La radicalización de la violencia discursiva en la derecha no es algo nuevo. Sin embargo, la exacerbación de discursos extremos volvieron de la mano de personajes como Javier Milei y José Luís Espert para representar un odio de clase que se retroalimenta a través de las redes sociales.

En estos últimos meses se hizo evidente el retorno a las históricas discriminaciones, hostilidades e intolerancias que comenzaron a estructurarse en torno a problemáticas que creíamos resueltas. El odio, como discurso social, viene de yapa con la neoradicalización de las derechas con una retórica de posverdad, que interpela, aglutina, moviliza, tiene vidriera mediática y fue capaz de sacar el 17% de los votos en la Ciudad de Buenos Aires.

Un ejemplo del odio que caracteriza a este sector lo vemos en la crueldad con la que históricamente se representó a los sectores populares y que cobraron fuerza en las redes sociales, en especial, en los comentarios de Twitter y Tik Tok. La que más nos llamó la atención fue la vuelta de la falacia de que “los pobres se llenan de pibes para vivir de planes sociales”.

Si bien pensábamos que estas discusiones habían quedado saldadas, los discursos de odio vuelven para crear un clima plagado de mentiras contra los últimos de la fila. Por ello, utilizaremos las próximas líneas para ejemplificar los ingresos máximos a los que una familia puede acceder haciendo uso de todas las ayudas del Estado para derribar así las especulaciones que flotan en el sentido común.

Tomaremos como caso hipotético una familia —compuesta por dos adultos y cinco menores— que percibe todos los planes sociales compatibles alcanzando el máximo de ingresos: el Potenciar Trabajo Doble, la Tarjeta Alimentar y la AUH (Asignación Universal por Hijo). Tomamos como referencia cinco hijos ya que la escala de beneficiarios de la asignación finaliza en esta cantidad y en menores de 18 años. La cobra solo uno de los padres ―siempre priorizando a la mamá―, el 80% se recibe mensualmente y para percibir el 20% restante se debe presentar una vez por año la Libreta de Asignación Universal que detalla la situación laboral del adulto responsable, acredita la asistencia del niño a la escuela, certifica los controles de salud y documenta que el niño recibió las vacunas correspondientes.

La AUH en la Provincia de Buenos Aires asciende a $6.582, de manera que de tener cinco hijos los ingresos que recibe el hogar son de $32.910. El Potenciar Trabajo corresponde a un programa de articulación en las y los trabajadores con el entramado productivo local, de manera que por una jornada laboral de cinco horas diarias perciben del Ministerio de Desarrollo Social el 50% del Salario Mínimo Vital y Móvil, que hoy asciende a $32.000. Bajo algunas circunstancias se cobra el 100% al cual se le llama “Potenciar Doble”, que es lo que vamos a suponer en este caso. En lo que respecta a los ingresos por la Tarjeta Alimentar los mismos toman un valor de $12.000 cuando la familia tiene tres hijos o más. De esta manera, los ingresos percibidos por ayudas del Gobierno son de $76.910 en familias como el caso que tomamos de ejemplo.

Por otro lado, para calcular la línea de pobreza para este hogar de acuerdo a la metodología utilizada por el INDEC necesitamos hacer algunos supuestos más sobre la conformación del hogar.

Imaginemos un hogar con un padre de 48 años, una madre de 45 años, con tres hijos varones de 4, 15 y 16 años, y dos hijas mujeres de 9 y 13 años. Si consideramos que la canasta básica de octubre 2021 para la Provincia de Buenos Aires es de $ 23.419,19 el hogar requiere $135.831,30 para no ser considerado pobre.

La brecha entre los ingresos y la línea de pobreza es amplia, pero las medidas abordadas por el Gobierno son un importante alivio a la pobreza y están condicionadas a cumplir con la educación y vacunación obligatoria o trabajar para poder recibirlas, con el fin de generar un círculo virtuoso en relación a ellas. Para fortalecer el círculo virtuoso, el Gobierno nacional determinó la posibilidad de blanquear sin que pierdan las ayudas sociales a aquellos trabajadores y trabajadoras que se encontraban trabajando pero de manera precarizada para no dejar de percibir los ingresos provenientes de los planes.

Claramente, no hay personas que deseen la existencia de planes sociales. El deseo de la desaparición de la ayuda social va motivado a que ya no sea necesaria, que cada hogar pueda contar con un trabajo genuino y de calidad, su casa propia y la capacidad económica para garantizar la satisfacción de las necesidades.

Mientras tanto, es fundamental combatir esos discursos de odio que vienen de la mano de estas derechas y que encuentra la génesis de todos los males en la matriz ideológica que estigmatiza a los vulnerables. Ayer como hoy, la terminología “cabecitas negras”, “grasitas” o “planeros” se sigue utilizando para descalificar a los beneficiarios de estas políticas progresivas. Esto sucede porque la derecha no se contenta con excluirlos. Su obra cúlmine se concretará cuando todos justifiquen su exclusión como consecuencia de estas representaciones cargadas de odio y diseminadas gracias a la capacidad de modular la propaganda a través de las redes sociales.

* Magíster en Comunicación.

** Licenciada en Economía.