La galería es relativamente pequeña: tiene las medidas adecuadas para una muestra “de cámara” (en contraposición a lo orquestal o lo sinfónico). Sin embargo, las series de pequeño formato de Irene Banchero, esos mundos obsesivos, muy trabajados, que por su tamaño y complejidad se acercan a la miniatura, no solo agrandan la galería por la relación de escalas, sino que ofrecen variedad y cierto despliegue, por su distribución en cada paño de pared y rincones del espacio.

El nombre de la muestra, “Deshielo”, según la artista, “remite a un proceso interior, de estar haciendo cosas en varias direcciones a la vez”.

Esas direcciones trazan recorridos tan divergentes en sus formas y resultados, como convergentes en el punto de partida: concentrado, riguroso, metódico; en donde cada trabajo que compone la serie, así como las series entre sí, revelan al mismo tiempo una delicadeza en la realización, aplicada de un modo obsesivo en lo formal, pero que exhibe también el ritmo de la respiración, el tiempo dedicado, las huellas del trabajo manual, la artesanía que hay en los detalles. Es posible deducir que se trata de una obra hecha durante la larga temporada de encierro.

Las tres grandes vertientes son: en primer lugar, las piezas y conjuntos que pueden asociarse a cuencos, vasijas y enseres, realizados con módulos de mdf, que se corresponden con obra anterior, como la exhibida en su exposición de hace dos años. En segundo lugar, varios tipos de papeles calados. La tercera vertiente es un conjunto de trece pinturas de muy pequeño formato.

Entre los calados, por ejemplo, hay una pequeña serie en la que el papel utilizado es el de las facturas de servicios (de gas, electricidad, agua). “Empecé a hacer caladitos en una guía filcar chica -cuenta la artista- y de ahí pasé a las facturas. Las facturas vienen con dobleces y así las trabajé, haciéndoles los calados. En otra serie, de calados de colores, pliego los papeles en cuatro, o más. Sigue siendo la continuación de lo cotidiano, como en muestras anteriores, pero como si se tratara de algo extremo: como si me quedara sin materiales. Entonces empecé a usar las facturas de servicios como soporte, en un ademán simbólico de recorte de gastos -se ríe-”.

“En cuanto a los calados de colores, empecé con bolsitas con papeles, recortes de revistas…”

“Todo esto comenzó cuando hice unos papelitos con caras deformes y manchadas con corrector, llenas de puntitos. Fui “descargando”. Estuvimos, estuve, rodeada de pérdidas, y parte de mi obra se transformó en cortar y sacar".

En el caso de la serie de pequeñas pinturas, el conjunto lleva el título “Emocionales”. Cuenta la artista: “Llegaba al taller furiosa. Buscaba calmarme, y con esas emociones, muy ´fluidas’, iba haciendo estas pinturas, de afuera hacia adentro”.

Vale la cita de una entrevista anterior: “Mi origen es pictórico, pero mis gustos en pintura eran mucho menos contemporáneos que mis gustos en escultura. Me sentía un poco desubicada. Al mismo tiempo, estuve y sigo habitada por esas imágenes que me impactaron inicialmente gracias a los libros de arte. Las primeras de estas obras, que son tan geométricas y tienen un eje tan claro, al verlas terminadas tenían relación con ciertas cosas de Malevich. Las había pintado con tres colores puros, más blanco y negro. Y después fui abriendo y multiplicando las formas y los colores. También me encantó siempre Brancusi. La realización de este tipo de obra me permite dar lugar a mi aspecto más racional, constructivo, obsesivo.”

Sus pinturas minúsculas, pintadas de afuera hacia adentro, revelan algo de lo descripto, porque están hechas con trazos de colores que marcan límites -repetidamente y con gran delicadeza-, y encierran un núcleo en estado de ebullición.

* "Deshielo", la exposición de Irene Banchero, sigue hasta marzo en la galería van Riel, Juncal 790.