Tiro bajo, bindis alrededor del ombligo, pop punk, pantalones cargo, tangas que se asoman, skates, tatuajes tribales, nu metal, anteojos de sol envolventes sin marco, videoclips en no-lugares ubicados entre el futurismo, el lujo y lo ridículo. No, no estamos viviendo dentro de MTV en 2001 ni en una producción de fotos de la revista de Rebelde Way. Pero muchas veces parece que sí.

Hoy, muchxs de quienes rodeamos los 30 nos encontramos muy confundidxs con esto. Hay muchas teorías acerca de cómo funcionan las tendencias y qué cuestiones determinan la duración de sus ciclos. Es decir, cuánto tarda en recuperarse, en "volver", una moda del pasado.

El gran Simon Reynolds escribió Retromanía mucho antes de TikTok. Sin embargo, supo identificar algunos procesos que siguen vigentes y, como bien postula su teoría, con cada vez más fuerza y en períodos más cortos. En resumidas cuentas, la retromanía es, según el autor inglés, "la obsesión del pop por su propio pasado", la revisita constante que hace el mainstream de la música y por lo tanto el universo de consumo que lo rodea. Un "pasado" que no sólo queda cada vez más cerca, sino que vuelve constantemente al presente.

► Retro de hace dos años

El universo de la música urbana, el hip hop y especialmente el trap funcionaron durante el último lustro como la mayor máquina omnívora de reciclaje y producción de tendencias, tanto musicales como audiovisuales y fashion. Un código estético de época que atraviesa todas las expresiones de la cultura pop.

¿Son tan cortos los ciclos de la nostalgia que aquello que se recupera no llega a pegar la vuelta para quienes sí vivieron -vivimos, en este caso- esa moda en su fase original, cuando todavía no era retro ni mucho menos irónica? ¿Que lxs grandes trendsetters -y es otra discusión si eso es justo o no- actuales tengan entre 16 y 22 años es lo que permite que se recuperen estas tendencias? ¿Será precisamente porque esa generación no las vivió en carne propia durante una etapa tan difícil y confusa para la imagen personal como es la adolescencia?

Hay youtubers que se dedican a analizar tendencias, internet y sus implicancias sociopolíticas (con menos seriedad pero con más velocidad y frescura que la academia), como pueden ser Tiffanyferg o Mina Lee, y que identifican precisamente a TikTok como el agente principal de este acelere, sobre todo en lo que refiere a indumentaria.

Con sus challenges, sus hauls y sus look del día, la red china incentiva un estilo de vida de consumo y una voracidad frenética por sorprender, cosa que precisamente cada vez es más difícil, dada la multiplicidad de comunicadorxs detrás de la misma zanahoria. Eso hace que la búsqueda de inspiración sea constante y vaya hacia los lugares más inesperados. Y hasta puede significar la reivindicación como "retro" de una moda de hace menos de cinco años.

La infinita proliferación de propuestas lleva inevitablemente a una retroalimentación constante que, de tan inmediata, explosiva y multiplataforma, comienza a acoplarse demasiado pronto. Y si empieza a estar demasiado visto, vuelve rápidamente a la categoría "mal gusto", donde estuvo hasta hace poco más de dos años, y urge pasar a lo siguiente.

► La vuelta de la vuelta de las guitarras

La gen z no es la primera que romantiza y reinterpreta una época que no vivió. La diferencia es que, en este caso, quienes sí vivieron esa época ahora recuperada son lxs millennials, tal vez la primera generación criada con internet, con la chance de ver con sus propios ojos un comeback de este tipo. Y quienes todavía no terminamos de entender cuándo dejamos de ser target y pasamos a ser los nuevos boomers; y hoy mismo observamos entre el terror, el desconcierto y la risa cómo lo cool de lo cool es aquello que usamos en los años más oscuros de nuestra juventud, y que fue motivo de risas y burlas hasta hace muy poco.

Pero este revival no termina en looks de artistas sino también en su música y hasta incluso en las narrativas sobre sus vidas privadas. De a poquito, pero de repente, con perfil bajo, las guitarras están empezando a ganar terreno de nuevo, pero no es forma de aluvión de nuevas bandas de rock como en los años posteriores al Y2K. Sino en las melodías a lo Panic at the Disco! de USB IDOL de Saramalacara, en las referencias de Rocketpowers de Dillom, en las influencias emo, grunge y numetal en el álbum de Lara91k (Como antes) o en el pop punk liso y llano de la canción de vuelta de Paulo Londra, Plan A.

En el plano internacional hay crossovers como el de los íconos del hyperpop 100 gecs con Fall Out Boy en el remix de hand crushed by a mallet. Pero el ejemplo más representativo es el Emo Girl de Machine Gun Kelly: un rapero de 30 años que se alía con una de las grandes figuritas de la nueva generación de rappers (Willow Smith) para un hit que poco tiene de rap y mucho de rock dosmilero, haciendo un homenaje explícito: "Estoy enamorado de una emo girl". La canción, el video, la letra, la colaboración entre ambos artistas, la aparición de Travis Barker en el clip, todo parece ser un guiño de Kelly a sus años de adolescencia.

Hasta su vida personal -aunque solo sea especulación barata por el placer de la especulación misma- parece recuperar esta idea: una reivindicación no sólo de las bandas sino de los símbolos sexuales de su adolescencia, porque hoy el músico se encuentra comprometido con Megan Fox. Una actriz que coqueteó con la nerdeada, el terror y el bizarro con sus papeles en Transformers o Jennifer's Body a finales de la década del 2000, pero que fue reducida a un rol de mujer objeto que la llevó a alejarse del ojo público. Hasta hace no mucho, que volvió con nuevos proyectos, un perfil más fresco y empoderado, y reivindicada por el feminismo.

Otra unión romántica que resulta muy paradigmática es el casamiento entre Travis Barker y Kourtney Kardashian, ¿casualmente? amigos cercanos de aquella otra dupla. Esta pareja encarna en sí misma este fenómeno que hasta hace poco podía parecer impensable: la cultura del flex en relaciones carnales con el "punk" y el emo. La mayor de las Kardashian ajustó su look a lo que su nuevo compañero representa, sumando elementos rockeros, negro y cuero, y enfatizó su costado musical; y el baterista de Blink 182 hizo despegar su marca personal como nunca antes, perfectamente kardashianizado, convirtiéndose en un ícono de lifestyle y una celebridad de las redes sociales con un perfil renovado, mucho más alto y muy LA.

► Nos vamos poniendo emo

Lo llamativo es que esta recuperación del pasado parece avanzar muy rápido y de manera lineal. Si hace dos años estábamos estéticamente en 2001-03, abrazando la estética del teen pop y Paris Hilton; hoy sin haber descartado lo anterior todavía parecemos estar más próximos a 2005/2007 y la edad dorada del pop punk y el emo.

Hace un par de años vivíamos un revival de Harry Potter, pero ahora eso es cringe; la que va es el revival de Crepúsculo, tanto es así que se habla en TikTok y YouTube de un Bella Core, la aesthetic que recupera como ícono de estilo a Bella Swan, el personaje encarnado por Kirsten Stewart en la saga. Una celebración del modal, las musculosas largas, los jeans con Converse, los colores oscuros y los outfits aptos para el colegio que cuanto más anodinos, mejor.

Y el ojo y el oído se siguen moviendo hacia finales de la década del 2000. El pop implementando bajos bien gordos, tipo Justice, y la reivindicación de Crystal Castles son un hecho. ¿Se nutrirá la próxima camada de pibxs que cantan y rapean sobre beats de riffs rockeros á la Artic Monkeys? ¿Adoptarán las chicas el look campera de cuero, chupín y melena despeinada de Alison Mosshart de The Kills? ¿Volverán los hipsters? ¿Y las fotos con flash en el boliche, a lo Cobrasnake? De a poco van apareciendo los indicios que dirían que sí.

Tal vez lxs millenials estamos viviendo por primera vez el resurgimiento de las modas más oscuras de nuestra juventud, y también estamos experimentando por primera vez, en carne propia y como verdad consumada, aquello de que la historia es cíclica. Y no solo las modas, sino también la política (si es que establecemos una diferenciación, en última instancia, ficticia entre ambas).

Es posible que todas las generaciones hayan pasado por un momento de ese tipo: la decepción (o resignación) de que el progreso no va en línea recta, que no hay lecciones aprendidas lo suficiente, que eso que de ninguna manera podía volver a pasar pasó de vuelta. Pero es la primera vez que le toca a esta generación de jóvenes adultos, quienes vimos el nacimiento de las redes sociales y crecimos con ellas hasta pasar a estar medio incómodos en las más nuevas. La mía.

Niños durante el neoliberalismo más salvaje, presenciamos la destrucción de todo, la crisis más despiadada y el resurgimiento del modelo popular. En 2015 observamos cómo nada era para siempre, para finalmente terminar volviendo en 2019 pero no del mismo modo, no con igual épica, con iguales símbolos ni con iguales resultados. Como los pantalones tiro bajo y las remeritas de modal con apliques de strass. Como el numetal, el emo y el pop punk.