La música de Javiera Mena recorre países y públicos, ahora felizmente de nuevo en los escenarios, con adelanto de álbum –el EP I. Entusiasmo–, single flamante –“Culpa”–, y la ratificación de su voz y arte como estandartes de los movimientos feministas y LGTBI+ en Latinoamérica. La artista chilena, nominada al Latin Grammy, se presenta hoy a las 20 en La Sala de las Artes (Suipacha y Güemes) en el marco de una gira que incluye a Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y adelanta que “será un show bien bailable, con el que voy a repasar mi carrera. Tengo un trío con dos chicas, una baterista y una multiinstrumentista. Será un espectáculo con muchos matices diferentes, que pueden ir de una súper balada a un súper dance”.

Javiera Mena es hoy una referente del denominado electropop queer, de trayectoria internacional y temprano despegue de su país de origen. “Chile es un país aislado y muy pequeñito en relación a la escena y la música que quería hacer, y sentí que no iba a poder vivir de esto y tener una carrera sustentable si me quedaba. En 2000 fui a Argentina por primera vez, después a México, pero por el hecho de ser chilena sabía que tenía que ser un poco gitana, en el sentido de estar moviéndome; no fue algo premeditado sino una corazonada que me empezó a hacer salir y salir”, comenta la música a Rosario/12.

“Es muy típico de los artistas chilenos, en algún momento tienen que pegarse el viaje del héroe para otro lado. Creo que en Argentina no pasa eso, es un país tan grande que puedes desarrollar una carrera, con una cultura propia que se valora; pero aquí, en Chile, a veces no somos tan orgullosos de nuestra propia cultura, tienen que valorarte afuera para que te valoren adentro. Tótila Albert, escultor y poeta increíble, terminó tirando sus obras por la ventana porque no había pagado la renta, tenemos una tradición injusta con nuestros artistas. También porque tenemos una dictadura muy larga y por cómo se fue generando el país, con una elite muy conservadora que no abraza mucho la cultura”, prosigue.

-“Que la vida nos libere de la maldita culpa”, dice tu canción, la relación con el catolicismo parece insoslayable.

-Mi familia es católica; o sea, mi abuelo era profesor de un colegio católico y mi padre fue acólito, a pesar de que han sido rebeldes. Yo soy lesbiana y nadie me ha dicho nada en mi familia, somos unos católicos bien light, en ese sentido. Igual, cargo con esa cosa, de que incluso disfrutar te dé culpa. Me lo he sacado viviendo en Madrid, que es como el otro extremo, donde empecé a disfrutar realmente la vida; la culpa es como una cosa invisible que te respira en la oreja.

-La alegría, la risa, parecen estar siempre del lado de los demonios.

-Tenemos muy relacionado al demonio como el mal, pero antes de que existiera esta herencia cristiana, la mujer bruja era alguien muy sabio, conectado con las sombras de la vida, con lo que somos, porque somos luz y sombra. Creo que la bruja es una persona que tenía una intuición más desarrollada, podía ser una buena consejera, interpretar las cartas, y creo que ahí hay una envidia que es de donde viene ese odio a la mujer bruja. Siento que esta gente tan diáfana, que es pura luz, ¡son los peores! Como lo que nos demuestran estos gurúes, tipo Osho. Por eso me gusta juntarme con gente un poquito más demoníaca, son las mejores personas.

-En el clip terminás vestida de negro y cantando “lejos del bien”.

-(risas) ¡Sí! Era más demoníaco terminar así y con un delay repitiendo “lejos del bien”, pero no es un mensaje satánico ni nada, nos reímos, es una humorada.

-Al escuchar Entusiasmo se nota, como en tu obra en general, una postura intimista, en donde la alegría no está libre de cierta angustia.

-Viene del viaje, tiene que ver con momentos hacia abajo y otros hacia arriba. “Entusiasmo” es una palabra muy bonita, me gusta cómo suena fonéticamente, y su etimología tiene que ver con encontrar a un dios dentro de uno mismo. Quise recalcar el entusiasmo porque es sinónimo de fuego, porque enciende; el eros también, pero no solamente en algo romántico o sexual, sino en lo que te hace estar vivo y levantarte cada día, algo que perdimos tanto durante la pandemia, donde pasamos por una época de cero entusiasmo.

-En el video clip de “Alma” (del disco Espejo), se muestra mucha gente, entre el público y los músicos, pero sin embargo vos estás siempre sola.

-Era un poco traer este cliché, por decirlo así, del artista; como en la canción de Britney Spears: “She's so lucky, she's a star/But she cry, cry/Cries in her lonely heart”. Porque al final los músicos, que siempre estamos rodeados de gente y de personas que te invitan aquí y allá, tenemos una soledad muy grande. Creo también porque los demás proyectan demasiado algo en uno, y al final uno iguala todo, solamente estás haciendo canciones. Tienes las mismas penas que todos. Con eso de estar arriba, la misma gente te hace como una separación y eso provoca mucha soledad. La he sentido más que otras personas, tal vez por andar de gira. La gente se aleja de uno por esa expectativa, como si uno le fuera a cumplir un deseo. Durante la pandemia me pude calmar un poco, pero ahora vuelve la vorágine y esta industria despiadada que te pide todo el tiempo y uno no puede parar. Ahí viene el desafío: ser el artista que quieres y no el que te pide tu mánager o disquera.