Al cumplirse 20 años del corralito bancario que impidió a la población retirar sus ahorros de las entidades financieras, el autor de la criatura decidió reaparecer para dar consejos de política económica. Tras justificar aquella medida diluyéndola en el océano de las innumerables crisis bancarias sucedidas en el mundo y en nuestro país y sin privarse de repartir culpas a todos los protagonistas de aquellos años menos a sí mismo, Domingo Cavallo recomendó eliminar toda restricción a la compra de dólares. 

"Hay que permitir que el dólar funcione como moneda libre en la Argentina", disparó el creador y destructor de la convertibilidad a finales del siglo pasado. Luego indicó que están dadas las condiciones para la “eliminación de retenciones y controles de precios" y para avanzar con privatización de empresas públicas, dando un giro a la política exterior para “abrirse al mundo”. Eso sí, aconsejó que “ajusten las tarifas antes de la corrección cambiaria” para evitar que su retraso sea aún mayor. De paso, echó la culpa de la falta de confianza en la moneda local en quienes creen que pueden hacer un “pagadios a los acreedores internacionales", en lugar de responsabilizar a quienes toman deuda externa sin medir la capacidad de repago.

Las recomendaciones de Domingo Cavallo son un buen ejercicio imaginativo de un programa económico que tenga por objetivo dinamitar la economía. Con una inflación inercial que tiene un piso del 50 por ciento, un alza importante de tarifas seguida de una brusca devaluación del dólar oficial, que es la consecuencia inevitable de un dólar “libre”, llevaría la tasa de inflación a los tres dígitos

La eliminación de los controles de precios se encargaría de que nadie evite que el alza de las tarifas y del dólar sea transmitido a precios por parte de los empresarios. Mientras, la eliminación de las retenciones en el actual contexto de elevados precios internacionales de las materias primas, daría un empujón adicional al precio interno de los alimentos al encarecer el primer eslabón de su cadena productiva.

Así las cosas, el salario, las jubilaciones, pensiones y asignaciones, sufrirían un duro golpe generando un elevado malestar social y hundiendo la economía interna en una crisis. La fuerte devaluación del dólar con semejante aceleración de la inflación, generaría una gran incertidumbre cambiaria que aceleraría la fuga de capitales. Dado el bajo nivel de reservas internacionales, golpeado adicionalmente por el impacto de la apertura sobre el balance comercial, el gobierno pronto se vería incapacitado de intervenir en el mercado cambiario y el dólar empezaría una descontrolada carrera ascendente.

La desestabilización del mercado de cambios espiralizaría aún más la inflación, pulverizando la demanda interna y retroalimentando la fuga de capitales y las presiones cambiarias. En ese contexto, similar al de la década de los ochenta del siglo pasado, estarían dadas las condiciones para implementar un programa de convertibilidad o dolarización, apoyado con algún crédito extra del FMI y con el ingreso de divisas por la privatización de empresas públicas.

@AndresAsiain