Está el lugar, el horario, el árbitro -Patricio Loustau- y el clima adecuado. Se palpita el pulso de las dos hinchadas y el sold out de las boleterías. La final entre Tigre y Barracas Central por el ascenso a Primera División, después de la novelita por la locación y la cantidad de entradas, espera el pitazo inicial y se consume en un mar de nervios. El club que preside Matías Tapia (hijo de Claudio “Chiqui” Tapia, actual presidente de la Asociación del Fútbol Argentino), buscará este lunes desde las 21.10 (televisación de TyC Sports) hacer historia en el estadio Florencio Sola y anotarse por primera vez en la elite del fútbol profesional. Por el lado del equipo de Victoria, la intención es coronar una campaña que a lo largo de toda la competencia se mantuvo de regular para arriba y volver a toparse con River y Boca.

“Una familia, un equipo, un sueño”, dice la bandera rojiblanca que luce el plantel de Barracas para la foto. Pero la previa, de la previa, es la polémica que envuelve al conjunto barraqueño. A principios de este mes empezó a circular por whatsapp y redes sociales, un video que resume varias jugadas que ponen el acento en decisiones arbitrales que favorecieron a “El Guapo”: penales a favor, penales en contra no cobrados... La máxima fue la creación del hashtag que terminó en remeras e incentivó un nuevo código en el ascenso: #PenalParaBarracas. Esto puso al equipo de Tapia en el ojo de la tormenta y la conclusión con la que se intenta ponerle cerrojo a la competencia es que “está todo arreglado”.

"Todos los equipos rivales juegan mal predispuestos con nosotros. Se sienten robados antes de empezar los partidos. No me voy a hacer el gil. De los nueve penales que nos dieron, siete fueron penalazos, y me quedo corto que no les pusieron roja a los infractores. De los dos penales que supuestamente no fueron, el de Ferro y Madryn, que fue un piletazo de Valenzuela. ¿Sabés cómo terminó el partido? Cero a cero porque lo pateamos afuera. No necesitamos de ningún penal para ganar o para empatar un partido que vamos perdiendo", fue el descargo que hizo Rodolfo De Paoli, técnico de Barracas, hace unas semanas.

A la espera del resultado final entre El Matador y El Guapo, un repaso por el historial. Según los números, se volverán a enfrentar de manera oficial después de 76 años. La última vez que lo hicieron fue en diciembre de 1945, en el viejo torneo de la Primera B, y los de Victoria se impusieron por 5-2, en condición de visitante. En la general, los números reflejan una pequeña ventaja en favor de Tigre, que ganó 7 partidos, mientras que Barracas se impuso en 5 y hubo 3 empates. Las expectativas crecen por ver quién se anotará un nuevo triunfo. El choque en este marco actual, pese a todas las irregularidades que en estos días se convirtieron en la antesala del encuentro, debería poner como únicos protagonistas a los jugadores y dejar afuera – parafraseando un termino que usó Pablo Vico, técnico de Brown de Adrogué – cualquier expresión que derive en sospechas de “cosas raras”.

Detrás de todo esto, hay un partido que espera. Hinchas que se ilusionan y que van a trasladarse para ver a sus equipos. Si bien la polémica ha provocado fuertes turbulencias, la pelota debería rodar dentro de la cancha y mantener protegida la alegría de una competencia leal. “La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía”, explicó Eduardo Galeano en "El fútbol a sol y sombra".