“Acá está, esta es la única arma que usaba mi hijo”, dijo Cintia López, la mamá de Lucas González y, emocionada, mostró unos botines de fútbol a la multitud que la escuchaba, frente al Palacio de Tribunales. Eran casi las ocho de la noche del lunes. En esa plaza, y frente al escenario que se armó durante la tarde, miles de personas aplaudían sus palabras, y la acompañaban. Así concluían los discursos, en el acto en reclamo de justicia por el crimen de Lucas González, hace una semana, a manos de una brigada policial de la ciudad de Buenos Aires.

Luego de las palabras de la mamá de Lucas, Gregorio Dalbón, el abogado de las familias --la de Lucas, y las de los tres amigos que iban con él en el coche que baleó la policía--, pidió hacer un minuto de silencio. Y levantar las velas con que los presentes acompañaron el evento. “Por los sueños de Lucas y de todos los chicos que quieren tener una vida digna, jugar al fútbol, simplemente --dijo el abogado--, para que el alma de Lucas se eleve”.

Un silencio protector, aun en el desasosiego que implica la muerte, recorrió los rostros de las personas que miraban al palco y al cielo, desde los canteros y los caminos de esa plaza tomada por fotos de adolescentes asesinados en casos de gatillo fácil. Las pancartas con sus rostros también se elevaron. Y sus nombres, junto al de Lucas González, gritado a todo pulmón, le daban el cierre a una jornada emotiva, y de alta conciencia ciudadana.

Las banderas argentinas sobre los hombros de los jóvenes de gorra, y los niños dormidos en brazos de sus madres, muchas chicas jóvenes, muchos jóvenes con camisetas de fútbol. El grupo que llegó a la plaza a las 19, en varios micros y autos particulares, venía de Florencio Varela, de Quilmes, de Bernal. Fueron convocados por familiares y amigos de Lucas. Querían estar en el reclamo de justicia.

La madre de Lucas pidió “prisión perpetua” para los tres policías que participaron del hecho porque “tiraron a matar”. Habló después de Mario “Peka” González, el papá de Lucas. Fueron los principales oradores del acto y exigieron justicia, reclamaron que los policías detenidos --Gabriel Isassi, José Nievas y Fabián López--, sean “condenados a prisión perpetua” y pidieron que “no existan más casos como el de Lucas”.

“¡Nunca más un Lucas!” repetían las madres de otros adolescentes asesinados por la policía. Nora Torres, la mamá de Elías Balza, explicaba a Página/12: “Todos estamos acá con el mismo dolor, contra las causas armadas y las pruebas que se borran, hoy todos somos la voz y las manos y los pies de Lucas, y de todos los chicos víctimas de gatillo fácil, por eso estamos acá”, sostuvo, con su cartel en la mano y su bandera argentina.

Desde el escenario, a partir de las palabras de presentación de Dalbón, hablaron los padres de los otros adolescentes que iban con Lucas en ese vehículo el día del ataque. Luego hablaron los jóvenes que lo acompañaban. Todos con remeras blancas con foto de Lucas y el reclamo: “Justicia por Lucas” al frente. En la espalda, una declaración de principios: “Mi cara, mi ropa y mi barrio no son delito”. Todos agradecieron la compañía solidaria “de los vecinos, de los amigos, de los compañeros del fútbol, de los distintos clubes”, en los que Lucas tuvo participación deportiva. El padre de Lucas fue terminante: “No queremos venganza, buscamos justicia”.

Lo mismo aseguraba poco antes del comienzo del acto Edgardo Orellano, el papá de Carlos “Bocacha” Orellano, quien murió en Rosario, el 24 de febrero de 2020. “Lo único que asegura que haya justicia es la movilización, todo lo que pudimos avanzar en la causa de nuestro hijo es por la movilización, por eso vinimos”, afirma.

“Si uno se queda mirando la cosa por televisión, se compra la versión de los que encubren y mienten, como los que dijeron al principio que estos chicos eran delincuentes”, detalló Edgardo. Y planteó una diferencia: “tenemos que exigir que se haga justicia a los políticos porque a ellos los votamos nosotros, son los únicos que elegimos nosotros. Los jueces son vitalicios y la policía responde a los peores negociados que hay: drogas, prostitución, el juego, ahí están, en todo lo ilegal”, sostuvo Edgardo, mientras las luces de la plaza comenzaban a encenderse y subían al palco los familiares y amigos de Lucas.

Ya desde las cinco de la tarde, cientos de personas se habían concentraron frente a los tribunales porteños para participar de la manifestación en reclamo de Justicia por el crimen del adolescente. Venían de Claypole, de Varela, de González Catán, del centro porteño. “Por Lucas --explicaba Jésica y mecía el carrito donde dormitaba su hijo Ulises de tres meses--, y porque fue una injusticia, no tiene que quedar impune”.

Esa era la percepción generalizada en el acto. “Estos chicos salen a buscar sus sueños, y estos delincuentes que trabajan con ropa de policía se los arrebataron, no puede quedar impune”, sostuvo el padre de uno de los adolescentes que sobrevivió al ataque de los policías en el barrio de Barracas, al comenzar los discursos.

Entre la participación de cada uno de los padres, y de los tres adolescentes, el abogado del caso se ocupó de señalar que no estaban ahí por “cuestiones políticas”. También sostuvo con insistencia: "todos somos iguales ante la ley", y eso se repitió varias veces desde el escenario. “Acá no existen banderas políticas, son chicos que jugaban al fútbol, y que pasaron de ser acusados a ser víctimas cuando nosotros pudimos hablar”, dijo otro de los padres, agradeciendo al periodismo “que nos supo escuchar”, explicó.

También hubo un momento para la reflexión. Ante la consigna que colmó la plaza al iniciarse el acto --“La gorra hija de puta, la tiene que pagar”--, Dalbón pidió mesura: “no son todos los policías iguales” afirmó. La gente lo aplaudió. Se lo escuchaba con atención desde la plaza. Luego, el abogado advirtió que ya había pedido al Consejo de la Magistratura "que sea apartado de su cargo" el juez que trató a los adolescentes de “delincuentes”. Y la gente otra vez aplaudió. 

Los tres adolescentes agradecieron, a su turno, a todos los que llegaron a acompañarlos. Julián, que manejaba el Volkswagen Suran, entre sollozos lamentó la pérdida de su amigo, antes de preguntar: “¿Por qué los que tenían que protegernos nos atacaron?”. Joaquín dijo que veía en la gente que los acompañaba esa tarde “la recompensa por mi amigo que ya no está”. Luego sostuvo que se iba a encargar de cumplir los sueños que Lucas no pudo concretar porque "¡se vive de los sueños!".

 

El tercer joven, Niven Huanca, explicó: “Todos tenemos un sueño, el nuestro es jugar al fútbol para mantener a nuestras familias, y eso, no nos dejan hacer. ¡Por eso pedimos justicia por Lucas!”. Sus palabras fueron en sintonía con las del padre de Lucas González, quien señaló: “Somos gente humilde, villera y trabajadora, todos somos buena gente, de Varela. ¡Aguante Varela!”, se le escuchó decir antes de los aplausos cerrados, y los cánticos que volvían a reclamar justicia.   

Para el cierre, la mamá de Lucas lamentó los pequeños actos cotidianos que "ya no voy a tener". "Lo último que me dijo es que le haga empanadas para ver jugar a la Selección".  Luego contó cómo supo del ataque: "Lo escuché en televisión, y no le di importancia porque hablaban de delincuentes --dijo--, y mi hijo no era un delincuente", concluyó.