El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Nación fue el punto de encuentro para lo que queda del activismo disidente (des)organizado en CABA. La convocatoria la hizo el autodenominado “Espacio disidente a la lavada de cara oficial”, entre ellxs encontramos autoncovocadxs y activistas del Frente Docente Disidente, la Asamblea TTNB por la Salud Integral, las Feministas de Abya Yala, Sueños de Mariposas, Fútbol Militante, etc. Fueron llamativas las ausencias de sectores del activismo disidente que hemos conocido, como la Columna Orgullo en Lucha que durante la gestión de Macri y hasta el 2019 estuvo activando y convocando un espacio similar para quienes creemos que la disidencia (hoy vaciada de contenido y asimilada a la diversidad) no es solo sexual.

El llamamiento continuaba reconociendo esta situación política actual: “Ante la fragmentación de espacios de active y la banalización institucional de nuestras agendas, invitamos a construir un espacio de taller/asamblea que potencie el encuentro entre nuestras existencias disidentes y desobedientes para fortalecer el intercambio, profundizar discusiones, entramar lazos y redes, y después marchar.” De hecho en la apertura de la asamblea hubo quien mencionara las dificultades para encontrarse después del aislamiento social al que nos confinó la política sanitaria a causa del COVID, y la reactividad como primera respuesta y expresión común. A ese diagnóstico cabe agregar la pregunta ¿cuáles son los efectos que está teniendo en nosotrxs la subjetividad mediática? Ser influencer, competir con lx otrx a partir de la exaltación de la experiencia individual, pero no de cualquiera, solo la propia. Competencia que mide quién ha sufrido más, capitalizar ese dolor antes que sanarlo, tasarlo en reputación. Ese modo de la existencia que veníamos palpitando prepandemia pero que se tatuó a fuego durante el 2020 porque no podíamos fugarnos de la vida en redes sociales, ya que toda la socialización se gestionaba virtualmente ante la imposibilidad del encuentro corporal. ¿Cómo volvemos a pensar y construir lo común para hacerle frente al modo de vida que nos propone el momento actual del capitalismo y sus políticas extractivistas?

Basta de terricidio

Una de las consignas destacadas fue “La tierra no es solo una superficie” y en ese sentido, fue novedosa la ceremonia plurinacional que se realizó en el marco de la marcha del orgullo LGTB ante las puertas del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible que dirige Juan Cabandié para manifestarnos en contra de sus políticas ambientales extractivistas. La ceremonia estuvo encabezada por Adriana Guzmán Arroyo aymara, lesbiana e insumisa, Lolita Chávez líder y educadora comunitaria indígena maya k'iche', defensora de los derechos humanos y activista feminista exiliada de Guatemala y por Ivana Huenelaf mapuche tehuelche feminista. Tres descendientes de diferentes pueblos originarios se congregaron para celebrar un ritual de sanación que implicó la mezcla de los saberes de cada pueblo. El castellano fue la lengua elegida para celebrarlo, gesto político (no olvidemos que es la lengua de la colonización) para quienes estábamos presenciando y participando de aquel. En círculo dispusieron los sahumos, las frutas, invocaron al fuego, el aire, la tierra, el agua, danzaron, cantaron, terminando tramadxs en un abrazo caracol con las compañeras que están dispuestas a dar la vida en defensa de la tierra. De esta manera nos propusieron sanar nuestros cuerpos, mentes y territorios. Para Lolita Chávez la sanación se trata de una propuesta cósmica, política, feminista y popular, en vías a fortalecer la articulación entre los pueblos. No hablaban de identidades, tampoco de individualidades, sino de colectivos. Desde sus filosofías plantearon que el género es una imposición colonial: "La tierra no tiene géneros, lxs humanxs tampoco”. Al mismo tiempo oímos “Que ninguna lucha quede aislada” frase que no puede ser solo una consigna que convertimos en hashtag y, en ese sentido Ivana Huenelaf compartió la situación de represión y militarización en Puelmapu, territorio ancestral mapuche, en recuperación e hizo un llamado muy concreto a la comunidad LGBT de CABA para que acompañáramos la resistencia que están sosteniendo. Hace un mes y medio habitantes de Cuesta del Ternero (Río Negro) y la Lof Quemquemtrew están aisladxs, cercadxs por los retenes policiales, son permanentemente hostigadxs, no dan respiro ni a lxs niñxs del lugar, quienes al asistir a la escuela son tratadxs como terroristas, a empujones, gritos y golpes.

¿Así (des)cuidamos a las niñeces? ¿A ellxs quién(es) lxs cuidan? El Estado no permite que organizaciones ni individuos les lleven comida, agua ni otros víveres. A la vez que los medios masivos de comunicación de alcance nacional incitan una campaña de odio en contra del pueblo mapuche acusándolxs de “terrorismo” para justificar su persecución y represión. Historia tristemente conocida en la comarca andina, la gendarmería tiene un historial que no debemos olvidar, habiendo asesinado a Rafael Nahuel por la espalda. Y no perdamos de vista la historia de Santiago Maldonado, joven que estuvo desaparecido 78 días tras una represión ilegal de Gendarmería. Por nombrar solo dos casos de violencia institucional del año 2017.

En el país del Nunca Más, ejercitar la memoria es tarea cotidiana, porque aún gravitan sobre nosotrxs las heridas que dejaron las prácticas genocidas de la última dictadura cívico-militar-eclesiástico-empresarial. Porque el ejercicio sistemático de la violencia estatal es moneda corriente, recordar que no es un gendarme, sino toda la institución es clave para que eso no vuelva a suceder.

No solo no hemos tenido justicia en relación a estos asesinatos, sino que el premio para la ex ministra de seguridad Patricia Bullrich fue encabezar la presidencia del PRO y, peor aún, la sabemos con ansias de la presidencia nacional, candidateándose para el 2023.