Un rostro compuesto por ojos con lápices de colores clavados, afilados como si fueran espinas, y una boca repleta de cigarrillos a medio fumar. Podemos reconocer quién es por ese jopo rubio en alto que se mantiene firme en cada marcha. En otra mesa posa un busto de cartapesta donde, a través de un camino de escaleras, podemos acceder al interior de una cabeza: un monoambiente que alberga un ataúd abierto. El loft con paredes de ladrillos de Lisa Kerner, activista, artista visual, lesbiana y cofundadore del refugio LGBTIQ+ llamado Casa Brandon, es un cuarto de juegos para adultes. No son obras calmas, a pesar de estar quietas amenazan con moverse como un mar revuelto; ese fenómeno que provoca Lisa cuando camina: sus pasos hacen olas hasta en un charco. 

Desde que a los 20 cobraba la entrada en La Age of Communication, haciendo entrar a todo el mundo porque no está en su esencia dejar afuera a nadie, hasta crear en 2000 junto Violeta Uman y a su socia, ex pareja y gran amiga Jorgelina De Simone (1973-2017) el mosh más seguro del mundo (Brandon Gay Day), Lisa es uno de los motores principales y cara visible de la lucha LGBTIQ+. Siempre con un megáfono en mano, reclamando a los gritos, poniendo el cuerpo que recibe desde hace 17 años a una variadísima gama de visitantes en La Casita. El espacio ubicado en Luis María Drago 236 que muta como su anfitrión, logrando hacer convivir artistes con trayectoría y emergentes. Buscando la cercanía entre lo diferente. Casa Brandon comenzó como el lugar físico de una comunidad que se siente (y está) a salvo, y hoy se expande a diversos proyectos: editorial Brandon, Brandon Records, el fanzine que se construye de forma colectiva “Todxs juntxs”, la biblioteca Brandon y el Festival de Arte Queer FAQ.
 

Nombrado recientemente Personalidad destacada de la cultura, Lisa Kerner pasó del dibujo a la tridimensionalidad de las esculturas para reconstruir su reflejo desde todos los ángulos. Como en los lienzos que pintó para su muestra en el Centro Cultural Rojas Todo liso, mi familia yo-yo, Lisa no es una sola persona. Son muchos cuerpos. A sus 50 años, el artivista repasa la historia de Brandon, los logros conseguidos, el miedo a equivocarse en plena era de la cancelación y los cambios dentro del activismo. Pasado, presente y futuro de una mostra que fue testigo y hacedora de una historia en la que sigue narrando.

Desde hace 17 años Lisa es el motor creativo de Brandon, cuyo lema es

Del Parakultural a la ley de matrimonio igualitario

¿Qué extrañás de la movida Parakultural, de esa época?

--Extraño la sorpresa. Tengo últimamente mucha nostalgia de esa capacidad de emoción como una droga recontra potente. Extraño la avidez, ser tan arrojade. Cuando no tenés deseo, no tenés deseo, y lo que queda es la nostalgia de eso. Esa sensación de que todo podía pasar, y que si no salías te estabas perdiendo algo que prácticamente te podía cambiar la vida. Y de hecho pasaba después. En una noche conocías personas que te cambiaban el rumbo. Eso siento que ya no me pasa y tengo la sensación de que no me va a volver a pasar. Hoy me siento temerose. Por ahí es tener consciencia de la finitud. Voy más despacio, no siento que esté tan en construcción como estaba en aquel momento en el que sos una bomba para explotar. Hoy siento que ya exploté, y ahora lo que me queda es reconocerme después de la explosión.

¿Cómo cambió la forma de poner el cuerpo entre tus comienzos, a finales de los 90, y el presente?

--Al principio tuve mucho miedo de la soledad, pero nunca tuve vergüenza. Lo que sí me pasaba es que yo no conocía a otras personas lesbianas salvo Sandra y Celeste. No conocía lesbianas de la vida real. La primera lesbiana que yo conocí fue yo misme. Tardé en encontrar otras tortas, me encontraba con personas que se copaban en curtir la cosa más bisexual, o de experimentación o apertura. Cruzarme con lesbianas autopercibidas como tal me llevó más tiempo, y eran muy jóvenes. Yo en esa época tenía 20, y ellas tenían 16, 17. Armamos un grupito e íbamos de acá para allá. Teníamos miradas del mundo súper diferentes, no hablábamos de política, pero había formas de pensar muy distintas. Y no importaba, porque lo que yo más necesitaba de ese mundo era compartir con pibas que su orientación sexual nos marcaba un humor, un camino…era más importante ese match que otro. Hoy todo esto por suerte ya se habla en la escuela, yo lo siento como una misión cumplida. O muy cerca de eso, porque no quiero ser porteño centrista, hay tantas otras realidades en otros puntos del país.

¿Creés que ese cambio tiene que ver con la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género?

--Totalmente, después de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario y de la Ley de Identidad de Género para mí es innegable el cambio cultural que hubo. Por más avance de la derecha que haya el tema se expandió, hubo la oportunidad de hablarlo en la televisión, y eso llevó a lugares que de otra manera la opresión hoy día estaría mucho más estancada en el tiempo. La Ley de Matrimonio Igualitario, además de la ampliación de derechos, es un cambio de mirada donde un montón de personas pudieron hacer su caminar, su salida del clóset con esa legitimación. Porque es Ley te guste o no te guste.

¿Vos imaginabas que serías testigo de conquistas como la Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Identidad de Género?

--Ni en pedo pensé que me iba a tocar verlo. Creí que iba a ser todo mucho más lento. Y, en el mejor de los sentidos por supuesto, para mí fue una sorpresa espectacular. Es algo fantástico descubrir que de verdad funciona la lucha. Ver la potencia que tiene la militancia, la organización, la estrategia. Comprendí cómo es el juego de la burocracia, yo sentí que pasé a otra calidad de ciudadane en un punto. Haber hecho todo el proceso, todo el recorrido, haber empezado Brandon diez años antes de que salga la Ley de Matrimonio Igualitario. Laburamos la visibilidad desde el día cero, cuando Brandon se llamaba “Brandon Gay Day”. Porque queríamos que el flyer diga la palabra “gay”. Entender que no solo yo estuve sino que, de alguna manera, Brandon fue parte de haber allanado el terreno para que estos logros fueran posibles.

En retrospectiva, ¿cuál es el hito más grande e increíble que recordás sucedió en Brandon?

--Hay cosas de distintos universos que me acuerdo. Hablando de Brandon, pre Casa Brandon, tengo el recuerdo de una fiesta inolvidable, y todo el mundo la recuerda como tal, que fue la que hicimos en el Bauen. Era el Bauen que ya estaba autogestionado, con esa cooperativa. La época pre Cromañón, donde se podían hacer eventos en cualquier lado. Toda la estética del Bauen cincuentosa, subir por los ascensores…habíamos tomado el Bauen. Fue un delirio hermoso. Y después hay otros hitos, como que en Casa Brandon haya estado Ioshua o Klaudia con K. Eso también me llena de orgullo. Hay cosas que tomás consciencia en el presente de lo sarpado que estás haciendo, y hay otras que tomás dimensión después. Qué pena igual esto de poner en valor a algunes artistes recién cuando se mueren.

Brandon, siempre del lado de lo emergente

 

Brandon siempre mutó, desde las juntadas de Brandon Gay Day hasta el FAQ en la calle, ¿cómo definirías la escena de Brandon?

 

--Mucho de lo que hacemos es muy instintivo. Hay algo de entender el tiempo de la ciudad, de la noche, del activismo. Sí lo que sabemos hacer con Viole Uman (mi co equiper en FAQ y la productora general) es mezclar artistes y propuestas nuevas con artistes más consagrades; hacer estas mixturas raras. Nos hacemos la pregunta “¿Qué podemos inventar de nuevo cuando hay cierta sensación de que está todo inventado hoy?”. Buscamos espacios nuevos, porque el espacio físico también le agrega un carácter a lo que hacés. Esa caja que contiene también narra: la iluminación y el sonido que tenga, si tiene pasto o hay presencia de ladrillo. Si tiene o no eco. La propuesta de Casa Brandon es que no haya escenario: artistes y público están al mismo nivel. La disposición de los espacios cuenta, arma y propone.

Todo tu camino fue de aprender a prueba y error, desde que comenzaste a activar aparecieron tantos nuevos términos, enfoques, miradas, ¿cómo es para vos seguir aprendiendo, actualizarte todo el tiempo?

--Es un desafío y es una obligación actualizarnos, no puedo no hacerlo como co-directora de La Casita y como Presidenta de la Asociación Civil. Con toda esa responsabilidad que he decidido asumir tengo que hacer actualizaciones constantemente. Es como ser maestra y tener que seguir estudiando, o como en cualquier profesión. Pero hay cosas que me costaron mucho, incluso hay cosas que no entiendo. Muchas veces me siento con amigues para que me expliquen, y a veces me doy por vencide y no me expreso demasiado. Es todo tan dinámico y tan rápido que es difícil. Y si me cuesta a mí, imaginate al resto de la sociedad. A veces tenemos un nivel de exigencia con nosotres y les demás demasiado alto.

Fotos: Sebastián Freire

 

La cultura de la cancelación

Estamos en una época donde no se perdona cometer un error, hay más urgencia por señalar y cancelar que por enseñar. ¿Te pasa en algunos momentos sentir temor a equivocarte con algún término y ser castigada?

--Me re pasa. Tuve un montón de situaciones horribles. He llorado bastante de más chique, al principio de Brandon, alrededor de 2004. Y ya en las últimas situaciones que tuve supe pedir ayuda. Decirle a une amigue “Che, necesito charlar y que me expliques”. También me pasó de llamar a gente que me ha bardeado y decirle “Vení, charlemos y explicame. Me equivoqué”. Escrachar en redes sociales es algo tan, pero tan dañino. Pura superioridad moral, ¿y desde qué lugar, y por qué? Cuando aparecen escraches en redes sociales creo que hay que entender que es un trabajo que está haciendo la persona no en contra tuyo sino a favor de él, ella o elle. Me parece que en el ejercicio de la cancelación o de la crítica pública casi nunca hay una cuestión personal, es un mambo de la persona que quiere llegar a algún lado a través de eso. La cagada es cuando sí te equivocaste, porque cuando te equivocaste y te escrachan yo siento vergüenza de mí. Y hay muchas veces que tengo dudas de si me equivoqué o no. Lo que me importa es qué sirve de esta experiencia que estoy pasando. ¿Sirve que yo hable con la persona? ¿Sirve que me exprese en un posteo o no hago nada? ¿Le contesto o lo laburo con mi gente y sacamos un comunicado? Todas esas opciones hay que manejar en ese momento y no perder la calma, porque lo primero que pasa es eso: une se desespera. Ya estás expueste y no hay chance de atajar eso.

Sigo teniendo miedo a equivocarme y es una pena porque genera que hablemos menos, que preguntemos menos. Y no solo en redes sociales, también en reuniones o en asambleas. Estoy totalmente en contra de la reactividad que hay cuando alguien se equivoca. De hecho, en Brandon muchas actividades las empezamos diciendo “Vale equivocarse”, una consigna que teníamos con Jor. ¿Quién no se equivoca? Es el mejor aprendizaje además. No puede darnos miedo hablar o preguntar.

 

 

Personalidad destacada de la cultura

 

Te nombraron Personalidad destacada de la cultura, ¿qué significa para vos?

--Es un reconocimiento, un mimo. Me hizo pensar “Bueno, puedo descansar”. Parar un poco después de haber llegado a algún lugar. Llega también después de lo peor de la pandemia, de La Casita cerrada…yo tuve un 2020 que fue uno de los peores años de mi vida profesional. Laburé más que nunca con el terror de no saber qué iba a pasar, si íbamos a poder sostener La casita o no. Hoy recién siento que hago pie en el agua, y puedo entrecerrar los ojos y sentir los rayos del sol. Pero qué pena que el premio no viene con plata. Yo gano muy mal, y es ridículo la cantidad de dedicación, de horas, todo lo que pongo el cuerpo, con la poca plata que gano. Ahí hay una deuda pendiente que no sé cómo resolver. Parte a veces de mi enojo es eso.

Te suelo leer agotada en tus tweets, ¿cuántas veces por día pensás tirar la toalla en Casa Brandon y qué te empuja a no hacerlo?

--Sí, estoy agotada. Mi familia vive preocupada por mí, temen que me de un patatus. Que un día el cuerpo me cobre todo. Hay un cruce de varias cosas: el primero es un ego enorme. Me encanta ser Lisa de Brandon, y no sabría ser otra cosa que Lisa de Brandon. Mi trabajo está asociado a una cuestión identitaria. Yo soy eso que hago. No es muy sano, pero me pasa. Y también siento que está bueno que Brandon exista para les demás. Es un espacio importante para la ciudad, y hasta para el resto del mundo. Nosotres articulamos con un Festival en San Pablo, con otro en Irlanda, y se abren redes con otres artistes. Y se que Brandon es un espacio muy inspirador. Es ego por un lado, pero también la realidad de que pasan cosas. Hay mucha gente que sus primeras cosas las hizo en Brandon. La primera vez que leyó un texto, la primera vez que expuso en una muestra, Djs que la primera vez que hicieron un set e hicieron bailar a todes, fue en Brandon. Y no sé si hay otros lugares donde eso pase.

¿Qué sucede cuando hay quiebres dentro del activismo?

--Me da pena, me da bronca, y a la vez lo entiendo. La mayoría de las veces las diferencias son estratégicas. No son tanto con los objetivos, porque con eso comulgamos desde las distintas organizaciones o frentes, pero lo que nos diferencia muchísimo son las formas de llegar a esos objetivos. Qué transas y qué cosas se conceden y qué cosas no, con quiénes nos aliamos y con quiénes de ninguna manera; qué cosas se relegan en pos de conseguir algo. Yo no podría ser organique a nada, a nadie, a ningún frente. Me alivia mucho tener mi propio espacio y poder hacer lo que se me cante el ojete ahí, con mi gente. Tener la oportunidad de hacer y decir cómo nos gusta sin deberle nada a nadie. Pero tengo sentimientos encontrados hacia las divisiones dentro del activismo. No es solo que tengamos diferencias sino también las formas en las que se expresan muchas veces son un bajón. El exponer a une otre.

¿Qué te pasa cuando ves a las generaciones más jóvenes de activismo lgbtiq? ¿Sentís cierto alivio?

--Aleluya. Sí, está buenísimo. A veces me da un poco de inquietud o miedito, cuando hablamos de activismo dentro de organizaciones o frentes, que haya manipulación hacia las juventudes, al agarrarles fresquites. Que les hagan bajada de qué es lo que hay que hacer. Hay algunos espacios poco horizontales para mí gusto. A veces siento que las organizaciones nos usan y que hay realmente muy poco reconocimiento a todo ese trabajo que se hace durante todo el año. Llaman a les artistes para tal evento en la Marcha, o para tal evento de aniversario en una organización, y en el resto del año ni pelota. Ni saben qué necesidades tienen.

Brandon

¿Qué es lo que más te preocupa como activista?

--Es ineludible decir que todavía el acceso a la vivienda, a la salud y al trabajo de las personas travestis/trans/identidades trans masculinas sigue siendo urgente. Lamentablemente no hay mucho más para decir porque el promedio de vida, por más Ley de Identidad de Género que haya, no cambió. Sigue siendo 35/40 años. No puede ser tanto hambre y miseria. La deuda de la justicia, la falta de perspectiva de género, la falta de empatía y actualizaciones en las instituciones de la salud y educativas. Todo eso falta. Y me da miedo porque lo veo bastante lejano. Creo que cambiaron muchas cosas, pero también hoy nadie tiene vergüenza de decir “soy terf”. También me preocupa mucho la situación de les liberales robándonos nuestras consignas: el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, que ahora es un slogan del movimiento anti vacunas. Me tiene muy desesparede esto de las fake news y la usurpación de las premisas. Premisas invertidas y puestas en textos de elles. Me desespera la capacidad de mentir.

A veces la indignación nos pone una trampa. ¿No creés que, en muchos casos, difundir enojades en redes sociales un mensaje de una persona odiante o conservadora es expandir su pensamiento, colaborar con esa visibilidad?

--Sí, es como que les potenciamos, es verdad. Yo tengo la misma pregunta. Después Granata fue diputada, Milei también fue diputado. Son unas mostras de las que primero empezamos riéndonos con una especie de superioridad moral, de cancheres. Nos reímos de esa cosa abominable que te da morbo, que nos atrae…el ejemplo perfecto es Viviana Canosa. Pero es muy paradigmático porque es una cosa que se retroalimenta y termina dando rating; a los canales les garpa porque todo el mundo lo ve, porque es maravillosamente perfecto en su espantosidad. Sucedió el otro día con la señora que en el programa de Fantino, Intratables, dijo que la familia no es con dos mamás sino que es “mamá, papá y hermanos”. No paramos de hablar de eso, y quizás al programa le sirvió.

Hiciste de todo en tus jóvenes 50 años, ¿qué pendientes tenés?

--No tengo deudas pendientes. Lo que me faltaba lo estoy haciendo ahora: tener más tiempo para dibujar, darme al arte, y a mis tiempos. No sé si lo voy a lograr porque este año viene una bola de laburo. Desde muy niñe fui una persona con mucha necesidad de entender el sentido de la vida, pensaba que no podía ser que une pasara sin dar un sentido. Una vez le pregunté a mi mamá cuál era el sentido de la vida, y mi mamá me tiró una respuesta genial: “Esa es una de las preguntas que uno se va a hacer toda la vida, y lo que va cambiando son las respuestas durante los años”. Me re cerró. Y creo que Brandon me funcionó como respuesta. Yo siempre necesité una misión, no puedo transitar la vida sin algo que dejar. Ahora necesito buscar todo lo otro que ya no es una misión, es simplemente por placer, o que probablemente se transforme en una nueva misión porque uno es un loco manija. Yo me siento muy parecide a la Lisa chiquita. Me caigo bien, siento que fui muy fiel a esa personita que fui. Y eso me da gusto.