PáginaI12 En Francia

Desde Cannes

El cine argentino vuelve este año por partida doble al Festival de Cannes, que comienza hoy su edición 70 aniversario bajo un operativo de seguridad más estricto que nunca, con la célebre Croisette prácticamente militarizada. En la sección competitiva Una cierta mirada –la segunda en importancia después de la competencia oficial– habrá dos películas nacionales a falta de una peleando por el favor del jurado presidido por la actriz Uma Kill Bill Thurman: La cordillera, tercer largometraje de Santiago Mitre, protagonizado por Ricardo Darín, y La novia del desierto, ópera prima a cuatro manos de Cecilia Atán y Valeria Pivato, con la actriz chilena Paulina García en el papel principal. 

La película del director de El estudiante, escrita en colaboración con Mariano Llinás (como La patota, el film inmediatamente anterior de Mitre, premiado aquí en Cannes 2015, en la Semana de la Crítica), propone a Darín como un hipotético presidente argentino enfrentado en una cumbre latinoamericana no sólo a los intereses cruzados de la región sino también a un conflicto familiar con su hija (interpretada por Dolores Fonzi). Se trata de una coproducción entre Argentina, España y Francia, rodada en Bariloche y Santiago de Chile y en la que participan también Erica Rivas, Gerardo Romano, el actor estadounidense Christian Slater y la actriz chilena García (haciendo doblete en la Croisette), como la presidenta de su país, anfitriona de esa peleada cumbre política en las cumbres andinas. No por nada La cordillera se titula The Summit para el mercado internacional.

Por su parte, La novia del desierto cuenta la historia de una mujer ya madura que se ve obligada a cambiar de vida, tras trabajar durante décadas como empleada doméstica en una casa en Buenos Aires. Debido a que la familia que la emplea decide vender la casa en que se aloja, el personaje interpretado por Paulina García (la recordada protagonista de Gloria, de Sebastián Lelio) queda a la deriva y acepta un trabajo en la provincia de San Juan, por lo cual debe abandonar su pequeño mundo seguro para transitar uno desconocido e imprevisible.  “Lo que más me sedujo del guion de esta película fue la historia sencilla de una mujer que viaja sin saber que el lugar a donde llega es ella misma”, afirmó García en relación al papel que le tocó encarnar en esta coproducción argentino-chilena, que cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile.

La presencia argentina en la sección oficial se completa con el cortometraje Pequeño manifiesto en contra del cine solemne, de Roberto Porta, en la competencia de la Cinéfondation, reservada para trabajos provenientes de todas las escuelas de cine del mundo, en este caso una producción de la Universidad del Cine que preside Manuel Antín. Según Porta, el corto surgió de “ver muchas películas pseudo-artísticas que terminan siendo muy parecidas entre sí. Las fórmulas no sólo están en Hollywood y, cuando algo funciona en festivales o con la crítica, también lo vemos reproducido mil veces”.

¿Y la competencia oficial, por el premio mayor, la Palma de Oro? Este año tiene como presidente del jurado a Pedro Almodóvar, lo que determinó que Zama, de Lucrecia Martel, no pudiera estar en concurso, en tanto el director de Julieta es el coproductor español de la película argentina. Junto a figuras tan disímiles como los intérpretes estadounidenses Jessica Chastain y Will Smith y la directora alemana Maren Ade, Almodóvar tendrá para evaluar 19 largometrajes, en su mayoría de directores consagrados, empezando por Michael Haneke, dos veces ganador de la Palme d’Or por La cinta blanca y Amour, y que ahora regresa con Happy End, protagonizada por Isabelle Huppert y Jean-Louis Trintignant. 

Otro que vuelve a la competencia oficial de Cannes es el estadounidense Todd Haynes, quien después de la extraordinaria Carol (2015), se presenta este año con Wonderstruck, basada en un libro de Brian Selznick (el autor de La invención de Hugo Cabret, que llevó al cine Martin Scorsese) y protagonizada por Julianne Moore y Michelle Williams. Otra reincidente que proviene del nuevo Hollywood es Sofia Coppola, quien con varias de sus películas anteriores estuvo en Cannes, dentro y fuera de la competencia. La directora de María Antonieta esta vez vuelve a participar del concurso por la Palma con The Beguiled, remake de El engaño (1971), uno de los mejores trabajos de Don Siegel con Clint Eastwood, aquí reemplazado por Colin Farrell como ese soldado sureño caído en las garras de un ominoso gineceo encabezado ahora por Kirsten Dunst, Elle Fanning y Nicole Kidman. 

Casi una rareza es la inclusión en competencia de Good Time, de los hermanos Joshua and Ben Safdie, unos cineastas ultraindependientes de Nueva York, que hasta ahora solamente habían estado en Cannes en la Quincena de los Realizadores y a quien este año el director del festival, Thierry Frémaux, les hizo un upgrade, seguramente teniendo en cuenta que la película tiene como protagonista a Robert Pattinson, en la piel de un psicópata asaltante de bancos.

Asia tiene tres nombres fuertes en concurso, entre ellos dos recurrentes, la japonesa Naomi Kawase, que vuelve con Hikari (Resplandor), y el prolífico coreano Hong-Sang soo, otro “abonado” como llama la prensa francesa a los habitués de Cannes, que tendrá en competencia Geu-hu (El día después) y, de yapa, fuera de concurso, Claire’s Camera, rodada el año pasado aquí mismo en la Croisette, nada menos que con Isabelle Huppert. El tercero en cuestión también es coreano, Bong Joon-ho: el autor de la estupenda The Host llega ahora por primera vez a Cannes con Okja, donde también hay otro monstruo, pero en apariencia más benigno.

Los locales tienen una presencia determinante este año en la pelea por la Palma, empezando por la ya citada película del austríaco Haneke, que es una producción francesa, lo mismo que las nuevas realizaciones de Robin Campillo (120 battements par minute), Jacques Doillon (con su biopic Rodin, protagonizada por Vincent Lindon), François Ozon (L’amant double) y Michel Hazanavicius, quien con Le Redoutable aporta su pequeña cuota de escándalo, en tanto trata sobre un episodio en la vida de Jean-Luc Godard, cuando durante el rodaje de La chinoise (1967), se enamoró y se casó con su protagonista, Anne Wiazemsky, de entonces apenas 17 años. “Una idea estúpida, muy estúpida”, calificó en su momento Godard al proyecto, cuando entró en rodaje. 

Si además se tiene en cuenta que los nuevos films del ucraniano Sergei Loznitsa y el sueco Ruben Östlund, también en competencia, tienen coproducción francesa, se diría que los locales se llevan la parte del león. Eso sin contar con que la película de apertura de esta noche, fuera de concurso, también es francesa: Les fantômes d’Ismaël, de Arnaud Desplechin, con Marion Cotillard y Charlotte Gainsbourg. 

Sin embargo, para los críticos y cinéfilos, los nombres más destacados del cine francés están este año en la sección paralela Quincena de los Realizadores. A partir de mañana jueves, en la Quinzaine estrenarán sus nuevas películas nada menos que Claire Denis (Un beau soleil intérieur, con Juliette Binoche y Gérard Depardieu), Philippe Garrel (L’amant d’un jour) y Bruno Dumont (el musical Jeannette, l’enfance de Jeanne d’Arc), acompañados por otros veteranos del cine internacional, como el estadounidense Abel Ferrara, el lituano Sharunas Bartas y el israelí Amos Gitai. En este sentido, debe decirse que la Quincena parece haber claudicado en su rol de descubridor de nuevos talentos para albergar, en cambio, aquellas películas que –por su radicalidad, quizás– deja afuera la competencia oficial. 

Una novedad este año en Cannes es el ingreso de la televisión al sanctasanctorum del cine. No sólo Netflix y Amazon están representados por su producción más reciente, lo que ya provocó un conflicto de intereses, al punto de que el festival debió modificar su reglamento para el 2018, indicando que sólo podrán participar de su competencia aquellas películas que tengan un estreno asegurado en salas de cine y no solamente en plataformas online. También habrá –como en la Berlinale y en Toronto–anticipo de series muy esperadas, como son las nuevas temporadas de Twin Peaks y Top of the Lake. La excusa, sin embargo, no podría ser mejor: tanto David Lynch como Jane Campion, sus respectivos realizadores, han sido ganadores en el pasado de sendas Palmas de Oro. Y si ahora tienen series en lugar de películas, Cannes les hace un lugar de excepción. 

Es que para los grandes nombres, Cannes siempre tiene lugar. Si no, que lo digan los veteranos maestros Claude Lanzmann (91 años), Agnès Varda (88) y Raymond Depardon (75), que presentarán sus más recientes documentales en estreno mundial, fuera de concurso. Un lujo que sólo Cannes puede darse.