Latinale, festival itinerante de poesía latinoamericana, celebra su edición número 15 desde Berlín con una programación enfocada en la traducibilidad y la reconfiguración de las lenguas. La autora y traductora Uljana Wolf inaugurará el miércoles este festival que en esta ocasión también se realizará en dos ciudades más de Alemania: Osnabrück y Fráncfort. Ya están en Berlín varios de los poetas invitados, entre los que se destacan beatriz rgb (Beatriz Regina Guimarães Barboza) y Ana Martins Marques de Brasil; Tania Favela y Xitlatitl Rodríguez de México; Jamila Medina Ríos de Cuba; Caro García Vautier y Milton López de Argentina; Julio Barco de Perú y Carlos Soto Román de Chile. Reconocidos traductores que han estudiado las obras de los invitados presentarán los poemas junto a los autores, como Michael Kegler, Odile Kennel, Silke Kleemann, Léonce Lupette, José F.A.Oliver y Nora Zapf.

“Latinale solo existe gracias a la instancia de la traducción”, subraya el poeta y traductor alemán Timo Berger, director artístico del festival junto con Rike Bolte. “Aunque hay un creciente número de alemanes que aprenden el castellano como segunda o tercera lengua extranjera, entre los lectores de poesía muy pocos pueden seguir una lectura poética. Entonces la versión alemana es una ayuda para seguir la lectura. O sea que transferimos o transplantamos los poemas que fueron escritos en castellano, en portugués o en una lengua originaria al idioma alemán para que el público de acá las pueda disfrutar como si fueran escritos en su lengua”. Bolte y Berger, creadores del Latinale, son traductores literarios. En cada edición del festival colaboran diez traductores. Pero hasta esta edición no habían puesto el foco en el trabajo de la traducción como la gran protagonista. “Nosotros creemos que la traducción es –como lo formula uno de los invitados de este año, el poeta andaluz-alemán José F. A. Oliver– ‘un segundo original’. Por eso hemos invitado a los traductores de los textos a que asistan al festival”, agrega Berger.

Habrá seis dúos de poetas con sus respectivos traductores que han seleccionado los poemas y definido el formato de la presentación: desde la lectura clásica hasta la performance, pasando por el uso de soporte técnico como audios pregrabados y videos. “Toda esta colaboración horizontal con poetas y traductores es una idea muy linda en el papel, pero en la práctica requiere muchísima más comunicación y tiempo. El resultado valdrá la pena”, asegura Berger y aclara que esta edición se pudo realizar porque Latinale ganó un presupuesto del Deutsche Übersetzerfonds (Fondo de Traducción Alemán). “La idea del gobierno alemán es brindar un apoyo extra para los actores en el campo cultural que han sufrido mucho porque no ha habido eventos o fueron con acceso restringido de público por la pandemia. En Alemania tuvimos el primer confinamiento a mitad de marzo del 2020, el segundo justo una semana antes de la edición del año pasado hasta mayo del 2021, recién en julio y agosto volvieron los eventos culturales y ahora estamos de vuelta delante de una escala de contagios alarmante y vaticinan un tercer confinamiento”, resume Berger la compleja situación sanitaria de Alemania que hará que la presencialidad de Latinale sea reducida y se pueda también seguir por streaming, por el canal de Youtube del Instituto Cervantes de Berlín.

“La instancia de la traducción es fascinante porque es el momento en que entra la innovación a la propia lengua", plantea Berger. En Alemania hay una larga tradición de la traducción empezando con Lutero pasando por los representantes del clasicismo alemán como Herder y Goethe y los escritores del romanticismo como August Wilhelm Schlegel”. Berger anticipa que la traductora alemana Uljana Wolf, que vivió varios años en Nueva York y traduce del inglés y el polaco, centrará su discurso de apertura en las distintas maneras de traducir poesía. Carlos Soto Román, traductor chileno que ha vivido también en los Estados Unidos, constata que faltan muchas traducciones en Chile de poesía de otros países y que muchos poetas destacados de Chile no están traducidos a otras lenguas. “Uljana demuestra cuán contaminadas están las lenguas occidentales entre sí y explota eso como un recurso en su propuesta de una traducción más libre y más lúdica. Carlos Soto Román le contesta desde un país en que hasta hoy en día se traduce muchos menos que, por ejemplo, en la Argentina –compara Berger-. Un país en que las editoriales no quieren asumir el riesgo de traducir autores extranjeros más allá de los bestsellers de Estados Unidos y en que las estructuras profesionales de formación de traductores y fomento de traducciones recién se están consolidando. Lo interesante es que Carlos Soto Román conecta la cuestión de la traducción con la lucha social y política actual en Chile: con la necesidad de comprender la literatura y la tradición literaria en la que escriben los poetas migrantes de Haití que se instalaron en los últimos años en Chile; y con las acciones del Colectivo Frank Ocean que acompañan las protestas con pancartas de poesía y traducciones de poesía. O sea, Carlos Soto Román nos recuerda el rol que la poesía puede cumplir en las luchas políticas, si uno la saca de su nicho cómodo de entretenimiento sofisticado para las élites culturales”.

Para Berger las innovaciones literarias, el trabajo con el material de la lengua, se percibe mucho más en la poesía que en la prosa. “Me gusta citar un poema de Sergio Raimondi, titulado ‘Blake, William’ en el que se pregunta si Blake era un poeta visionario que anticipaba futuros desarrollos, él vaticinaba también el futuro lenguaje, ¿o sea la forma de describir esas innovaciones? Para mí, eso puede ser una clave de entrada para indagar las relaciones entre poesía y utopía entendida como el no-lugar, lo que aún no existe, pero que se hace palpable en un artificio lingüístico que cada poema es a fin de cuentas”.