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Sábado, 22 de noviembre de 2008

EL FESTIVAL ITINERANTE LATINALE, DE POESíA LATINOAMERICANA

Voces que no entienden de fronteras

El evento, que se organiza como un recorrido entre las ciudades alemanas de Berlín, Bremen y Hallepar, busca, según el poeta y periodista Timo Berger, “que la palabra lírica salga de su nicho y establezca un diálogo con la realidad”.

 Por Silvina Friera

Timo Berger es un entusiasta poeta, periodista y traductor alemán que no para de concebir proyectos a dos puntas. Latinale es un festival itinerante de poesía latinoamericana que desde 2006 se desarrolla en diferentes ciudades alemanas, “para que la palabra lírica salga de su nicho y establezca un diálogo directo con la realidad política y la cotidianidad”, a través de lecturas, coloquios, talleres y proyecciones de películas, en español y en alemán. En esta tercera edición, los poetas Domingo de Ramos (Perú), Luis Felipe Fabre (México), Carolina Jobbágy (Argentina), Monserrat Alvarez (España), Yanko González (Chile), José Eugenio Sánchez (México), Julio Espinoza Guerra (Chile), Minerva Reynosa (México), Eduardo Mariño (Venezuela), Kattia Piñango Pinto (Venezuela), Rafael Muñoz Saya (Panamá), Diana Lichy (Venezuela), Rery Maldonado (Bolivia) y Gustavo López (Argentina), entre otros, recorrerán Berlín, Bremen y Halle con sus poemas, performances y películas.

Latinale se gestó en la Argentina por las ganas de “tres poetas desterrados”. Cuando en 2004 Berger se encontró con Cristian De Nápoli, argentina que recién regresaba de Finlandia, y Elizabeth Neira, chilena que entonces vivía en Buenos Aires, fueron a la Casa de la poesía a pedirle al amigo Washington Cucurto que organizara un recital de poesía. “Cucu nos miró incrédulo y nos dijo: ‘¿Por qué un recital? Vamos a armar un festival’, recuerda Berger a PáginaI12. Así nació la idea de Salida al mar, antecedente de Latinale. Los tres desterrados más Cucurto se fueron a una parrilla de Almagro, sobre Bulnes, y masticando tiras de asado fijaron las pautas y la estructura del festival. En esa primera edición de Salida al mar –nombre que se le ocurrió a Cucurto por el reclamo histórico de los bolivianos–, curiosamente no hubo poetas bolivianos invitados. “Más bien –aclara Berger– había una bocha de poetas chilenos que nos miraban mal por el nombre que elegimos, aunque estaban medio borrachos.”

Un año después, Berger volvió a la Argentina para organizar la segunda edición de Salida al mar y se encontró con Rike Bolte, catedrática de la Universidad Libre de Berlín, especialista en Literatura Latinoamericana. “Me dijo de una manera tan estrictamente prusiana, que no dejaba lugar para coartadas o huidas, que teníamos que armar algo así en Berlín. Con Rike se nos ocurrió que lo mejor sería ofrecer algo dinámico, un festival móvil que se desplaza de una ciudad a otra”, señala el autor de No soy gay, soy bi (Ediciones del Diego, 1999), Literatura Skin (Eloísa Cartonera, 2003), Sex and Sound (Eloísa Cartonera, 2004) y A cien cuadras del centro (Ediciones Vox, 2006). “La idea fue bien recibida y nos ganamos durante dos años el apoyo de una fundación muy importante, la Kulturstiftung des Bundes, una entidad estatal que gustaba de nuestra idea de llevar a los poetas latinoamericanos en micro por distintas ciudades de Alemania. Era como una gira de una banda de rock, o sea un bondi poético con Fabián Casas, Cucurto, Sergio Raimondi y todos los poetas locos de México, Chile, Brasil, Ecuador, Colombia hasta la República Dominicana, que llegaban a la Alemania profunda, los puebluchos donde tenían que leer sus textos delante de 40 o 50 personas.”

El énfasis puesto en América latina viene del interés de Berger y Rike, organizadores de Latinale, por las obras que se están produciendo en esta parte del mundo. “Queríamos trabajar con los poetas, leer, festejar y reírnos. Esa era la idea. De ahí que se dio la necesidad de limitarlo a una esfera lingüística. Hoy en día la gente que escribe poesía se conoce, se lee. Y en esto tienen que ver mucho los blogs y las antologías virtuales como Selecciones afectivas, que tiene ediciones en casi todos los países de América latina”, precisa Berger, que tradujo al alemán a Cecilia Pavón, a Cucurto, a Raimondi y a Casas, entre otros. “Mientras los políticos hablan de poner más énfasis en las relaciones multilaterales entre los países del Hemisferio Sur, ese movimiento lo pusieron en práctica los poetas, que están creando un especie de comunidad latinoamericana de poesía que abarca desde los poetas boricuas de Nueva York hasta los poetas que mezclan mapudongo con castellano en el sur de Chile –explica el poeta alemán–. Una vez lo dije así: un verso que una poeta de Tijuana postea hoy en un blog, unas horas más tarde ya puede haber inspirado a un poeta de Tierra del Fuego. Lo que tenemos hoy es una integración regional desde las bases.”

Los poetas, al crear esas redes, “promueven alternativas al mercado globalizado y dominado por las grandes editoriales y establecen otras redes de comunicación e intercambio de bienes culturales”, subraya Berger. “Me interesa mucho lo que hacen en Tijuana, en ciudad Juárez, gente como Amaranta Caballero Prado, Minerva Reynosa, Jennifer Adcock, que escriben desde la frontera, sobre las fronteras políticas, de género, de lenguas; escriben en spanglish o mezclan escena de b-movies con citas de la alta cultura. Son la respuesta mexicana a Quentin Tarantino –compara–. Lo interesante es el surgimiento de una poesía más consciente de sus herramientas y de que al escribirse se vuelve parte de la realidad misma, del texto que subyace, y de alguna forma acuna nuestro decir y entender: el pensamiento y el idioma. Una persona muy ejemplar es el poeta Sergio Raimondi, autor de Poesía civil, que en este momento está con una obra de dimensiones sobrehumanas, escribiendo poemas que aportan a lo que en el futuro podrá ser un diccionario crítico de la lengua. El toma palabras, nociones, conceptos y los lee como metáforas que revelan conexiones entre cosas que a primera vista no tienen mucho o nada que ver.” De los invitados a esta edición de Latinale, Berger pone el énfasis en la obra de la poeta venezolana Ka-ttia Piñango Pinto, que trabaja en los barrios más pobres de su país. “Ella busca una escritura que le devuelva la dignidad a la gente, hablando desde su perspectiva sobre las cosas tremendas que pasan en esos barrios. De alguna forma, es una búsqueda de la voz del otro. Es discutible hasta qué punto funciona, pero es interesante.”

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Timo Berger se propuso dar a conocer a los poetas latinoamericanos en Europa.
 
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