"Abran que va la banderaaaa", se escucha de repente. Todos se despabilan. Aún cubriéndose del viento y la llovizna molesta intentan hacerse a un lado, apurar el paso. El servicio meteorológico anunciaba el miércoles un posible temporal. Se habló de ciclón, pero nadie en la ciudad de Buenos Aires le hizo caso, parece. Pues están todos en las inmediaciones de la Plaza de Mayo. En la Avenida que culmina en la plaza, bastante más adelante de la bandera anunciada, la azul, la de las fotos en blanco y negro de los detenidos y desaparecidos homenajeados en este Día Nacional de la Memoria, avanzan las Madres de pañuelo blanco. Varias en silla de ruedas, abrigadas con mantitas tejidas, blancas y de colores, cubiertas por pilotos, encabezan la primera marcha después de dos años de pandemia, de cuatro de gobierno macrista, de cuatro décadas de reclamo en busca de sus hijos. Le dieron pelea a todo, le siguen dando pelea a la ausencia.

Zoe se hace de un lugar al lado de uno de los cinco paños azules de las fotos. Toma un pedacito y se suma al ritmo de la caminata que esté año va más rápido que se costumbre. "Vamos, vamos", llama a sus amigas que se aferran junto a ella. Una mujer lleva a un hombre mayor del brazo. Caminaba por la vereda hasta que aprovecha un claro en la multitud para bajar a la calle. Le sirvió justo, por ahí está, a esa altura, la foto de su desaparecido, impresa en el vinilo azul sostenido por Zoe, sus amigas, decenas de otros. Se acerca, le deja un beso y un mimo. Y vuelve a la vereda. El hombre mayor llora.

El día amaneció nublado pero con el correr de las horas dejó disfrutar del sol. Este año, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia convocó, marchó y leyó su documento más temprano que el movimiento nacional de organismos de Derechos Humanos. La Asociación de exDetenidos Desaparecidos y las agrupaciones de izquierda que lo integran marcharon hacia la plaza cerca de las 14 y poco antes de las 15 comenzaron a desconcentrar. Fue entonces que el tiempo empezó a desmejorar.

Para esa hora, el ventarrón estaba desatado y el cielo, gris oscuro. Los árboles de la Avenida de Mayo se bambolean y un poco entristecen a las almas de todas las edades que colman la calle. No se van a ir, "se va la lluvia, ya pasa", circula. Y tiene la razón, porque siempre la calle siempre la tiene: escampa el temporal y el cielo aclara un poquito.

"Estamos felices de volver a la plaza después de dos años, acá estamos con nuestra propia columna", dice Laura, orgullosa del "colectivo" que confirma con compañeros, amigos e hijos de varios. Vienen del Delta, viven en una islita de por allí.

                                                                                                  Crédito: Guadalupe Lombardo

Volver a la plaza

Salvador tiene 16 años y camina junto a la columna que encabeza la movilización. No es su primera marcha por el Día de la Memoria, pero tiene de especial que esta vez vino con sus amigos, todos estudian el nivel secundario en el Osvaldo Pugliese de esta ciudad. “El terrorismo de Estado es algo que sabemos nosotros que no se puede olvidar y como jóvenes sabemos que es imporstante estar acá, mostrar que no nos chupa un huevo, que sabemos qué pasó, que no lo vamos a olvidar”, argumenta.

Como el de Salvador y sus amigos son muchísimos los grupos de chicas y chicos, adolescentes, de veintis, de treintis, que se acercaron a la Plaza de Mayo. Muchos ocupan la Plaza antes de que ingresen los organismos, inclusive. “Nos gusta estar juntes acá, el 24 de marzo es una fecha que nos encuentra, que nos gusta pasar entre todes”, dice Paula, que organizó con sus compañeros de facultad el encuentro de esta tarde. “Dijimos a las 15 en la Pirámide, obvio que después tuvimos que mensajearnos para poder vernos porque ya había bastante gente a esa hora”, completa Julián.

La letra de una canción que ya es himno de movilizaciones populares interrumpe esta charla y casi todas las otras que se están dando en ese momento en este lugar: “Banderas en tu corazón, yo quiero verlas”, cantan todos casi tan fuerte como dos segundos después celebran con un “Madres de la Plaza el pueblo las abraza” que ellas, y detrás el resto de los organismos de derechos humanos –Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S. regional capital y sus letras fucsias reclamando “¿Dónde están?”, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas y el resto– ingresan a la Plaza.

Homenajes

En este 24 de Marzo se cumplen 46 años de la última dictadura cívico militar eclesiástica, pero no es lo único que se conmemora en la movilización. A 40 años de sucedida, la Guerra de Malvinas, el recuerdo de los jóvenes que combatieron y el reconocimiento de quienes sufrieron delitos de lesa humanidad mientras batallaban contra el Ejército inglés, pero también contra el hambre, el frío y el destrato tuvo un lugar fundamental. De hecho, la bandera de los excombatientes caminó la Avenida de Mayo detrás de los paños azules de los desaparecidos. “Necesitamos que el proceso de Memoria, Verdad y Justicia también incorpore a la Guerra de Malvinas para que los crímenes de allí no queden impunes”, leyeron referentes de las agrupaciones de ex combatientes sobre el escenario.

Los militantes fusilados en la Masacre de Trelew también fueron especialmente mencionados. “Trelew fue el ensayo de lo que vino después”, dicen desde el escenario y Claudia asiente con la cabeza. “Ronda los 60”, indica que diga esta crónica cuando se la consulta por su edad, un dato clave en su testimonio. Pues, asegura, aún recuerda aquella matanza en la base naval de Trelew adonde fueron llevados los 16 jóvenes militantes que habían intentado fugarse de la cárcel de Rawson a mediados de agosto de 1972: “Escuché en la casa de mis padres hablar del tema, de unas personas asesinadas, me acuerdo de los barullo que se armó en el velatorio de algunos de ellos –la despedida colectiva en la sede del partido Justicialista que fue reprimida–, en mi casa estaban muy angustiados. Y es verdad que fue la antesala del horror”, recuerda. Tenía 10 años entonces.

"Ellos y ellas están hoy entre nosotros. ¿Los ven?, ¿los ven?", preguntaron desde el escenario hacia el final de la lectura de un documento en el que los recordó, Luego vinieron los nombres de cada uno de los fusilados y el grito de “¡presente!” que los abrazó.

El día en tu corazón

Los referentes de los organismos ya están arriba del escenario, preparados para la lectura del documento final, con el siempre cierran cada acto por el Día de la Memoria. La Plaza de Mayo está desbordada, sus alrededores igual, aunque se puede circular. No hay amontonamiento, pero el contacto cuerpo a cuerpo es bienvenido. Del ciclón anunciado y que amagó, solo queda el frío.

Las columnas siguen avanzando por la Avenida de Mayo porque todavía quedan colectivos por avanzar cuando Graciela Lois y Lita Boitano arrancan la lectura. Lorenzo mira a lo lejos, abrazado a uno de sus seis hijos, Federico, que lo acompañó junto a su novia Camila. Están emocionados, celebran “el encuentro, la plaza, las banderas, la política”, dice el padre y subraya: “Por todos es importante salir a la calle, por mí, por ellos, por los que no están, por los que están”.