando e hizo ebullición en un corner en el que Flores empujó a Guidara y desató la trifulca. Hoyos y Di Santo estuvieron a manotazo limpio y tantos ellos como el defensor se llevaron la amonestación. Aunque el criterio para las tarjetas de Fernando Espinoza merecería un párrafo aparte.

El trámite estaba muy parejo y a falta de veinte Pellegrino no dudó en reemplazar a Janson y darle paso a la frescura de Orellano. Con su ingreso, Almada encontró un socio y Vélez volvió a llevar peligro. Sobre el final el que se lució fue nuevamente Lucas Hoyos, para evitar el empate del juvenil Alexis Sabella y desatar la fiesta. Porque después de siete años, el Fortín volvió a ganarle a San Lorenzo y porque lo hizo en su cancha después de una década. Un triunfo que, además, lo pone cada vez más cerca de clasificar a la próxima Copa Libertadores.