Es difícil de creer que el viernes se haya muerto Gumier: amigo, gran artista, crítico, activista gay y, fundamentalmente, un curador que marcó la historia del arte argentino a partir de los años noventa.

Lo conocí a fines de los ochenta. Y seguí de cerca su brillante trabajo en la galería del Centro Cultural Rojas, donde fue curador (al principio junto a Magdalena Jitrik), entre 1989 y 1996. Su elección a contracorriente siempre combatía prejuicios, descubría artistas (incluso amateurs), y generó una mirada de época: prefería un arte plebeyo, cruzado con el kitsch, la decoración, el diseño; más cierta vertiente constructiva, entre otros elementos; todo con mucho humor y en sintonía con el enclave sociogeográfico del Rojas, entre el barrio de Once y el Obelisco. Fui quien más escribió en los medios sobre su obra como curador y como artista, especialmente en notas publicadas en esta página, pero también en otros espacios, durante los años noventa (y después también).

Tuve la suerte y la alegría de trabajar con él varias veces. La primera, durante todo el año 1991, en la muestra La Conquista: 500 años, 40 artistas, organizada por Liliana Maresca, Marcia Schvartz y Elba Bairon, que se exhibió en el Centro Cultural Recoleta entre fines de 1991 y comienzos de 1992. Él estaba feliz, porque participaba junto con muchos de sus artistas más queridxs, pero especialmente porque logró que Omar Schiliro, su compañero, quien inicialmente no estaba en el proyecto, fuera parte de la exposición. Con Gumier nos dedicamos al catálogo, él lo diseño (poblándolo de firuletes) y yo escribí los textos para los artistas y uno de los prólogos.

La segunda vez que trabajamos juntos con Gumier y Magdalena Jitrik, fue en la muestra Algunos Artistas (del Rojas), también en el Centro Recoleta. Ese mismo año lo presenté (esta vez me tocó a mí el rol de curador) con una muestra en el espacio de arte de Clásica y Moderna, dentro del ciclo “Críticos y pintores”, organizado por Lucas Fragasso con el Museo de Arte Moderno. También trabajé con él en la exposición El Tao del Arte (1997, Centro Recoleta), con los artistas del Rojas.

El desacertado mote de Light que le colgaron (desacertado porque había un peso militante reivindicativo en su mirada, sus elecciones y sus luchas estéticas y políticas), y que Gumier, con humor, corrigió por Bright, fue usado hasta al cansancio por muchxs que lo hicieron circular.

Cuando desde comienzos de 2002 me tocó ser director del Centro Cultural Rojas (hasta 2006), le pedí a Gumier que me acompañara por un tiempo, cosa que hizo durante más de un año: retomando la curaduría de la galería (maravillosamente, a lo largo de 2003), y trabajando en el libro Curadores-entrevistas, que le llevó un buen tiempo, y luego tomó más tiempo hasta que pudimos publicarlo en el sello Libros del Rojas. A causa de la burocracia universitaria, el volumen que hoy es un clásico imprescindible de la curaduría, pudo salir de imprenta a mediados de 2005.

Luego de esa segunda temporada en el Rojas, Gumier había elegido su retiro, en el Tigre. La amistad continuó pero nos vimos cada vez menos. A lo largo de estos años hubo un par de posibilidades de compartir proyectos nuevamente, cosa que finalmente no sucedió. Nuestro último intercambio por chat fue a fines de noviembre último, poco antes de que lo trasladaran a terapia intensiva.