En julio de este año el gobierno chino prohibió que las instituciones de educación complementaria sobre contenidos obligatorios tengan fines de lucro. La decisión da una golpe mortal a un negocio millonario que lleva décadas creciendo gracias a la intensa competencia entre los y las jóvenes por entrar a las mejores universidades del país. ¿Cómo se explica una decisión que, al menos desde Occidente, cuesta comprender? ¿Cuál es el peso de las finanzas en el sector educativo?

Para responder estas preguntas es necesario hacer un poco de historia y analizar un proceso que involucra tradiciones culturales, el lugar que tiene la educación en China, cómo eso se traduce en un esfuerzo económico enorme para las familias, presión para los y las estudiantes y cómo algunas corporaciones se introducen con fuerza en este marco para hacer su negocio.

Desde 1990, se multiplican las instituciones que preparan estudiantes para dar los exámenes que determinarán sus posibilidades de acceder a las distintas universidades y, por lo tanto, buena parte de su posición social futura. 

En 2006 los primeros institutos dedicados a la enseñanza de inglés comenzaron a cotizar en la bolsa de Nueva York y luego lo siguieron otros de distintas disciplinas. Hace unos meses ya eran veinticuatro los que ofrecían sus acciones en mercados bursátiles de China y los Estados Unidos.

Números

Los números de este país siempre impresionan y explican porqué lo que en otras partes resulta un negocio marginal, en China se transforma en un tentador mercado internacional. Según un informe de la Tricontinental hay más de 320 millones de estudiantes matriculados en instituciones privadas que brindan clases de apoyo sobre temáticas curriculares.

Cerca de once millones de jóvenes dieron los exámenes de ingreso a la Universidad el último año y un 80 por ciento lo aprobó, pero sólo el 10 por ciento logró hacerlo en las instituciones más prestigiosas, las que garantizan un reconocimiento laboral futuro. 

Así, en 2019 la industria alcanzó  un volumen de 120.000 millones de dólares. Según un estudio de la Universidad de Beijing, los gastos privados en educación preescolar y básica representaban casi 2,5 por ciento del PIB en 2016.

Es en este contexto que el Ministerio de Educación chino decidió intervenir en un mercado "secuestrado por el capital" que exige económicamente a las familias y pone al límite a los estudiantes.

Disciplinar a las corporaciones

Esta medida se vincula con otras del gobierno chino para disciplinar a las grandes corporaciones tecnológicas que amagan cortarse solas en su crecimiento económico.

En 2017, en el Congreso del Partido Comunista, el presidente Xi Jinping decía: "El principal problema es que nuestro crecimiento es desequilibrado e inadecuado. Esto se ha convertido en el principal factor de restricción para satisfacer las crecientes necesidades de la población de una vida mejor". Desde entonces se incrementaron las medidas para poner un techo a las ganancias de las corporaciones.

Una de los casos testigo más conocidos es el de Alibaba, el Amazon chino, que estaba armando su sistema financiero paralelo y favoreciendo el endeudamiento de la población. El correctivo llegó cuando su fundador, Jack Ma, desafió a los bancos nacionales. Poco después se anunciaron controles y multas. 

Desde entonces Alibaba y también Tencent, Didi, Bytedance y otros gigantes tecnológicos suman donaciones para reducir la desigualdad en el país. Otro de los problemas que el gobierno chino ve en el crecimiento de estas corporaciones es que una sola empresa puede alcanzar un peso capaz de afectar con su inestabilidad al resto de la economía, como ocurrió hace unos meses con Evergrande.

Ingreso a las universidades

El atractivo económico del ámbito educativo se da porque muchas familias dedican porcentajes significativos de sus ingresos a la educación complementaria, monto que varía mucho entre áreas urbanas y rurales y entre las distintas regiones. 

El sistema educativo chino es mayormente estatal pero cerca del 35% de las escuelas son privadas, su número viene creciendo y, una vez más, la oferta varía mucho por regiones. Este tipo de desigualdad fundada en la disponibilidad de recursos financieros, culturales y de ofertas educativas es, justamente, uno de los blancos atacado por el Gobierno en los últimos años.

Por otro lado, la ambición por entrar a las mejores universidades hace que muchas familias terminen con deudas. El resultado es aún más presión sobre niños, niñas y adolescentes que, en caso de no acceder a ellas, pueden dejar a las familias con deudas significativas. 

La educación universitaria en sí es relativamente barata: entre 300 y 1900 dolares anuales según la carrera, si son instituciones públicas o privadas y otras variables. El problema es el camino para llegar hasta ellas.

Las corporaciones educativas acataron las decisiones del Gobierno. Una de las empresas educativas más grandes, New Oriental Education & Technology Group, anunció hace días que donará 80.000 escritorios escolares que ya no necesitará y se reconvertirá para ofrecer productos agrícolas.

La salud de los niños

El deseo de progreso social y las expectativas familiares empujan a los niños a iniciar sus estudios extraescolares con apenas seis años. Actividades como piano, matemáticas o ajedrez son frecuentes y pueden sumar unas veinte horas de actividades semanales.

Según el informe de la Tricontinental, "levantarse a las 6:40 e ir a la cama a las 22:30, seis días por semana, se tornó común entre los niños chinos y el 67 por ciento de los alumnos de enseñanza primaria y secundaria no cubre sus necesidades de sueño".

La educación es prioritaria en esta sociedad. Para el confucianismo es lo que permite el desenvolvimiento del carácter individual y del bien social. En 2021 cerca de once millones de estudiantes dieron los seis exámenes, conocidos como "gaokao", a lo largo de tres días. En esas jornadas se pide a la población que no haga ruido en la zona para que los estudiantes estén tranquilos y a veces se decreta asueto para reducir el tráfico, sobre todo para no demorar a quienes vienen de más lejos. 

Quienes diseñan el examen están totalmente aislados durante un mes y cualquier filtración es castigada con severidad. Las medidas de seguridad durante los tres días son muy estrictas y el castigo para quien es detectado haciendo trampa es muy grande. De hecho, en estos últimos años muchas instituciones recibieron denuncias por ventas de notas o exámenes que llevaron al cobro de multas y sanciones.

Aproximadamente el 10 por ciento de los estudiantes logra ingresar a una de las cien universidades más prestigiosas, otro 70 por ciento accede a otras y un 20 por ciento queda afuera y puede elegir entre educación terciaria o trabajar. En 1990 sólo un 21 por ciento de los que se presentaban accedía a una universidad. La diferencia entre instituciones se ve rápidamente en los ingresos. Un egresado de las mejores universidades tiene un sueldo inicial promedio de unos 1600 dólares al mes, el cuádruple del ingreso promedio en China.

Regular el capital

Para reducir la presión sobre estudiantes y familias se creó una política de "doble reducción" que no es sólo económica, sino que también prohíbe la enseñanza curricular en los fines de semana y pide a los profesores que reduzcan la cantidad de tareas para el hogar. Las escuelas públicas también extendieron los horarios con actividades artísticas y deportivas para apoyar a los padres que trabajan.

El Ministerio de Educación aseguró que la alta frecuencia y dificultad de los exámenes y el énfasis en los resultados "perjudica en cuerpo y alma a los alumnos". Por eso se decidió dejar de publicar los listados con las puntuaciones. 

Según una encuesta reciente el 97 por ciento de las familias apoya la doble reducción. La medida va en línea con otras como la prohibición para los y las menores de 18 años de jugar videojuegos en red durante la semana y sólo una hora los fines de semana y feriados.

Para Tings Chak, Coordinadora del Departamento de Arte de la Tricontinental, autora del informe mencionado y miembro del Colectivo de Noticias Dongsheng, "en el corazón de las medidas del Gobierno para regular la 'desordenada expansión del capital' está la lucha contra la desigualdad. La revisión de este tipo de educación viene junto con otras medidas que regulan el tiempo en videojuegos, deportes y exámenes en las escuelas que buscan proteger el bienestar de la juventud china. El sistema universitario chino es mayoritariamente público y las instituciones públicas son consideradas las mejores. Dicho esto, menos del 10 por ciento de los más de diez millones de estudiantes que dan el examen para entrar a las universidades (el "gaokao") pueden entrar al grupo de las mejores universidades, por lo que la competencia es extremadamente alta".

Este tipo de postales sobre decisiones que se implementan con celeridad y afectan directamente a la vida de millones de personas causan sorpresa a los ojos occidentales. Las medidas hablan de un proyecto que no es sólo económico sino que tiene una complejidad, alcance y velocidad que da vértigo.