Un equipo de técnicos e investigadores del CONICET y la Universidad Nacional de Salta (UNSA) recibió la aprobación por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación para avanzar en un proyecto que propone desarrollar sistemas de purificación de flúor y arsénico en agua destinada al consumo humano en la localidad de Rivadavia, y que contempla el uso de energía solar ante la carencia de redes eléctricas en la zona.

El pueblo, habitado por criollos que se dedican a la ganadería en baja escala y por familias de etnias originales, mayoritariamente Wichi, es un paraje en el norte salteño de muy complejo acceso. De hecho, está en marcha la construcción de una ruta que garantice un ingreso normal dado que es una región con caminos no consolidados, de arena batida, que suelen ser intransitables en épocas de lluvia.

La tecnología planteada, simple y de bajo costo, utiliza recursos de la zona y puede ser mantenida por los pobladores sin necesidad de apoyo externo frecuente. Su objetivo es claro: disminuir la incidencia de enfermedades originadas por la presencia de flúor y fundamentalmente de arsénico, incluyendo varios tipos de cáncer (piel, pulmón, vejiga, hígado, riñón y próstata), patologías perinatales o efectos neurológicos/gastrointestinales.

“La población está muy consciente del problema que tiene. Si bien cuenta con pozos que están al lado de las escuelas, el agua está contaminada naturalmente con arsénico. Hay muchas personas en el pueblo que ya presentan manchas en las manos y en las plantas de los pies que con el tiempo evolucionan a cáncer”, alertó al Suplemento Universidad Mónica Farfán Torres, directora del Instituto de Investigaciones para la Industria Química (INIQUI) y docente en la UNSA desde hace 43 años.

En ese marco, explicó que la propuesta incluye la producción de carbón activado, que se usa para la purificación de agua potable tanto a nivel público como doméstico, y la utilización de tres tanques de agua con medidas específicas.

“El primero de ellos está lleno con piedra de canto rodado, arena y una capa de alguna fuente de hierro, permitiendo así que el arsénico presente en el agua que ingresa por una bomba quede retenido”, puntualizó quién es profesora titular de la materia Fundamentos de Química I.

Ya en el segundo tanque, que posee en su interior arena y carbón activado, se retiene el flúor. “Es un elemento también muy presente en la zona, visible comúnmente en los más chiquitos que tienen los dientes manchados de marrón”, agregó Farfán Torres.

Finalmente, el agua libre de contaminantes es depositada en un tercer tanque que contiene una pequeña bomba para dosificar el hipoclorito de sodio, es decir, que actúa como desinfectante y permite así el consumo humano.

Entre las aristas novedosas del proyecto, que tendrá un monto a ejecutar superior a los $6.000.000, se destaca la utilización de una energía renovable. “Para que las bombas funcionen se requiere de algún tipo de energía, y como en el pueblo no hay electricidad se utilizaba combustible, que en algún momento se acaba. Por ese motivo vamos a alimentarlas con paneles solares”, destacó la investigadora.

A la espera de que finalicen las obras para el normal acceso a Rivadavia, Farfán ponderó el rol de la UNSA en la elaboración de proyectos que atacan problemáticas regionales “como la desnutrición, el acceso al agua y a desarrollos agrícolas sustentables”.

“Desde la creación de la universidad intentamos brindar respuestas a lo que nos pide la sociedad. Celebramos a su vez la decisión política por parte del Gobierno nacional de volver a apostar por el financiamiento de proyectos científicos que permitan mejorar la calidad de vida de las personas”, evaluó.