Un nuevo 8M nos convoca a hacer un repaso de los avances que hemos conseguido las mujeres cis y trans en los últimos años, pero también nos exige trazar cuál es el camino que todavía nos queda por recorrer. Una de nuestras conquistas más importantes fue sin duda la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, pero también lo fueron la Ley Brisa, la Ley Micaela, la implementación del DNI no binario, la Ley de Cupo Laboral Trans; además desde 2019 contamos con un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, como también desde el 2021 con el primer presupuesto con perspectiva de género.

Pensar proyectos para luchar contra la violencia de género y para ampliar los derechos de las mujeres no es sencillo. Las violencias que sufrimos son transversales a todos los aspectos de nuestras vidas, y cada vez que logramos avanzar con una conquista aparecen nuevas aristas, nuevos problemas. Además, los números de la violencia machista siguen siendo alarmantes: en los dos primeros meses del año hubo una víctima mortal por violencia de género cada 26 horas en el país, según los datos del Observatorio Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”. Específicamente entre el 1° de enero hasta el 28 de febrero de 2022 se produjeron 52 femicidios y 2 trans/travesticidios.

En la Ciudad de Buenos Aires no contamos con datos oficiales. El gobierno local no publica información sobre delitos contra la integridad sexual ni sobre delitos contra la libertad como las amenazas, pero desde el Observatorio Gente en Movimiento trabajamos con números de la Unidad Fiscal Especializada contra las Mujeres y destacamos lo siguiente: las víctimas de abuso sexual con acceso carnal registradas aumentaron un 46% de 2014 a 2019, y las víctimas registradas de otros delitos contra la integridad sexual se han sobretriplicado (pasando de 718 en 2014 a 2443 en 2019: un aumento de más de un 240%). Hay que aclarar que probablemente este aumento no esté vinculado únicamente a una mayor frecuencia de estos tipos de delitos, sino también a un aumento en la tasa de denuncia favorecido por el contexto de visibilización y desestigmatización de las víctimas que trajo consigo los últimos años el movimiento feminista.

Dado mi oficio como periodista, muchos de mis proyectos apuntaron a la comunicación, algo que considero fundamental para dar la lucha en el plano cultural. Sabemos que los cambios en el plano simbólico son difíciles porque tienen que ver con nuestras costumbres, con hábitos automatizados y muy arraigados. Pero es por eso mismo que es importante avanzar: transformar la sociedad es también transformarnos a nosotras mismas.

El primer proyecto que presenté como diputada tuvo esta marca. El objetivo era que se instituyera la "Semana Nacional de lucha contra la violencia por razones de género", del 18 al 25 de noviembre de cada año. Lamentablemente el proyecto perdió estado parlamentario. Hoy lo voy a volver a presentar, porque las cifras siguen indicando que es necesario. Además, impulsé la iniciativa para que haya equidad en los medios de comunicación entre hombres y mujeres, no solo en las tareas periodísticas, sino también en la dirigencia de los medios. También la capacitación en la Ley Micaela, tanto en medios de comunicación como en agencias de publicidad.

A estos proyectos se le suma una batería de iniciativas que apuntan a deudas en el plano material. La ley de cupo travesti-trans es una de las más claras en este sentido, por atender los reclamos del colectivo más postergado de nuestra sociedad y permitirles ingresar al mundo laboral. Otro proyecto clave fue el que apuntaba a que sean las mujeres que están a cargo de su familia quienes cobren los salarios familiares, en lugar de los hombres, algo que parece obvio pero que fue necesario atender por medio de una normativa.

También es importante seguir avanzando con nuevas herramientas que den mayor seguridad a las mujeres. Hubo dos iniciativas que me parecieron importante impulsar: por un lado, la implementación de dispositivos duales para la violencia por razones de género, porque los hombres violentos siguen sin cumplir las perimetrales; y la suspensión de la portación, tenencia y transporte de armas a efectivos de las fuerzas de seguridad denunciados por violencia de género o intrafamiliar.

Si hago esta enumeración es para dar cuenta de lo amplio que es el problema que estamos enfrentando, de la cantidad de dimensiones que tiene y que muchas veces no advertimos. Pero también del enorme trabajo que hacen las mujeres para tejer redes, hacer oír sus reclamos y luchar por un mundo más justo. Estos proyectos y leyes son eso: una institucionalización de los reclamos que miles de mujeres impulsan todos los días, a toda hora. Son proyectos colectivos, con historias detrás, con mucho dolor, pero también, y sobre todo, con sororidad. 

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