La ciudad brasileña de Petrópolis volvió a registrar fuertes lluvias este viernes, tres días después de un temporal histórico que ya dejó al menos 122 muertos y cubrió barrios enteros de lodo, bajo el cual todavía yacían desaparecidos. De vuelta de su viaje a Rusia y Hungría, el presidente Jair Bolsonaro sobrevoló la ciudad y visitó brevemente la zona devastada, acompañado de varios de sus ministros, tras lo cual admitió los ajustes en el presupuesto para prevenir este tipo de desastres.

"Vimos una intensa destrucción, una imagen casi de guerra", dijo Bolsonaro, en declaraciones retransmitidas por televisión. El presidente se defendió de las críticas que suscitó la tragedia, ocurrida por unas lluvias torrenciales en una zona montañosa de construcciones precarias. "No podemos prever todo lo que va a acontecer en 8,5 millones de km2 (la superficie de Brasil). La población lleva razón a la hora de criticar, pero esto es una región accidentada, no es la primera vez que ocurre una tragedia aquí. Vamos a poner de nuestra parte. Medidas preventivas están previstas en el presupuesto, pero es limitado", admitió el mandatario.

El comentario sobre el presupuesto para desastres fue producto del cuestionamiento sobre la reducción del 75% de las partidas que en 2021 el gobierno federal tenía para la prevención de desastres naturales. Al mismo tiempo, el portal de la transparencia del gobierno de Río de Janeiro informó que el gobernador Claudio Castro, bolsonarista, ejecutó apenas el 47% del presupuesto que tuvo el año pasado destinado a la prevención de deslizamientos de tierra.

Los rescates

En tanto, en esa antigua ciudad imperial, situada al norte de Rio de Janeiro, se sigue trabajando a destajo, aunque la esperanza de hallar víctimas con vida se agota.

Morro da Oficina, uno de los cerros del barrio Alto da Serra, puede considerarse el epicentro de la tragedia. Unas 80 casas de ese cerro quedaron sepultadas por la fuerza de los torrentes de lodo que arrastraron automóviles, buses con pasajeros y todo a su paso.

"Puede ser que todavía haya más de 50 personas aquí abajo, desde el martes ya fueron retirados 98" cuerpos, explicó Roberto Amaral, coordinador del grupo especializado en desastres naturales del Cuerpo de Bomberos Civiles, mientras efectivos y voluntarios retiraban escombros y cavaban con palas y azadas en el lodo en busca de algún rastro de vida. "Nos gustaría terminar cuanto antes, pero aquí tenemos que trabajar hasta que salga el último", agregó.

Por la mañana, llovió con fuerza y las autoridades municipales volvieron a activar las sirenas de alerta por riesgo de deslizamientos. Pasado el mediodía el agua dio una tregua. 

"Todo el mundo está con mucho miedo. Cualquier ruido nos asusta. Toda la ciudad está así", dijo Antenor Alves de Alcantara, un jubilado de 67 años, que se trasladó con sus familiares a una colina próxima. "Está bien que el presidente nos visite, pero no va a cambiar nada", agregó.

Por ahora hay 122 muertos confirmados, 24 rescatados y 849 desplazados, mientras que las cifras de desaparecidos son confusas debido a los pocos cuerpos identificados, que la estatal Agencia Brasil cifró en 57 este viernes. La Policía Civil registraba 116 desaparecidos, según los medios locales.

La noche del jueves, las precipitaciones volvieron con fuerza, las tareas de rescate fueron suspendidas y vecinos de varios barrios fueron llamados a resguardarse en casas de familiares o refugios públicos. Al menos dos calles fueron cerradas y los vecinos evacuados preventivamente tras un deslizamiento de "bloques rocosos", que no causó heridos.

Según los expertos, la tragedia es consecuencia de una combinación de factores, entre estos una lluvia en seis horas superior a la media histórica de todo febrero, la topografía de la región y la existencia de grandes barriadas de casas precarias, muchas de ellas construidas de manera ilegal, en las escarpadas zonas de riesgo.