El pasado 24 de abril, durante un evento recreativo y cultural, en el stand de la Dirección de Juventudes del municipio de Morón se repartieron folletos con consejos para el consumo responsable de estupefacientes. El episodio estuvo en boca de todes porque muches asistentes, sorprendides por la insólita campaña, compartieron fotos y opiniones en redes sociales e incluso algunes llevaron más allá su indignación y denunciaron a sus responsables.

Lo que chocó es lo aislado de esta iniciativa. Para un ciudadane común que no está involucrado en gestión pública y no sabe qué otra medida acompaña a esto, parece fuera de contexto. Yo sospecho que si le preguntamos a la gente qué campañas para prevenir consumo recuerdan, unos cuantos se quedan en Fleco y Male o en Sol sin drogas. ¡Memorables no precisamente por su eficacia! ¿Pasamos de estas publicidades a asumir que la gente consume y que el foco debe ser puesto en minimizar el riesgo? ¡Espero que no!

Tampoco la de Morón parece ser una gran gesta, sino un intento (fallido, probablemente) de empezar a instalar una de las tantas verdades sobre estupefacientes: la gente consume. La otra verdad que aparentemente no estaba explícita en los folletos es que la utilización excesiva genera daños, y eso es lo que reclamaban varixs: que ese mensaje no esté presente también. Y ya que vamos a decir todo, habría que sacarnos las caretas y blanquear que el abuso de alcohol también produce estragos en nuestrxs jóvenes y nadie parece ocuparse seriamente del tema.

El intendente de Morón respaldó la medida y señaló que quienes atacan atrasan 30 años en materia de políticas que tratan el consumo problemático. Desde ese momento, asistimos a toda clase de manifestaciones a favor y en contra. Yo no puedo opinar: los aspectos sanitarios sobre adicciones me resultan demasiado delicados y complejos. Ni siquiera me queda en claro si la legalización sería más efectiva o no para resolver problemas de adicción en un país como el nuestro y con nuestra realidad. Reconozco que ya no podemos pensar como en los 90, así que siento que la frase «consumo problemático» parece más adecuada para nombrar un escenario actual que la palabra «droga», que incluye tantos fantasmas y realidades.

Lo que sí puedo decir es que como ha pasado con muchos otros temas delicados, me irrita la postura automática e impostada de gran parte de la dirigencia política. Parece que en cuanto se ve un poco de chispa, varixs inmediatamente aprovechan y salen a robar fuego para su propio asado. Me pregunto: ¿todxs los que salen a sentar una postura ética sobre el tema han trabajado proyectos para mejorar el sistema público de salud? ¿Alguna vez se tomó en serio en este país el problema global que supone la cadena de producción, venta y consumo de estupefacientes y la conexión que todos sabemos que existe entre esto y la corrupción de la dirigencia política, judicial y de las fuerzas de seguridad?

El programa surgió de una acción conjunta con la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación (Sedronar) y la Asociación de Reducción de Daños de la Argentina (ARDA). Cuando se votó la ordenanza que lo ponía en marcha, la decisión fue unánime por parte de todos los miembros que representan distintos partidos políticos. Me llama la atención que ahora haya una postura tan crítica para señalar todo lo que falta. Los mismos países que se toman como modelo de «desarrollo» y que son nuestro norte para imitar políticas ahora son los que no podemos copiar porque no somos «desarrollados como ellos». Insisto: puede que la campaña haya estado fuera de lugar en donde se planteó, puede que no estemos preparados para abordar así el tema y seguramente estas medidas funcionan si se consideran dentro de un una política integral de la prevención del consumo que no tiene ninguna fuerza en nuestro país, pero ¡dejemos mejor que opinen los que realmente hacen intentos por cambiar algo de esta situación y no seamos hipócritas con un tema tan sensible para muchxs!

Sobre este asunto, solo hablo desde el lugar de ciudadana preocupada por la salud futura de las infancias actuales y sinceramente, no siento que exista una voluntad global y sincera para que las cosas cambien. Definitivamente, lo que primero tiene que ser reponsable, antes que el consumo, ¡son las campañas políticas que se montan en este!