Central siempre estuvo cerca; estuvo cerca de ganarle a River; estuvo cerca de romper la racha invicta de Gallardo y compañía; estuvo cerca de convertir a su rival en una sombra; estuvo cerca de redondear una tarde perfecta, pero no. 

De pronto apareció Palavecino y metió un hermoso zapatazo, y al rato metió otro zapatazo desde el borde del área y lo que era 2-0 se convirtió en 2-2, y lo que era un recital de música triunfal en las tribunas se convirtió en silencio.

La montaña rusa emocional sobre la que terminaron montados todos fue consecuencia de dominios alternados, de muy buenos pasajes de los dueños de casa, de gran reacción de los campeones y de una notable competencia de golazos.

El mejor debe haber sido el primero de Central. El equipo del "Kily" González defendía con mucho criterio, manejaba mejor la pelota, metía mucha presión en el medio, ensuciaba la salida de River y oxigenaba el toque propio. Entonces llegó el detalle que faltaba. 

Vecchio volcado sobre la izquierda le metió un caño a Simón y la tocó hacia el área chica, donde esperaba Marco Ruben para ponerse a tono con la jugada de su compañero. Taco de espaldas. Gol, golazo, que además de todo dejó al hombre como el máximo goleador del club. Central tiene un promedio de edad de 24 años, pero resulta que el de 33 años y que parece medio lento, hace una gran jugada y el de 35 completa la obra. Cosa grande.

Por orden de llegada el segundo golazo también fue de Marco Ruben. Cabezazo con los dos pies en el aire y el cuerpo inclinado, casi una palomita, tras un centro de Blanco fue inatajable para Armani.

El descuento de Palavecino fue un remate soberbio, con la cara externa del botín derecho tras un toque preciso de Julián Alvarez que si no la mete, asiste. Ya por entonces el conjunto local empezaba a sentir el esfuerzo físico de pelearle de igual a igual al dinámico River, y medio que se asustó con cómo se abría el partido. 

El último gol también fue de Palavecino, también desde el borde del área, también pegándole de primera, pero esta vez apuntando al ángulo. Y encima tras la expulsión de Ojeda quedó la sensación de que River podía haberse quedado con todo.

River fue superado en gran parte del desarrollo del partido, pero aún cuando no juega bien siempre encuentra respuestas en alguna de sus individualidades. Por algo es el campeón indiscutido.