Es esperable que una música telúrica, rítmica, imaginativa, casi de ensueño, como la que viene proponiendo Tonolec desde sus orígenes, cautive a niños y niñas. De ahí a que tal demanda tome forma de disco solo faltaba un paso: decidirse. Y fue lo que ocurrió. “El disco surgió de un estado de conciencia y compromiso”, encuadra Charo Bogarín, cantora del dúo que completa el todoterreno musical Diego Pérez. “Como artistas creo que es importante focalizar parte de nuestra obra en quienes serán nuestro futuro. Es sabido que pensamiento e identidad se forman a través de expresiones artísticas y es hermoso pensar a nuestras nuevas generaciones cantando en lenguas originarias con naturalidad, pensándose diversos”, fundamenta ella, sobre las coordenadas conceptuales y estéticas de Mitai (Cantos nativos infantiles), que será estrenado en vivo hoy a las 21 en la Sala Siranush (Armenia 1353), y que mezcla músicas étnico/ambientales con cantos en una de las leguas matrices del dúo, la toba-qom, con otros en mbya guaraní, otra de las lenguas madre que viene cultivando el tándem Pérez-Bogarín. 

“Básicamente es un compilado de los cantos nativos ancestrales de las comunidades, que hemos versionado a lo largo de nuestra carrera. La gran mayoría de las canciones de Mitaí son de nuestra autoría, y nos encargamos de plasmar, en la lámina interna, las letras de cada canción para que sea material de consulta de docentes y padres interesados en adentrarse un poco más en este universo nativo”, sostiene la cantante de ancestros guaraníes, sobre la verdadera novedad del material, además del clip de “Oreru”, dirigido por la ucraniana Kati Egely. El disco cuenta -también– con la traducción al castellano de piezas nacidas en sus idiomas de origen como “Ishiyipiolec” (“Bestiario”), o “So Caayolec” (“Mi caballito”), tobas ambas, más una versión libre de un canto antiguo de la misma etnia, llamado “Takuaru Pora” (“Bello tacuaral”) o el bello canto tradicional mbya guaraní (“Jajoguero guata pave`i”), al que Charo le puso una letra que habla de la tierra amarilla. 

“Es la tierra hacia donde los mayores de la aldea proponen viajar a los más pequeños”, explica ella, “Es la tierra soñada, la tierra sin mal, donde está el oro de los guaraníes. Ese oro que no es otra cosa que su maíz, su alimento, su gran tesoro. Fue maravilloso experimentar este intercambio musical con los niños de la comunidad misionera. Ellos ya conocían “Jajoguero Guata Paveî”, que significa “caminemos juntos” en guaraní. Otra gran sorpresa fue verlos y escucharlos cantar “Oreru”, con naturalidad y entusiasmo. Yo tenía la letra de la canción en un papel, me lo sacaron de la mano y empezaron a cantar conmigo, mientras Diego tocaba la guitarra en medio de la selva misionera. Fue maravilloso… un verdadero cuadro de comunión de culturas y generaciones”.   “Desde nuestro primer disco, lanzado en 2005, los niños nos vienen siguiendo naturalmente” -se pliega Diego- “pero también comenzó a suceder en nuestro segundo disco, que las maestras jardineras nos comenzaron a pedir las letras para cantarlas en los actos escolares. Fue así que decidimos dedicar a los niños un disco exclusivo”, aporta don Diego, encargado de la pata musical de un dúo que, pese a mantener su esencia, sabe retroalimentarse a tiempo. 

 En este caso, pensando integrar pibes y pibas de diferentes orígenes. “Basta con una linda melodía que puedan cantar e imitar con sus vocecitas y los beats electrónicos que los inviten a bailar, para que los chicos se sientan atraídos por la música… algo sencillo de describir, pero muchas veces difícil de lograr, porque es verdad eso de que son el público más crítico”, refrenda Charo, que también se mandó con una audaz versión de “Manuelita”, el clásico de María Elena Walsh, con dos coros infantiles: el Qomi Qompi, de la comunidad toba de Derqui (Buenos Aires), y el Color Humano, de Mar del Plata, más el minucioso trabajo musical de su alter ego masculino. 

“Admiramos mucho el trabajo musical y social de Walsh. Hacía tiempo que queríamos versionar alguna canción de ella, y en un viaje a una comunidad qom de Resistencia escuchamos a unos niños cantando algunas estrofas de esta canción… a partir de ahí comenzamos a trabajar en esta versión. Charo realizó junto a su maestro Mauricio Maidana la traducción completa de la letra a la lengua qom, y terminamos juntos de darle forma”, explica Pérez. “En lo estrictamente musical, la idea fue mantener las texturas y la fuerza rítmica que tenemos en nuestras demás canciones infantiles. Trabajamos bastante la percusión, incluyendo algunos ritmos con influencia afro, una tabla hindú, y demás texturas con la intención de acentuar el viaje de la tortuga por diferentes atmósferas y paisajes sonoros. La idea general, de todos modos, no escapa a la búsqueda principal: que sea un disco lúdico, con una impronta rítmica predominante, porque esa es la forma en la que los niños aprenden mejor”, explica el músico.