El falso arrepentido Leonardo Fariña se despachó durante horas contra Lázaro Báez y Néstor Kirchner en base a afirmaciones incomprobables. Por ejemplo, reiteró que los bienes y el dinero de Báez también era del fallecido expresidente, algo que ya fue desechado en la justicia porque como beneficiarios de las cuentas y del testamento de Báez siempre figuraron sólo sus hijos y su esposa. Fariña también sostuvo que en la obra pública había un 20 por ciento de sobreprecios, pero no aportó nada en concreto, salvo --nuevamente-- algo incomprobable: “Me lo dijo Báez”. 

El falso arrepentido también aseguró que se hicieron maniobras con facturas apócrifas, pero no pudo mencionar ni un caso preciso. “¿Cómo lo sabe?”, le preguntó el fiscal Diego Luciani. “Me lo dijeron los encargados”. Una vez más, algo incomprobable. Cuando a Fariña se le preguntó sobre los aspectos técnicos de los procesos licitatorios demostró que desconoce todo lo referente a la obra pública y pareció confirmarse otra vez que, en su declaración como arrepentido, lo guionaron desde la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), tal como figura en la causa sobre espionaje ilegal que se instruye en Dolores.

Un show sin datos

La audiencia en el juicio sobre la obra pública de Santa Cruz fue el escenario del show que adelantó Página/12: un Fariña feroz, agresivo, con look de patovica tatuado, en jeans y remera verde, que intentó agrandar su papel. 

En realidad, sólo asesoró a Austral Construcciones durante un año --entre marzo de 2010 y abril de 2011-- en gestiones de créditos y de un fideicomiso en el Banco Nación. Fariña tenía entonces 23 años, apenas dio diez materias en su carrera de contador, la que luego abandonó, pero aún así se presentó como una especie de mega-genio de las finanzas. 

Sin juramento para mentir sin consecuencias

El abogado Mariano Fragueiro Frías arrancó la audiencia -antes del ingreso de Fariña- pidiendo que no se le tome juramento, porque el exmarido de Karina Jelinek fue condenado, aún siendo arrepentido, a cinco años de prisión en la causa por lavado de dinero en la cual el principal imputado fue Báez. 

Los jueces se reunieron y estuvieron de acuerdo con Fragueiro, por lo cual el testimonio del arrepentido perdió casi todo su peso: declaró sin riesgo alguno de ser condenado por falso testimonio, es decir que podía mentir sin consecuencias.

Una vez que Fariña entró a la audiencia se produjeron dos hechos que le bajaron todavía más el precio a su declaración.

  1. Fariña dijo que tenía enemistad manifiesta con Cristina Kirchner y con Lázaro Báez.
  2. Se negó a contestar toda pregunta que tenía que ver con la acusación de que selló un pacto con el macrismo y que su declaración de 2016 sobre la obra pública fue guionada por una abogada, Florencia Guijo, contratada por la AFI. Fariña argumentó que ese tema se está tratando en la causa por espionaje ilegal en Dolores y que no respondería nada sobre ese aspecto.

Una declaración de "oídas"

Todos los elementos centrales de su declaración fueron de oídas, o sea “me dijeron”, “escuché”, "me contaron". No aportó prueba alguna.

--“Austral Construcciones era una especie de sociedad entre Lázaro Báez y Néstor Kirchner”- dijo Fariña.

-¿Cómo lo sabe señor Fariña?-, le preguntó el fiscal Diego Luciani.

-Me lo dijo Lázaro Báez.

-“El dinero en el exterior que tenía Báez también era de Néstor Kirchner”.

-¿Cómo lo sabe señor Fariña?

-Me lo dijo Lázaro Báez.

--“En la obra pública de Santa Cruz había un 20 por ciento de sobreprecios

-¿De dónde surge ese dato, señor Fariña?

-Me lo dijo Lázaro Báez.

-“Las maniobras se hacían con facturas apócrifas

-¿Cuál es la fuente de esa información?”

-Me lo dijeron las dos personas de Austral Construcciones que estaban a cargo de eso.

Parece poco creíble que los duros hombres del sur le confiaran tantos supuestos delitos a un joven platense-porteño de 23 años, no profesional y que sólo estuvo con ellos 13 meses, tiempo del que hay que descontar un viaje a Cuba, por un problema de salud de una exnovia y el pomposo casamiento con Jelinek.

Afirmaciones comprobadamente falsas

Las afirmaciones no sólo resultan incomprobables, sino que buena parte choca con resoluciones judiciales anteriores.

Por ejemplo, el juez Sebastián Casanello analizó a lo largo de cientos de fojas el patrimonio de Báez y concluyó que todo era suyo, que las sociedades y cuentas en el exterior estaban a nombre del constructor y su familia, igual que Austral Construcciones y todas sus propiedades. Pero, además, en un allanamiento se secuestró un testamento de Báez por el que designó como únicos herederos a sus cuatro hijos y su esposa.

Cuando el magistrado desvinculó a Cristina Kirchner de aquel expediente, hubo una ofensiva para sacar a Casanello, inventándole una reunión en Olivos con la expresidenta. La AFI de Mauricio Macri hizo la operación y los dos testigos falsos plantados por la central de espías terminaron acusados por falso testimonio agravado.

Hubo dos expedientes por facturas apócrifas y en ambos Báez fue sobreseído. Cuando le preguntaron a Fariña qué empresas emitieron esas facturas falsas, no pudo nombrar ni una sola. Eso sí, el arrepentido le dio la razón -de hecho- a los jueces Adrián Grünberg y Daniel Obligado en el caso Hotesur-Los Sauces: admitió que todo el dinero que entró en Austral Construcciones ingresó en blanco, es decir que no hubo lavado de dinero porque los pagos de obra pública, todos, se hicieron en blanco.

Cero en Obras Públicas

Cuando Fariña tuvo que hablar sobre la obra pública -la verdadera razón del juicio-, se hizo evidente su desconocimiento. Dijo que en las propias licitaciones había un 20 por ciento de sobreprecios, pero no tuvo ningún elemento para probarlo. Intentó explicar que había una especie de pacto entre Báez y la Cámara de la Construcción, siendo que el constructor y sus pares siempre fueron enemigos y Báez nunca ingresó a la Cámara.

No supo mencionar ni un certificado de obra, dijo que se usaba un índice de la Cámara de la Construcción para actualizar el precio de las obras por la inflación, pero en realidad se actualizaba en base a un decreto de Eduardo Duhalde y a un índice del Indec. 

Sostuvo que Báez escondía ganancias con las facturas apócrifas y que eso se comprobó porque facturaba mil millones de pesos por año y aparecían ganancias por sólo ocho millones. El abogado de Báez, Juan Villanueva, le exhibió el balance de aquel tiempo y en una facturación de 800 millones de pesos, la ganancia que figuraba fue de 80 millones: o sea Fariña tuvo un error del 90 por ciento.

El rol de Leonardo Fariña

En estas cuestiones volvió a quedar claro el papel de Fariña como falso arrepentido. El gobierno de Mauricio Macri necesitaba vincular a CFK con la obra pública de Santa Cruz y con Báez. Hasta ese momento, 2016, Fariña -que estaba preso- sólo había declarado sobre finanzas y fideicomisos, pero sorpresivamente amplió su testimonio hablando sobre las rutas sureñas. 

Su exabogada, Giselle Robles, reveló que hubo un acuerdo con el macrismo y que, a cambio, le dieron la excarcelación y lo incorporaron al programa de testigos protegidos, en el que le pagaron -entre otras cosas- el alquiler de un lujoso departamento sobre la avenida Juan B. Justo. Pero como Fariña no sabía de obra pública, la AFI contrató a una abogada para que lo entrenara, Florencia Guijo, especialista en derecho administrativo que había trabajado en el Ministerio de Planificación. Gran parte de lo que debía decir Fariña, la letrada se lo enviaba por correo electrónico a una casilla del servidor proton, que usaba la AFI. Pero, además, tuvieron un encuentro presencial, en que Guijo se quedó asombrada porque Fariña desconocía hasta las cuestiones más elementales de la obra pública. A lo largo de la audiencia de este martes, el arrepentido se negó una y otra vez a contestar sobre estas cuestiones, porque es parte del espionaje ilegal que se investiga en Dolores.

Cómo sigue el juicio

El juicio por las rutas de Santa Cruz recién seguirá en febrero. Ya se cumplen más de dos años y medio de audiencias y todavía faltan algunos de los testimonios de mayor magnitud. Los peritos, el denunciante macrista Javier Iguacel, y todos los jefes de Gabinete de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, lo que incluye, por ejemplo, al actual presidente Alberto Fernández, al actual titular de Diputados, Sergio Massa, y al ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. 

Un dato llamativo es que a CFK se la nombra poco y nada en el juicio. Incluso este martes, Fariña dio a entender que la expresidenta no tuvo nada que ver, porque la relación con Báez era más bien mala.