La escritora estadounidense Úrsula Le Guin nos legó muchas joyas, una de ellas fue La mano izquierda de la oscuridad que ha sido reeditada al castellano por Minotauro. En 1969, cuando la teoría queer estaba en ciernes, creó una sociedad no binaria. ¿Alguna vez probaron imaginar cómo sería el mundo si no estuviera fundado en la diferencia sexual que organiza todo de manera binaria entre varones y mujeres? Ese es el ejercicio de imaginación política en el que nos aventura la escritora en esta novela.

Poco antes de su muerte en 2018 su extensa obra era de difícil acceso, porque si bien gran parte ha sido traducida al castellano, los ejemplares estaban agotados y el mundo del usado era la única vía de acceso. De manera que la reedición de esta y otras de sus novelas más conocidas es bienvenida en estas latitudes.

Ciencia fricción

Mientras el mundo de la ciencia ficción masculinista se ha concentrado en presentar historias sobre violencia y dominación de otros mundos, Úrsula construyó una serie de novelas conocidas como «Ciclo de Hainish», donde exploró alternativas a la violencia y la explotación, ese es el propósito de Ekumen, una federación galáctica pacífica de mundos habitados por seres inteligentes. Esa creación le permitió experimentar sobre la humanidad y las formas de interactuar. La mano izquierda de la oscuridad forma parte de ese ciclo y allí la pregunta podría ser ¿Cómo sería el mundo y las relaciones sociales si la diferencia sexual no fuera el principal organizador de los intercambios humanos?

Para responder esa pregunta creó una raza de personas andróginas, lxs guedenianxs, a quienes les atribuyó una fisiología indefinida entre los seres humanxs del Hain. Estxs seres se vuelven sexualmente activxs una vez al mes, cuando están en la fase culminante del período de kémmer los genitales adoptan una forma en particular femenina o masculina para poder reproducirse. Cuando se vuelven sexualmente activxs pueden hacerlo como hombre o mujer, no se sabe cuál cada vez. Eso implica que a lo largo de la vida unx guedenianx puede engendrar a un hijx, ser madre en una ocasión o ser padre en otra.

Genly Ai (uno de los protagonistas de la historia) es el Enviado del Ekumen que se encuentra explorando el planeta Gueden/Invierno, sus naciones, sus habitantes, sus costumbres, etc. Será mediante la extrañeza de su mirada que la autora realizará el ejercicio antropológico de pensar lo diferente. Él mismo entiende que su modo de mirar es “demasiado deliberado: un guedeniano me parecía entonces primero un hombre, luego una mujer, y les asignaba así categorías del todo irrelevantes para ellos, y para mí fundamentales”. Lo cual nos obliga a preguntarnos: ¿Quién define lo masculino/femenino? ¿Con qué fines? ¿Por qué es tan relevante para un ser humano la diferencia sexual? Y a pensar acerca del carácter político de esa diferencia.

Lo normal, lo patológico

Por otro lado, desde la perspectiva guedeniana de la sexualidad normal, una prolongación excesiva del período de kémmer, acompañada por un desequilibrio hormonal permanente hacia lo masculino o lo femenino, es considerado una perversión, una anomalía. Desde esa definición de la sexualidad normal lxs seres humanos son seres perversxs porque se encuentran en kémmer de manera permanente, es lo que le ocurre a Genly portador de la rareza sexual. ¿Desde qué parámetros definimos lo que es normal en relación a la sexualidad? ¿Y qué es una perversión? Al crear otro mundo posible la autora habilita esos interrogantes y otros acerca de la sexualidad.

¿Qué ocurre con una sociedad cuando se suprime la diferencia sexual? Cuando cesa la clasificación de los cuerpos en función de sus hormonas, sus genitales. ¿Qué ocurre con su estructura social, con la administración de las industrias, la agricultura, el comercio, la literatura, la filosofía, el cuidado?

Podemos observar que sin diferencia sexual, el par dicotómico femenino/masculino que organiza los intercambios sociales se desdibuja, y esto tiene múltiples implicancias. Por ejemplo, si la posibilidad de engendrar un nuevo ser es azarosa, la autora sugiere que “nadie estaría atadx a priori física o psicológicamente a la crianza”, debido a que las cargas y los privilegios son compartidos de otro modo en esta sociedad ya que todxs corren los mismos riesgos o tienen que afrontar las mismas decisiones. En ese sentido, nadie es “tan libre como un hombre” de otro planeta. Tampoco hay virilidad que proteger, no hay orgullo masculino, ni reputación femenina que preservar. Al no haber división de la humanidad en pares dicotómicos: fuerte/débil; protectorx/protegidx; dominante/dominadx; activx/pasivx, la tendencia dualista del pensamiento se encuentra aminorada. Ahora, volvamos a la pregunta inicial

La incomodidad de lo que nos hace pensar

Cuando el libro fue publicado por primera vez fue percibido como un texto disruptivo, sin embargo, no llegó a captarse la inmensidad del ejercicio imaginativo que la autora nos había regalado. Las identidades no eran pensadas en términos fluidos. A finales de la década de los 60 recien se está comenzado a organizar un incipiente movimiento LGBT en EE.UU. luego de Stonewall, en Francia posterior al mayo francés en 1971 fue creado el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) y apenas un año después las Tortilleras Rojas, mientras que en Argentina en la misma época surgía el Frente de Liberación Homosexual. Hoy las condiciones para jugar con la autora son otras, si en lugar de intervenir nuestros cuerpos suprimiéramos la diferencia sexual, ¿qué ocurriría? ¿Qué formas adoptaría nuestro mundo?

En su época si bien fue marcada como una novela feminista, fue fuertemente criticada por “obligarnos a pensar en masculino por defecto todo el tiempo” ya que el marcador de género habitual que Le Guin usó fue el masculino como sinónimo de universal, a pesar de que lxs seres guedenianxs son andróginxs. Y si se trata de pensar de manera no binaria, ese desliz en el uso del lenguaje no es menor. Sin embargo, podríamos considerar que el ejercicio de esta autora no residió tanto en la intervención del lenguaje, sino en el mundo que creó para sus personajes andróginxs y en cómo el hecho de haber intervenido su fisiología permitió otro tipo de organización social y política. Y esa propuesta es, en sí misma, extraordinaria. Quizás las críticas (devenidas exigencias) de su época hayan sido injustas.