“Empecé a usar café por casualidad, hace menos de seis años, cuando accidentalmente derramé una taza sobre una mesa blanca, y de repente apareció ante mis ojos un nuevo mundo hecho de sombras, una distinta a la otra…”, anota la artista Giulia Bernardelli sobre la materia prima que no solo le viene pipa para deleitar su paladar y despabilarse cada mañana: el café sirve a esta mujer de 34 años como pintura, para componer obras tan exquisitas como efímeras. Antes de pasar el trapo, Bernardelli -que vive en Mantua, pequeña ciudad al noreste de Italia- es capaz de lograr con tan solo un espresso y una cucharita, imágenes de la Sagrada Familia, famosa catedral de Gaudí; un recreación bastante exacta de Le Déjeuner sur l’herbe, de Édouard Manet, o de frescos de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. También retratos de -por poner un ejemplo- los personajes de la serie La casa de papel.

“Siempre me han fascinado los colores, las composiciones, los detalles, las formas, y con la práctica he adquirido buenas habilidades manuales”, cuenta Giulia, aficionada al arte desde pequeñita, cuando corría entre las estanterías de la librería/galería de su padre; más tarde, dicho sea de paso, estudió y se diplomó en la Academia de Bellas Artes de Bolonia. De hecho, ya de chicuela notó que “todo lo que necesitaba para hacer un cuadro estaba a mi alrededor, solo tenía que prestar atención a mi entorno y animarme a reemplazar óleos, témperas, pinceles con lo que la naturaleza me ofrecía, fueran hojas o cáscaras de fruta. Elementos que traen sus propias texturas y colores”.

“La mayoría de mis creaciones son temporales y están destinadas a esfumarse: se comen o se consumen y, por lo tanto, su desaparición es inevitable”, aclara quien no solo se apaña con humeantes pocillos de café: también confecciona piezas con harinas, chocolate derretido, otras bebidas, helados de distintos sabores, mermeladas, hierbas, jarabes… Su trabajo, segura ella, no es más que el producto de un juego, de una mirada eternamente curiosa, de una exploración constante de la realidad que la inspira. Mal no le ha ido: mayormente conocida por su laburo con café, ha sido fichada por numerosas marcas (Pirelli, Disney, Segafredo, Siemens, entre ellas) para crear piezas temáticas, que pueden verse en sus redes sociales.