"Nunca pensé que ese beat, que no había sido pensado para ahí, pudiera estar en ese disco, tal vez el más importante de los que salieron este año a nivel global. Hice el beat pensando en el club, en lo que me gusta tocar como DJ", dice incrédula la productora, beatmaker y dj Tayhana. Tiene 33 años, es marrona, patagónica y según su propia definición, "latina y dura". Y el track del que habla es CUUUUuuuuuute, el tema 12 de Motomami, el tan esperado y aclamado nuevo álbum de Rosalía.

Sin dudas es el track más experimental del disco: kicks saturados marcando un beat sincopado y panderos de una comparsa de carnaval carioca que parece marchar hacia el Averno sirven de base para las voces hiper procesadas de la catalana. Una rara avis dentro de un álbum ya de por sí arriesgado.

Rosalía suele trabajar con los mismos tres productores. No es una dinámica habitual la de utilizar beats que le mandan, y la caletense es la única productora mujer que aparece en los créditos de Motomami. Ésa es una razón de orgullo para Tayhana y también para Rosalía, que la nombra siempre que puede (por lo que la productora está muy agradecida).

► El beat más guapo que se haya escuchado

Tayhana puede ser una novedad para el mainstream, pero no lo es en la escena club underground argentina. Nacida en Caleta Olivia y hoy radicada en Ciudad de México, fue una de las fundadoras del colectivo artístico Hiedrah -al cual ya no pertenece-, uno de los pioneros en el país en pujar por una escena electrónica menos blanca, menos paki y menos colonizada, incorporando ritmos latinos a la rave y tiñendo la fiesta de discurso político disidente.

¿Cómo llega una productora argentina que siempre se movió en circuitos disidentes al álbum de una de las mayores estrellas de la música en español? Se enteró a través de NAAFI, el sello mexicano con el que trabaja, que Rosalía buscaba productorxs en el proceso de cierre de Motomami, así que mandó varios beats y demos, al igual que algunxs compañerxs.

Tiempo después, la española la llamó por teléfono y le contó que había elegido su beat; pero por un tiempo largo eso quedó ahí. No se sabía si iba a ser posible usarlo, el disco estaba muy avanzado y el beat era demasiado poco mainstream. Pero Rosalía, quien declaró en medios que Tayhana le había mandado "el beat más guapo que haya escuchado", le dijo que iba a insistir. "Era muy distinto pero de alguna manera funcionaba", dice la productora. En diciembre, al fin, le confirmaron que sería parte del álbum.

Luego de entregar su material, Tayhana no escuchó el track terminado hasta ver la presentación del álbum en TikTok. No sabía qué esperar y la sorpresa fue muy positiva: "Fue muy loco porque solo conocía mi beat y pensé que iban a cambiarle cosas, pero no, está todo igual, solo le agregaron una parte en el medio", cuenta.

La canción queda partida en dos por un interludio de piano donde Rosalía se despacha con unos versos romanticones y luce su impecable registro soprano. Ni el piano ni el virtuosismo vocal son cosas que se asocien con el estilo de Tayhana. "Es un delirio pero al final queda muy bueno", dice y se ríe. "El beat es muy duro y para una canción mainstream no es muy común, y ese interludio lo resolvió muy bien. Me encantó el resultado."

El beat en cuestión tiene tatuada la impronta de su autora. Lo tenía empezado hace unos tres años y está confeccionado a partir de muchos samples de samba brasilera que sacó de discos piratas de música de carnaval comprados en San Pablo. "La gente pregunta por qué hice una referencia a la samba brasileña, pero son solo los sonidos, no hay nada de estructura. Para la estructura usé cosas del jersey club y de vogue, pero tampoco tan obvias, porque el tema no es un jersey ni un vogue."

Es que a Tayhana le gusta tomar sonidos de ciertos géneros y lugares y desnaturalizarlos; y también siempre le gustaron esos recopilatorios piratas, por cuestiones prácticas e idiosincráticas: por razones económicas, nunca se pudo comprar vinilos, ni tampoco le interesa particularmente lo que se edita en ese formato.

Como artista y como persona, siempre reivindicó lo marginal, lo invisibilizado, aquello considerado "menor". La apasiona buscar en esos lugares materias primas para sus tracks, que siempre se ubican entre los ritmos latinos y lo industrial, y parten de una manufactura guerrillera, un poco hacker, de tomar de aquí y allá y siempre tratar de desafiar lo establecido.

"Estos temas tenían una estructura y unas vocecitas muy cheesy, imposibles de meter en un set mío, entonces lo que hice fue cortar cosas muy pequeñas, sonidos que me interesaban, y empecé a jugar", explica. De esa etapa de experimentación con estos discos salieron varios tracks, remixes y edits, entre ellos uno que volvió a compartir luego del boom de CUUUUuuuuuute: un edit de María de Ricky Martin que comparte muchos sonidos con el track de Rosalía y que perteneció a la saga de compilados NAAFI Pirata.

► Rave antimachista y antirracista

Tayhana fue de Caleta a Buenos Aires y de Buenos Aires a México. "Nunca elegí México, México me eligió", bromea. Su caso es ilustrativo del de muchxs djs y productorxs argentinxs que se vieron tentados a emigrar: fuera de la escena del techno masivo, es prácticamente imposible vivir de producir y tocar en el país.

Allá por 2016, cuando todavía era parte de Hiedrah y llevaba poco tiempo como dj, la invitaron desde NAAFI a colaborar con un mixtape, y les gustó tanto que la invitaron a tocar en la fiesta Cumbre Latina. Tayhana aún no hacía música: se había recibido de productora de cine en la ENERC, trabajaba como meritoria de producción y el contexto económico, con el cambio de gobierno, se le hacía muy difícil.

Aprovechó el pasaje, decidió quedarse un tiempo más y comenzó a tocar prácticamente todos los fines de semana. Se dio cuenta que pasaba algo que en Buenos Aires no pasaba, y lamentablemente sigue sin pasar: desde CDMX era mucho más fácil y barato girar por el mundo, las fechas se pagaban bien y existía un mercado grande (o al menos decente) para la música rara, agresiva e híbrida que ella hace y pincha. Ahí podía vivir de la música. Así que se quedó. "Se mueve mucho más dinero en el mundo de la música, también porque el flujo de gringos es impresionante", observa.

Muchxs de quienes siguen su carrera hace años posiblemente estén esperando un statement político luego de este boom. Pero posiblemente se queden con las ganas. Hoy Tayhana dejó de pertenecer a colectivos de fuerte impronta política porque si bien vive su arte y su vida de manera antimachista y antirracista, prefiere responder por sí misma y ser la única responsable detrás de su discurso.

La escena rave sigue siendo muy blanca, muy masculina y muy heterosexual en su raíz. Y antes que arriesgarse a la hipocresía, o sumarse a consignas que luego juzga inconsistentes, prefiere que sea su música la que hable: "A veces no me gusta cómo tratan esos temas y tampoco es que yo sea tan moralmente correcta como para señalar lo que no me gusta y castigarlo. Así que prefiero abrirme de esos espacios y moverme sola. Apoyo todas esas causas y tengo una opinión formada sobre todo, pero no me siento cómoda con que el discurso sea más importante que mi música. Yo lo que sé hacer es música, no soy una intelectual".

Foto: Progress Bar

Una mirada similar tiene sobre el concepto de latinx, que lleva como bandera. Tayhana es admiradora de Shakira y Chayanne, su música toma elementos de la música brasilera de la calle (la samba, el axé o el baile funk) y de la música caribeña (dembow), y se considera influenciada por la cumbia y el cuarteto. También se nutre de diferentes folclores sudamericanos. Todos sonidos que tienen que ver con la historia y el devenir del continente, lo originario y también con la inmigración, tanto europea como africana, de siglos anteriores y también de esta década.

Entonces, ¿cuál es su definición de lo latino? Y qué es ser latina, si puede significar cosas tan diferentes. Y qué definiría a este sonido latino, según Tayhana. "Creo que el sonido latino tiene que ver con algo más riesgoso, migrante y marginal", reflexiona la DJ. "Alejarse del concepto gringo de lo latino. Todo el continente americano siempre estuvo en eterna migración y marginalidad, no solo el movimiento actual entre países sino también la negación de las comunidades aborígenes. Me gusta trabajar con ese lado no tan explorado de lo que es ser latino: la marginalidad, la dureza, la violencia y el riesgo."

► La cintura electrónica del sur

Tres importantes nombres del colectivo Hiedrah como son Tayhana, Aggromance y Nahuel Colazzo (productor) son de Caleta Olivia, Santa Cruz. Con Nahuel fueron al mismo colegio y tenían intereses comunes, principalmente relacionados al cine: en su momento hacían cursos, armaban ciclos y movidas artísticas. Luego se encontraron en Buenos Aires: "Además de ser amigos y salir todos los findes... mejor dicho toda la semana entera -se corrige y ríe-, empezamos a tener el interés de hacer algo nuestro, donde sonara música distinta."

En cambio, a Aggromance lo conoció ya instalada en México. Eso de no conocerse pero estar haciendo música similar viniendo de una misma ciudad (donde es común conocerse entre todos) fue loco. ¿Será que existe algo así como el sonido Caleta, algo que la Capital ignora y se está perdiendo? Tayhana dice que de alguna manera sí, aunque no fuera premeditado.

"Siento que hay algo que nos identifica, sonidos industriales, duros. Nuestra zona no es la Patagonia turística, hegemónica, todo lo contrario. Y desde ese lado hay una búsqueda más pesada. Nos identifica esa aspereza en cómo tocamos y en nuestro sonido." Antes de la pandemia compartiron fecha en su ciudad natal, por invitación de Epica Producciones, un colectivo local. "Fue increíble porque fueron nuestras tías, mi mamá y muchxs del colegio", recuerda.

CUUUUuuuuuute le dio a Tayhana una visibilidad que nunca antes había tenido ni de cerca. Ahora le llegan propuestas de todo tipo, e intenta ver cómo aprovechar ese impulso para construir la carrera que quiere tener: tiene ganas de volcarse más a producir a otrxs artistas, a trabajar de beatmaker y salir un poco del club y de la vida DJ y de productora que hace tracks instrumentales para la rave.

Actualmente, está en vías de producir para dos cantantes emergentes que tienen el apoyo de una productora internacional grande: "Me gustaría hacer cosas más escuchables para la gente que no va a las fiestas en donde toco", comparte. Aunque, afirma, nunca comprometería su sonido. "Tengo ganas de ponerme más ambiciosa, de participar de cosas más grandes, que paguen mejor. Tocar en fiestas chicas y privadas ya lo hice estos siete años: me gustaría tocar en festivales y hacer cosas más cómodas, ir y que esté todo bien conectado, no sé", se ríe.

"Tengo 33 años, tengo mil cosas que pagar, estoy más ambiciosa. Me encanta ser DJ pero no quiero estar tocando todo el tiempo lo mismo, y también me interesa estar más fresca y con energía para poder dedicarme a mis proyectos de producir gente."

Otra cosa que piensa hacer aprovechando este envión es terminar de legalizarse. Aunque vive en México hace casi seis años y nunca dejó de girar, todavía tiene muchas trabas para moverse como una migrante que quiere trabajar. "Cuando tenés todo eso en orden se abre el paso a cosas más grandes y mejores propuestas", explica.

Recientemente volvió de una pequeña gira por Texas. "Hay mucho contraste ahí porque hay mucha inmigración y está todo muy segregado. Son muy blancos y es un estado muy racista, pero a la vez hay muchísimos inmigrantes. Me tocó estar en fiestas muy distintas. Me divierte porque es un reto ir y hacer bailar gente tan distinta. Y creo que me fue bien en todas", cuenta orgullosa de haber hecho bailar con su dureza latina a clases sociales, etnias y nacionalidades diferentes en uno de los bordes más desiguales del mundo.

Foto: Diego Murat