Algunos actores saben que están destinados a grandes cosas, pero Paul Bettany nunca estuvo tan seguro. El actor insiste en que siempre ha carecido de confianza en sí mismo comparado, por mencionar a alguien, Heath Ledger, su fallecida coestrella en Corazón de caballero, quien la poseía en tan alegre abundancia. De cualquier modo, Bettany dice esto con tanto de ese afortunado encanto inglés que es difícil creerle de verdad. "Se ha hablado mucho sobre la oscuridad de Heath , pero yo sólo vi a una persona que estaba llena de luz y que tenía esta confianza en sí misma que era magnética sin convertirse nunca en odiosa", recuerda con remordimiento. "Simplemente sabías que era una estrella". Por otra parte, dice casi riendo, con una boina color crema en la cabeza, él todavía está "absolutamente lleno de dudas" sobre sí mismo "todo el tiempo".

Bettany en realidad no tenía la intención de convertirse en actor. La música siempre había sido su objetivo. "Pero odiaba cantar mis propias canciones frente a otras personas. Se sentía muy revelador y no me gustaba". Pronto se dio cuenta de que con la actuación había un deseable espacio entre él mismo y la verdad, y se anotó en una escuela de teatro. Las películas llegaron muy rápido. Un protagónico en la inglesa El gangster (2000) fue el trampolín para la zambullida de Bettany en Hollywood. Un año después, Corazón de caballero y Una mente brillante le presentaron al actor nacido en Harlesden al público internacional. 

Su exitoso papel como un implacable gangster dejó una marca. Bettany fue convincente como un chico lindo que podía hacerte tragar los dientes de una patada. Pero es su distintintiva carencia de cejas la que a menudo ha recortado los atributos más obviamente hollywoodenses del actor, que podrían haberlo empujado a perseguir una carrera menos interesante. 

En los comienzos, su aspecto se prestó a papeles con matices religiosos. El más famoso fue como el monje encapuchado de El código Da Vinci. También interpretó al arcángel armado en Legión de ángeles y al cazador de vampiros en Priest, el vengador, al igual que a un verdadero sacerdote contrario a Willem Dafoe y Tom Hardy en The Reckoning

Sin embargo, más recientemente ha abandonado las escrituras para interpretar a un personaje que se deshace completamente de las cejas, recubiertas en capas de pintura roja cuando interpreta a un adorable androide de Marvel. Vision fue inicialmente un rol vocal en Iron Man (2008) antes de que Bettany se valiera de él para una performance nominada al Emmy de este año en la primera serie del estudio, WandaVision.

Pero el dulce y bondadoso Vision es la excepción en el currículum de Bettany y su siguiente papel es "una suerte de limpiador del paladar", explica él. En el drama A Very British Scandal (BBC), interpreta al duque de Argyll, con Claire Foy como duquesa, cuyo famoso juicio de divorcio llegó a los titulares sensacionalistas en los '60. Bettany entrega una performance brillante como el duque, cuya arrogancia y encanto captura con la correcta mezcla de sutileza y malicia. Y cuando esas cualidades cuajan en crueldad, la interpreta con los dientes. Provocada por el duque, la duquesa de Foy es acosada por la prensa británica, que desbarata los nervios de su vida privada con una regocijo demoníaco. 

Bettany ha tenido sus propios desacuerdos con los medios intusivos. "Aquí hay un ejemplo", dice el actor, cuyas anécdotas llegan rápido y en bucle. "Años atrás, Jennifer (Connelly, su esposa) y yo tuvimos una discusión en el sutbe sobre quién iba a buscar a los chicos a la escuela". Él tenía reuniones, ella tenía yoga. Alguien grabó la pelea y pronto eso se convirtió en que la pareja estaba separándose, al menos para la revista People. "Alguien en la escuela de mis hijos les preguntó si sabían que sus padres estaban divorciándose", recuerda, volviendo a actuar su incredulidad: boquiabierto, con los ojos como platos. "No creo que yo haya firmado ningún pacto fáustico con el demonio cuando me convertí en actor para entregar toda mi privacidad", dice con firmeza.

Bettany como Vision.

Todos los ojos están sobre él ahora más que nunca. Con sus papeles recientes en WandaVision y como el amenazador Dryden Vos en Star Wars, Bettany es parte de dos de las más grandes franquicias en el mundo, una estrella rentable. Hubo un tiempo, sin embargo, en el que su carrera se había enfriado de modo casi terminal.

"Terminé de filmar (la comedia romántica de 2004) Wimbledon y recién había nacido mi hijo, así que decidí que iba a tomarte dos años sin trabajar", recuerda. Para entonces, Bettany estaba en carrera por lo que parecía un inevitable ascenso: seguro, él podía permitirse sacar el pie del acelerador por un rato. Pero resultó que no podía. Cuando regresó, la gente había seguido adelante. "Era difícil conseguir trabajo -afirma-; entonces, sucedió la crisis financiera y yo tomé un montón de decisiones que se basaban en 'Mierda, tengo una hipoteca. Tengo dos hijos. Tengo que ganar plata'".

Bettany no especifica exactamente cuáles fueron esas decisiones, pero revisar su filmografía de ese período vomita papeles en films pobremente recibidos como Broken Lines, Sabor a miel, Corazón de tinta, Creation, El turista and Legión de ángeles. Sin embargo, el actor quiere remarcar que hay quizá solo diez actores en todo el mundo que pueden elegir sus películas. "Daniel Day-Lewis es uno y Meryl Streep es otra”. El resto de nosotros, se ríe entre dientes, mayormente toma el próximo proyecto que le ofrecen.

Ahora él se da cuenta de que algunas de esas elecciones "denigraron la marca" y le tornaron todavía más difícil volver a trabajar. En 2013, cuando un famoso productor le dijo a Bettany que nunca volvería a trabajar, este estaba tan desencantado que le creyó. Pero esta clase de turbulencia en su carrera también tuvo sus beneficios. "Hizo que no diera tan por seguro el trabajo. Y estoy un poco más relajado", dice Bettany. "Nunca sabés qué va a pasar a continuación, así que fucking relajate". Palabras para tomar como guía. "De todos modos, la vida es enroscada y yo tuve mucha suerte", sonríe.

Parte de ese éxito tiene que ver sencillamente con la anatomía. Bettany es alto. Alto como estrella de cine. Su 1,91 metros están enrollados en una silla, preparados para florecer y revelar una estructura de superhéroe con tamaño de torre. Habla rápido, con pausas tan largas que jurarías que la pantalla se congeló mientras él mira por una ventana. Esas interrupciones en la conversación, sin embargo, no parecen las de alguien que se está autocensurando; en cambio, es cuidadoso al elegir sus palabras, luchando activamente contra su impulso de aislarse. "Creo que por el modo en el que trabajan los medios uno tiende a estar más en guardia. Realmente intento luchar contra esto cuando hago entrevistas. Sencillamente trato de ser yo mismo... Es una experiencia increíblemente alienante", agrega con un dejo de tristeza.

Al contrario de Day-Lewis, él no se llamaría a sí mismo un actor de método. Pero admite que tiene un método que suena más tortuosos que cualquier transformación corporal radical. Cuando Bettany tenía 16 y vivía con su familia en Hertfordshire, en el campus de una escuela para chicas en la que su padre enseñaba teatro, murió su hermano Matthew, de 8 años. Fue un trágico accidente. "Hizo que nuestra familia explotara", dice con voz grave. "Tuve un verdadero quiebre psicológico en ese momento". Ahora, cuando necesita recurrir a la tristeza, piensa en Matthew. Lleva "una pieza de memorabilia" al set, como un viejo pulóver de su hermano, y lo deja cerca de la cámara para tenerlo a la vista pero fuera de la toma. Eso lo hace sollozar. Bettany sabe que no es algo sano. "Es una locura", concede. "Ahora tengo 50 años y todavía mantengo frescas esas heridas". Pero es firme sosteniendo que no es parte de una premisa de "sufrir por el arte". "Lo hago -y lo digo muy en serio- porque no soy suficientemente bueno para lograrlo con la imaginación en el momento". 

El resultado es a menudo doloroso de observar. Los espectadores elogiaron la conmovedora performance de Bettany en el episodio final de WandaVision, en el que su personaje murmura el propósito de la pena ("¿Qué es la pena sino el amor perseverando?"). Bettany te convence de que está sintiendo algo porque en realidad lo está sintiendo. El actor confiesa que su proceso se le está haciendo más difícil con la edad, de todos modos. "Antes podía hacerlo y después ir a bailar", dice. Ahora, cuando llega un guión que requiere esta clase de autoflagelación, él lo considera muy cuidadosamente. "Porque sé que van a ser un par de días desenterrándome de ese sentimiento", dice. Recuerda haber sido capaz de regresar más rápidamente. Y se pregunta en voz alta si es que "la gente mayor tiene más moretones".

Bettany sufrió mucho el bullyng en la escuela. "Odiaba ir. No era bueno en eso". El bullying comenzó cuando se mudó de Londres a Hertfordshire, donde iba a la Chancellor’s School. "Me resultaba muy rural y no creo que me haya adaptado muy bien", memora. "Mi padrino era gay y resultó que mi padre también lo era (cosa que yo no sabía en ese momento). Yo me negaba a tomar parte en esa homofobia de escuela de varones y por consecuencia fui increíblemente maltratado por ser gay". Él recuerda haber sido orinado por sus compañeros en las duchas después de una práctica de fútbol. "Me escondía en el salón del vicedirector porque la situación me resultaba insostenible estar en el patio o lo que fuera". 

Bettany hace esto a menudo: abrirse en una honestidad sorprendente y devastadora sólo para ningunear todo con una palabra casual. Como si moviera la mano para alejar un mal olor. Después de la muerte de su hermano, Bettany dejó la escuela. Entonces, sus recuerdos "se ponen un poco brumosos" pero, para todos los efectos, vivía en la calle.

En su adolescencia, Bettany ocasionalmente dormía en bancos de plaza, pero la mayor parte del tiempo se quedaba en el piso de la casa de huéspedes de su hermana. "En ese momento nunca me hubiera descripto como homeless, pero desde que trabajo con grupos que ayudan a los homeless, ellos quieren que lo llame de ese modo", dice. "¿Cómo lo aclaro? No tenía casa pero nunca me sentí homeless".

La experiencia lo marcó, de todos modos. En 2014, Bettany hizo su debut como director con Shelter, un drama sobre los sin techo con Connelly y Anthony Mackie (que interpreta a Falcon en la saga de Marvel). "No quise comerciar con mis propias experiencias para publicitarla", dice. Pero entonces leyó un artículo titulado "Paul Bettany escribe una película sobre los sin techo desde su departamento de 8 millones de dólares en Nueva Yor". El actor simula un aspecto torturado. Detrás de él, un rayo de luz de ese "departamento de 8 millones" se ve a través del amplio marco de una puerta. Un candelabro de metal da luz cálida hacia arriba, hacia hermosas molduras que reptan por el techo en patrones geométricos. Bettany nunca salió a contestarle a esos titulares. "Supe que era un modo muy simple de navegar esa acusación, pero no quise tomarlo ¡porque la fucking película era sobre la empatía!"

Esos jefes de Marvel cuidadosos de la marca habrán estado encantados de que Bettany haya llegado a los titulares nuevamente el año pasado, cuando el actor fue arrastrado al caso por difamación de Johnny Depp contra The Sun. Depp, con quien Bettany trabajó en tres películas, le entabló juicio al tabloide británico por su descripción del actor como "golpeador de esposas" en su relación con Amber Heard. Mensajes de texto intercambiado por ambos actores en 2013 fueron leídos en voz alta en la corte. Algunos de los mensajes eran obscenos y gráficos. Bromeaban sobre ahogar a Heard como modo de probar que no era una bruja. Un abogado del caso se refirió a Bettany como "el compañero de drogas" de Depp. No sorprende que Bettany sea cuidadoso al hablar sobre eso hoy. Se toca los labios y se toma un momento. "Creo que es un tema muy difícil de hablar y creo que yo sólo echo leña al fuego", dice finalmente, antes de retirarse a otra larga pausa.

Aunque el publicista de Bettany interrumpe como para ofrecerle una salida, él continúa. Lo que dirá sobre el tema es que el hecho de que se dieran a conocer sus mensajes privados fue una experiencia peculiar. Para Bettany, esto destruyó su noción de privacidad. Para otros, la repugnancia de los mensajes destruyeron cualquier preconcepto sobre el actor. "Fue muy extraño. Fue un momento extraño", dice, frenando nuevamente durante lo que se siente como una eternidad. "Lo que fue extraño de eso fue que de repente tenés a uno de los diarios más escabrosos de Londres y a sus abogados metiéndse en tus mensajes de texto de los últimos diez años. ¿Te imaginás lo que sería, honestamente, que haya un grupo de abogados que revise tus emails y mensajes de texto de diez años? Lo único que puedo decir es que no fue un sentimiento agradable".

"Desagradable" es, ciertamente, un modo de describirlo. Aunque Bettany lleva décadas viviendo en Estados Unidos, el continuado gusto del actor por la subestimación permanece como marca británica firme. Se mudó a Nueva York en los '90 y ha vivido ahí desde entonces ("Me enamoré de una estadounidense por error").

En febrero, de todos modos, volverá a Londres para interpretar a Andy Warhol en The Collaboration, una producción de Young Vic. Será su primera vez pisando las tablas en 25 años. En la víspera de su regreso a casa, el actor es muy parecido al inseguro de veintipico que dejó la ciudad para dedicarse a la actuación. Pero ahora él ve el valor de eso. "Nunca jamás me he sentido confiado en algo que estoy por hacer o que recién termino", dice Bettany. Sólo que esta vez está sonriendo.

The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.