Mackenzie Crook está en su galpón. Detrás suyo hay una nave a escala, una maceta llena de cactus, una lata llena de lápices, una pecera y una pequeña red de pesca. "¿Te acordás de Pokemon Go?", dice el protagonista de The Office y Piratas del Caribe, rascándose su brazo tatuado. "Tenías que salir a buscar esos monstruitos con tu teléfono, y si querías encontrar los más raros tenías que irte más lejos. Eso me voló la cabeza. ¿Por qué no agarran unos binoculares y se van a observar aves? Porque es exactamente lo mismo, y son reales". Suspira. "No debería decir esto en voz alta. Sueno como un viejo."

Crook es un alma gentil. De voz suave, con algo de melancolía, el actor de 50 años viste como un camionero desaliñado, camisa a cuadros, gorra raída, tan flaco como siempre. Tiene el mismo aire modesto de Andy, quien recorre la campiña británica en la bucólica comedia de la BBC Detectorists, escaneando el terreno en busca de tesoros y encontrando la mayoría de las veces anillas de cerveza y moneditas. Y ama tanto la naturaleza como Worzel Gummidge, el espantapájaros benevolente que volvió para dos especiales de Navidad. De hecho, es la antítesis del personaje que lo hizo célebre. Por suerte.

"En realidad, Gareth es un poquito monstruoso", dice Crook sobre ese rol en The Office que lo hizo mundialmente conocido. Hace poco volvió a ver ese falso documental que cambió el juego de la comedia por primera vez desde su estreno, veinte años atrás. Y parece tener sentimientos mezclados. "No recordaba que fuera tan... urgh. Las cosas que saca a relucir cuando está intentando entablar conversación con las mujeres son diabólicas." El puede sentirse "urgh", pero es también brillante, singularmente gracioso. Gareth Keenan es el asistente del gerente regional de Wernham-Hogg, con un pesadillesco corte de pelo taza y un traje que no ajusta por ningún lado, el perfecto secuaz / mano derecha del detestable jefe David Brent, encarnado por Ricky Gervais. Es obsequioso y no tiene sentido del humor. A pesar de lucir como si pudiera perder una pelea con un pedazo de papel, asegura haber sido miembro de las fuerzas armadas.

"Es una performance extraña", dice Crook con la frente fruncida. "Parezco estar haciendo mucho más que todos los demás. Todos parecen lucir muy naturales, y yo parezco estar viniendo de un ángulo diferente. Es un personaje mucho más caricaturesco que cualquiera de los otros."

Por supuesto, se está desmereciendo. Incluso se las arregla para imprimirle una profundidad emocional a Gareth, como cuando se entera que David Brent va a irse y se quiebra y empieza a llorar. Pero el intérprete concede que el resto de la serie es muy bueno. "Aunque buena parte estaba basada en un humor cruel, las mejores partes son esas que tienen mucho corazón, que a veces te provocan un nudo en la garganta", dice. "Sin esas pinceladas, hubiera sido un poco demasiado cruel."

The Office transformó a la comedia, que hasta entonces estaba llena de lustrosas estrellas y risas grabadas; su influencia se ha hecho más y más notoria en los años transcurridos desde que terminó, en 2003. Pero si se la mira a través de ojos contemporáneos, los extremos a los que llega de racismo irónico, misoginia y desdén por el otro producen un impacto. Recientemente, Gervais aseguró que si el show saliera hoy al aire sería "cancelado" -en el sentido moderno del término-, aunque después aclaró que estaba bromeando.

"Supongo que es un documento de su tiempo", dice Crook. "Lo que estábamos retratando entonces eran cosas que se estaban diciendo en el ambiente de las oficinas, y la gente se salía con la suya con eso. Con lo que nosotros lo estábamos puntualizando, riéndonos de esa gente que se comportaba de manera tan horrible. Pero sí, no creo que esas cosas puedan decirse más en un ambiente de trabajo sin que alguien reaccione a ellas. Con lo que no, hoy no podrías meter esas cosas en una comedia." Pero a pesar de todo la gente lo sigue disfrutando, agrega. ¿Entonces no hay una necesidad de cancelación? "Daba un poco de vergüenza ajena por momentos pero no, no se necesita eliminarla del mapa."

Crook como Ragetti en Piratas del Caribe.

Cuando terminó The Office, Crook estaba feliz en cierto modo de dejar atrás a Gareth. No solo porque significaba decirle adiós al corte de pelo, que exhibió con muchas reservas cuando se casó con su esposa Lindsay, o porque ya se estaba cansando de "entrar a un pub y que se me acercaran tipos a pedirme que hablara con su hermano por teléfono... eso podía arruinarte la noche." También le alegraba que ese final significara tomar nuevos y menos diabólicos roles. Así como Gervais se fue convirtiendo en una persona pública aún más cruel en la última década, Crook fue en el sentido opuesto. Tuvo un breve divertimento con el cine: interpretó al tuerto bribón Ragetti en Piratas del Caribe -un personaje que amó pero que involucró demasiado tiempo de espera cerca o dentro del mar- y a un empleado de delivery en la vilipendiada Sex Lives of the Potato Men, que describe hoy como "una película horrible". Y luego decidió que el cine no era para él.

Así fue como volvió al mundo de la televisión, donde hay menos tiempo de espera por ahí y más espacio para la creación. Primero hizo Detectorists, un entretenimiento en sordina sobre dos detectores de metales que escribió, dirigió y protagonizó junto a un Toby Jones en plan cascarrabias. Y entonces llegó Worzel Gummidge.

Si resucitar al espantapájaros con sentimientos del espeluznante show infantil de los '70 parece una decisión extraña, para Crook tuvo perfecto sentido. "En los comienzos de mi carrera, la gente se la pasaba sugiriéndome personajes raros que debería interpretar, que incluían a Worzel Gummidge." Con lo que decidió darle una oportunidad. "Para mí se siente como una evolución de Detectorists, que estaba planteado mayoritariamente en el paisaje inglés, y en el que dejábamos pistas sobre lo mítico y lo mágico. Pero con Worzel Gummidge pude poner eso al frente, y convertirlo en una historia mágica para niños."

No fue fácil. "Una de mis mayores preocupaciones fue que se viera bien, no quería que fuera algo atemorizador. Quería que pareciera alarmante a primera vista pero que luego empezara a sonreír y a hablar, y que se dieran cuenta de que era un buen tipo. Pero, por supuesto, cuando salieron las primeras fotografías, estaba realmente nervioso porque la gente lo viera y dijera que iba a ser aterrador". 

Sus temores no eran infundados. Cuando se lo vio por primera vez en 2019, las ramas en sus manos y la barba eran algo perturbadoras, pero el programa era muy bueno. En parte parábola sobre la protección del medio ambiente, en parte comedia acogedora ideal para Navidad, es la historia de dos chicos de ciudad que se mudan a una granja y entablan amistad con un balbuceante espantapájaros. Crook resulta altamente disfrutable, tan ridículo como naif como puede resultar un montón de leña menuda rellenando un abrigo rojo de corte napoleónico. Pero por debajo hay algo de angustia existencial, también.

"Primero y principal, quería que fuera divertido para los chicos", dice Crook cuando se le pregunta si hay alguna analogía allí. "Y segundo, supongo, era una apreciación del mundo natural." Crook una vez consideró comprarse un auto deportivo, antes de inclinarse por un terreno de bosque protegido. "No quería estar emitiendo un mensaje sobre ser amigable con el medio ambiente porque los pibes ya están muy embarcados en eso. Son las generaciones anteriores las que tienen que ponerse al día."

Así como es graciosa e inspiradora, en el fondo de Worzel Gummidge hay cierta tristeza. En uno de los episodios más recientes, en el que Worzel visita una feria tarde en la noche para evitar que lo vean los humanos, le dice a los chicos: "Sé que debo dejar de desear ser humano, pero a veces no puedo evitarlo. Ustedes no saben lo afortunados que son." Aun con su raro humor, hay momentos en los que el programa fuerza a pensar lo realmente deprimente que debe ser una vida confinada a un solo lugar. 

"Es gracioso, hay gente que apunta cosas de mi escritura y yo pienso 'bueno, supongo que quise decir eso, pero realmente no lo había pensado con tanta profundidad'", dice Crook. "Quiero decir, parte de su trabajo es pretender ser un humano, pero sin comunicarse con ellos. Con lo que tiene que ir pescando pistas sobre qué significa ser humano. Desde su perspectiva, los humanos tienen un montón de cosas a su disposición, y eso puede ser muy bueno."

Debe implicar un montón de confianza el escribir, dirigir y protagonizar tu propio show, y aún así abundan las referencias a la timidez de Crook. En 2007 fue uno de los protagonistas de una puesta teatral de La gaviota de Chéjov, junto a un entonces desconocido Carey Mulligan. El director Ian Rickson recordaría más tarde que "en los ensayos Mackenzie y Carey podían a veces ser tan tímidos que podían llegar a pedirme que mirara para otro lado cuando estaban actuando". Este año volverá a los escenarios teatrales, en el West End, recreando su personaje junto a Mark Rylance en la aclamada Jerusalem, estrenada 13 años atrás. ¿Y qué hay, entonces, con su timidez?

"¿Soy tímido?", pregunta Crook. "Supongo que sí, lo soy", dice, y se toma un momento para pensar. "No sé si es timidez o cierta torpeza social. Me pone muy ansioso conocer gente, olvidarme los nombres de las personas, no saber si ya estuve con alguien antes..." Afortunadamente, todos esos temores desaparecen cuando está actuando. "Actuar es como una liberación de esa torpeza. En cuanto se encienden las cámaras, con una especie de cabeza de nabo, en el medio de un campo, haciendo una danza tap, ya no soy un torpe social." Se ríe. "Es realmente una liberación."

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.