Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis (nacidos en 1986) son dos directores italoamericanos. Su colaboración comenzó con el mediometraje Belva nera, en 2013, y con el premiado documental Il solengo, estrenado en 2015. Su trabajo se centra en los cuentos y leyendas populares de la tradición campesina y en el mecanismo incompleto e imperfecto de la tradición oral que acaba dando lugar a nuevas historias. Desde este jueves se podrá ver en salas argentinas su nuevo film, La leyenda del Rey Cangrejo, que a su vez, es su primer largometraje de ficción. La leyenda del Rey Cangrejo (ver crítica aparte) se estrena comercialmente tras su paso por importantes festivales internacionales como Cannes (Quincena de los Realizadores), la Viennale y Mar del Plata.

La historia se sitúa, en su primera parte, en el pequeño pueblo de Tuscia, Italia, a fines del siglo XIX. Convertido en un desafortunado criminal, Luciano es un borracho que, como todo loco de pueblo, sacude las estructuras de su comunidad al no querer encajar en ninguna de ellas. La rebelión ante la autoridad y un amor prohibido desencadenan una tragedia. Es exiliado a la lejana Tierra del Fuego (en la película se la denomina "el culo del mundo"). Ya en la segunda parte de la película, en Argentina Luciano tiene otra identidad, la de un sacerdote salesiano que monta a caballo observando cuidadosamente los cangrejos en la tundra de Tierra del Fuego. El cura espera a que un crustáceo lo guíe hacia un lago que esconde un tesoro robado a la corona española. Con la ayuda de despiadados buscadores de oro, se embarca en la búsqueda de un mítico tesoro, trazando el camino de su redención. Sin embargo, en estas tierras estériles, sólo la locura y la codicia pueden triunfar.

Alessio Rigo de Righi comenta en la entrevista con Página/12 que con el codirector, Matteo Zoppis, La leyenda del Rey Cangrejo es la tercera película que hacen a partir de unos relatos que escucharon en una pequeña casita de caza, un refugio donde unos cazadores se reúnen a tomar vino, comer, charlar y contar historias. “Nos pasó que en cada una de estas películas escuchamos una historia que, de alguna manera, nos llevó a la película siguiente. Fue el mismo caso con esta. Mientras filmábamos Il solengo, que es nuestro documental anterior, nos contaron por primera vez la historia de Luciano, un borracho según ellos, que a fines del siglo XIX entró en conflicto con el príncipe del pueblo y después cometió un crimen y fue exiliado a la Argentina”. El cineasta afirma que ese fue el disparador. Como esta vez la historia era antigua, trabajaron ambos en un guion de ficción, aunque la esencia de sus trabajos no se modificó.

-¿Más que una adaptación de la leyenda fue un ensamblaje de leyendas italianas y latinoamericanas?

-Sí, se puede decir eso, aunque en Italia es más bien la historia de este hombre mezclada con verdades, mentiras, cosas escuchadas no verdaderas y en Tierra del Fuego es un ensamblaje de historias que leímos, escuchamos de aventuras de la zona y de la época para completar la historia.

-¿Cómo fue el trabajo de reconstrucción de época de fines del siglo XIX?

-Con Matteo y todos nuestros colaboradores no quisimos recrear con fidelidad un momento histórico particular (aunque sí queríamos que fuera fines de 1800) sino evocar una idea fabulesca, de cuento. Entonces, sí se generan reflexiones de la época como el derecho del paso del príncipe, y en Tierra del Fuego también porque en esa época se decía que había oro en la costa. Entonces, de muchos lados fueron ahí en búsqueda de fortunas. Hay elementos históricos que son reales, pero a nivel de reconstrucción quisimos evocar y en algunos elementos escénicos nos divertimos en mezclar épocas también.

-¿Siempre pensaron dos momentos en la historia?

-Sí, la idea era retomar la historia de este hombre en su conclusión. Retratamos los días anteriores a su mayor trauma, por así decirlo, y después lo encontramos en su recta final del otro lado del mundo. Eso es a nivel temporal y también metafóricamente como relato íntimo de él.

-¿La inclusión de canciones populares ayudaba a ambientar ese clima de tradiciones?

-Sí, hicimos un trabajo de búsqueda con el director musical Vittorio Giampietro de cantos populares y nos dimos cuenta de que las melodías se repetían, pero las letras cambiaban. Entonces, según la región de Italia se contaban historias distintas dentro de una misma melodía. Después de haber definido las melodías que más nos gustaban, Vittorio hizo reescribir los textos y las hizo cantar de nuevo por un coro que él dirigía, con mujeres del pueblo. Eso alimentaba la idea de que los cuentos se van sedimentando, esa especie de creencia en el relato, en las historias.

La leyenda del Rey Cangrejo

-¿Cómo experimentaron el pasaje del documental a la ficción?

-Nuestro documental Il solengo está bastante guionado, pero claramente en este caso fue distinto porque hay escenas escritas. Nosotros trabajamos con intérpretes que en la primera parte son no profesionales, son gente del pueblo. Pero a nivel íntimo se sintió natural. Obviamente a nivel de producción fue bastante más complejo.

-En su primer documental trabajaron sobre la pantera y en el segundo sobre el cerdo. Ahora está presente el cangrejo. ¿Tienen una debilidad por los animales?

-El primer documental, Belva nera, parte de la historia de contar una famosa leyenda de una pantera negra que asustaba a los campesinos de la zona, pero termina siendo una especie de retrato del dueño de la casa de caza. El segundo, Il solengo, es la historia de un hombre que vivió durante muchísimos años aislado de la sociedad en una cueva y muestra cómo estos hombres van deconstruyendo sus personalidades sus vidas. Seguramente hay una fascinación con la idea del hombre en relación a la naturaleza y los animales. En este caso, el cangrejo nos parecía un animal misterioso, casi prehistórico, que podía llevar a la película a un elemento de surrealismo, un poco de magia.

-¿Se podría decir que La leyenda del Rey Cangrejo tiene algo de documental camuflado?

-La película empieza en ese refugio donde unos señores recuerdan la historia de Luciano. Empieza como documental y después se transforma, y se vuelca en la ficción.

-¿Qué se propusieron para la construcción del personaje Luciano?

-A partir de esas historias que escuchamos, quisimos volcar en el protagonista unas inquietudes que sentimos de nuestra generación. Y elegimos como protagonista a un amigo, Gabriele Silli, que es un artista plástico y que fue su primera experiencia como actor. Pensamos en él para que se sintiera en la primera parte de la película como una persona que no encaja dentro del pueblo donde se desarrolla la historia al comienzo. Pero el trabajo con él fue largo y muy intenso. Se dedicó con pasión a la construcción del personaje. Esa barba que tiene son los cuatro años que pasó ensayando el personaje. Quisimos construir un personaje que fuera cercano a nuestra generación, también como alguien que podría hacer lo que quiere pero destruye todo, que encuentra el amor y lo pierde y que finalmente pasa de una especie de aspiración anarquista para el pueblo y lo derechos de sus compañeros al individualismo de América en la búsqueda de fortuna, en la segunda parte.

-Claro porque en la primera parte es un hombre en sociedad, mientras que en la segunda prima su individualismo, como también señalabas. ¿Qué buscaron reflejar con este cambio?

-A nivel íntimo del personaje, un cambio interno. Paradójicamente, en la primera parte, lo destruye todo, y en la segunda tiene que pasar por muchas dificultades para volver a encontrar eso mismo que había destruido. Entonces, a nivel íntimo del personaje, hay como una especie de camino de redención de Luciano, que trata de reconstruir. A nivel más general, está la idea de contar la historia de un hombre que no puede encontrar su lugar dentro de la sociedad y que trata de hacerlo tirando al medio a estos campesinos, tratando de convencerlos de revelarse al príncipe, y la gente que no lo sigue y todo termina en una tragedia. Y en la segunda parte, la búsqueda del oro, el hombre solo en búsqueda de fortunas.

-En “el culo del mundo”, como señala la película, Luciano borra su pasado. ¿Es, en ese sentido, una reflexión sobre la identidad?

-Sí, sin duda lo es. Hay mucha reflexión acerca de la identidad y de cómo se debería construir hoy en día. Por eso, por más que la película esté ambientada en el siglo XIX, la sentimos actual. Esta búsqueda de una identidad, de tratar de encontrar un lugar y no saber cómo.

-¿Es también una historia de segundas oportunidades?

-Sí, pero quizás en este caso más bien de redención, de búsqueda de una salvación. El personaje principal quiere volver a su casa.

La leyenda del Rey Cangrejo

-¿Cómo fue filmar en Tierra del Fuego? ¿Cuáles fueron las dificultades en un territorio tan frío?

-La idea de filmar ahí estuvo desde un comienzo. Con Matteo hicimos un viaje en 2016 allí. Y allí germinó la película, empezamos a reflexionar sobre esta historia. Necesitábamos esa variedad de lugares que nos fascinó. Y filmar ahí fue visualmente muy impactante y, a nivel productivo y logístico bastante complicado porque por más que sea un lugar geográfico donde se pueden encontrar diferentes paisajes en un espacio reducido, igualmente las distancias son significativas en términos de movimientos de un equipo de filmación. Entonces, teníamos mucho viaje por día para llegar en barco a la costa. Filmamos en Ushuaia, Tolhuin y de ahí nos fuimos moviendo a las otras locaciones. Había mucho traslado todos los días. Filmamos en febrero, en verano. Sin embargo, hubo días, como el del rodaje en Cerro Castor, en que estábamos  a 6 grados bajo cero, con muchísimo viento y los actores estaban vestidos con ropa liviana. Hubo algunos días de condiciones climáticas bastante adversas y una destreza de producción alta para manejar toda la logística. Para mí, la parte aventurera del rodaje fue una de las experiencias más alucinantes.

-¿La definirías como un western o como una película de aventuras?

-Como un western de mar (risas) y una historia de amor y de aventuras. Hay mucho de historia de amor en nuestra idea de la película, pero claro que es más aventurera, sobre todo en la segunda parte.

-¿Pasolini y Herzog son influencias en el cine de ustedes?

-Sí. Al ser dos, trabajamos mucho con referencias de películas específicas y hablamos mucho de cine todo el tiempo para lograr llegar a un acuerdo. No nos dividimos nada. Los dos estamos en todo. Y después hacemos lo mismo con el director de fotografía. Seguramente la película esté impregnada de toda nuestra pasión por el cine. Y ahí están claramente Herzog, Pasolini y muchas más que nos apasionan y nos guían.

-Algunos críticos encontraron elementos de Jauja. ¿Te interesa el cine de Lisandro Alonso?

-Sí, me gusta mucho su cine. Lo conozco, es un amigo. Cuando llegué a Argentina hace quince años, me apasioné muchísimo del tipo de cine que se hacía acá y de la forma que se hacía. Y fue una las razones por las que me fui quedando. Y las películas de Lisandro Alonso siempre me gustaron mucho.