Cuando la música popular contemporánea argentina todavía lamentaba la noticia del fallecimiento de Flavio Etcheto, el pasado jueves, 2022 volvió a golpear fuerte en su estreno con la muerte de Martín Carrizo. Sucedió en la madrugada del martes, y fue su hermana Cecilia, más conocida por el álter ego que posicionó en sus días de animadora infantil, Caramelito, la que dio a conocer su partida a través de las redes sociales: “Decime, por favor, por dónde sigo”, imploraba la actual panelista del programa televisivo A la tarde. El baterista cumplió 50 años el pasado 3 de enero, de los cuales los cinco últimos los dedicó a luchar contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que padecía. 

A pesar de que se trata de una compleja enfermedad degenerativa neuromuscular (era la misma que tuvo Stephen Hawking), Carrizo siempre supo poner su mejor cara y ostentaba una actitud envidiable. Y es que una de sus principales características era su buen humor, así como su disposición para encarar los proyectos más complejos. Sin embargo, quien no lo conoció personalmente lo recordará a partir de ahora como uno de los mejores bateristas que tuvo el rock argentino. De hecho, esta afección apareció en su vida justo cuando disfrutaba de un estupendo momento artístico como integrante de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda que acompaña al Indio Solari.

Al igual que sus ex compañeros de grupo, el otrora líder de los Redonditos de Ricota utilizó su cuenta en Twitter para despedirse del músico. ”Don Martín pasó por esta dimensión con un espíritu decidido a ser joven siempre”, escribió el icono del rock argentino. “Desde ahí me ayudó a reír más de lo que mi locura me permitía. Por eso lo recordaré con las palabras que suelto en cada brindis. ¡Gracioso y valiente!”. Si bien Solari y Carrizo se conocían desde la década de los ochenta, cuando coincidieron en un complejo de salas de ensayo del barrio de la Chacarita, la relación profesional entre ambos surgió en 2007. En ese momento, el Indio lo citó en calidad de ingeniero de grabación para el disco Porco Rex, en donde tocó además las baterías de algunos temas.

Luego de invitarlo a tocar en el cierre de su gira de 2008 en La Plata, donde se sentó detrás de los tambores de los cinco últimos temas de sendos shows, el Indio Solari lo incorporó formalmente en su banda. No sólo se encargó de tocar la batería, sino que también le pidió que volviera a ser su ingeniero de grabación. Haciendo gala de ambos roles, Carrizo participó en el disco El perfume de la tempestad (2010). Lo mismo hizo en el cuarto álbum de la carrera de Solari fuera de los Redondos, Pajaritos, bravos muchachitos (2013). Tras ser parte de los shows multitudinarios que ofreció el cantante con Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado en 2010, siete años más tarde el músico debió abandonar el grupo a causa de su enfermedad. El anuncio lo hizo el propio frontman.

En agosto de 2019, en una entrevista que concedió para El Destape Radio, el Indio Solari, a propósito de la campaña que llevó adelante la familia del baterista para recaudar seis millones de pesos para su tratamiento médico, tuvo deferencias para con su antiguo músico: “Es como un hijo mío o un hermano menor, porque lo conozco desde muy chiquito. Ha sido el mejor baterista que hubo acá, en la Argentina, lejos”. Antes de ingresar en los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, Martín Carrizo se reconcilió en 2003 con Andrés Giménez, líder de A.N.I.M.A.L., y regresó a la banda que lo lanzó al estrellato. De ese reencuentro surgió el disco Combativo, producido por ambos, donde el trío continúa flirteando con el nü metal.

Después de la salida del primer baterista de A.N.I.M.A.L., Aníbal Alo, Carrizo vio su oportunidad para entrar a la banda. “Lo hice entrenar a Martín con pesas en los pies, en los brazos y salió un asesino”, se jactó el frontman. “Ahí empezamos a ensayar con Martín, y fue como que se nos abrió el mar”. En esa época, apareció el segundo álbum del power trío, y el primero grabado por su flamante miembro: Fin de un mundo enfermo (1994), al que le secundó El nuevo camino del hombre (1996). Luego de ese disco, la relación entre Giménez y Carrizo colapsó: “Nunca terminaron de estar contentos conmigo, y yo cada vez tocaba mejor para A.N.I.M.A.L.”, evocó el baterista. “Son cosas que se fueron sumando. Eso desencadenó mi partida”.

Apenas se enteró de lo sucedido, Walter Giardino lo convocó para que fuera el baterista de su proyecto solista Wálter Giardino Temple. Con el violero de Rata Blanca sólo llegó a tocar en vivo. Al poco tiempo, Gustavo Cerati pateó el tablero cuando convocó a Martín Carrizo para que fuera parte de las grabaciones del álbum con el que comenzó a ponerle fichas a su carrera solista: Bocanada (1999). Esa decisión echó por el suelo los prejuicios que existen con respecto a los músicos de metal, al tiempo que el músico era el indicado para ese golpe de batería preciso que dialogaba con el paradigma digital. Tanto en el proceso de grabación como en los setenta shows que realizaron para presentarlo, tuvo como compañero a Flavio Etcheto.

“En el momento en que me estaba desvinculando de A.N.I.M.A.L., levanto la cabeza para ver qué sucedía alrededor, y me entero de que Soda Stereo ensayaba para su última gira. Ahí mismo comenzó mi sueño de tocar con Gustavo”, le recordó Carrizo a este diario en 2019. “Los que verdaderamente me conocían sabían que mis raíces eran cien por cien del pop. Fue como volver a eso, pero potenciado por A.N.I.M.A.L. En un determinado momento me lo crucé en un estudio, y le manifesté mis ganas de tocar con él”. Una vez en el combo, el músico se tornó en un gran soporte. “Se vio desbordado, y dijo: ‘Necesito que alguien se haga cargo de las máquinas’, y ahí, desde atrás de mi batería, levanté la mano. A los diez minutos, tenía armada la NASA”.

Un par de años más tarde, Carrizo formó su propio proyecto: Pr3ssion, con el que sacó un disco de larga duración homónimo en 2001 (está colgado en Spotify y en YouTube). La mayoría de las canciones fueron grabadas en shows en vivo, salvo por algunas pocas que se hicieron en el estudio. Entre ellas destaca “Parte de las reglas”, que tiene como invitado a Gustavo Cerati. A partir de la transición de los noventa a los dos mil, el músico logró desdoblarse entre la ejecución de su instrumento, la producción musical y la faena más técnica del estudio de grabación. Esto ocasionó que sus servicios fueran requeridos por artistas tan diversos y disímiles como Abel Pintos, Zero Kill, Cabezones y Leandro Fresco.

Si bien el artista era muy activo en Instagram, cada posteo acercaba a sus seguidores y amigos a su realidad. Como cuando tuvo que vender sus tres baterías para costear el tratamiento. También utilizó a manera de metáfora la imagen de un elefante parado sobre él para describir cómo se sentía y el dolor que le acompañaba. Sin embargo, el más dramático fue el del día en el que abrazó los 50 años, donde afirmaba que nunca creyó que seguiría estando vivo luego de la Navidad. Más allá de la adversidad. Martín Carrizo deseó en todo momento su sanación: “Sigo queriendo mi recuperación”, dijo quien dejó su tratamiento a comienzos de este año por lo costoso que era. En su último feed, que data del 3 de enero, afirmó: “El 2022 me da muchas esperanzas”.