Texto y fotos de 

Graciela Cutuli

Liverpool es destino todo el año. Y no es precisamente que el clima la acompañe, ni que tenga un puerto incluido en el Patrimonio Mundial de la Unesco: esta ciudad inglesa es sobre todo una meca del auténtico turismo popular que se mueve siguiendo las huellas de la música (léase Beatles casi exclusivamente) y el fútbol. Pero en estos días, es la música la que se sube al primer escalón del podio: porque la Banda de Corazones Solitarios del Sargento Pepper cumple 50 años, durante los cuales ya tuvo tiempo de pasar por todas las fases –de la sorpresa a la admiración, de la veneración al revisionismo crítico y a finalmente de nuevo a la adoración– y por lo tanto puede festejarlos con una larga lista de eventos especiales que se extenderán hasta mediados de junio. Sin contar con que después llega, como todos los años, la Beatle International Week, con su abanico de bandas-clon y convenciones de fans.

En esta catarata beat hoy mismo es el turno de Mr. Kite Musicircus!, una performance inmersiva sensorial del John Cage Trust que incluye artistas de circo, poetas, bailarines y hasta jugadores de ajedrez. El 8 de junio habrá un homenaje a When I’m Sixty Four, con 64 coros de todas las edades reunidos para cantar la célebre canción de Paul McCartney con transmisión en vivo en Radio Merseyside, desde los docks de Liverpool. Tres días después será el turno del Beatles Ragafest & Indian Festival Village, una combinación de danza, comida, música y yoga pensada como homenaje a la fascinación de George Harrison por las sonoridades indias; el 15 de junio finalmente será la hora de la performance musical Let’s Not Be Ourselves, Thank You Beatles, con el Billy Shear’s Musical Emporium, para celebrar no sólo el disco de la portada más famosa de la historia sino el giro definitivo que dio desde entonces la escena musical local. Liverpool se convertirá así en “un gran giradiscos dedicado al álbum”. Y como corolario, el 16 de junio será el estreno mundial de una película que se filmó en toda la ciudad el 26 de mayo –la fecha misma del aniversario– y se está editando en tiempo record para ponerle el broche de oro a los festejos. 

DONDE TODO EMPEZÓ Por si no fuera suficiente, hay otro motivo más para visitar Liverpool este año: además del aniversario del famoso álbum de los trajes de colores y las canciones imbuidas de psicodelia, el 6 de julio se cumplen ¡60 años! del día en que John Lennon conoció a Paul McCartney (la frase es conmutativa) en el auditorio de la iglesia St. Peter, donde tocaba un grupo por entonces desconocido llamado The Quarrymen, liderado por el joven John. El futuro dúo Lennon-McCartney se impresionó mutuamente y dio comienzo a una de las aventuras musicales más fascinantes del siglo XX (para sus fans, por supuesto, la más fascinante en absoluto). 

La aventura tiene hoy itinerario propio y atrae cada año a miles de personas que quieren conocer Liverpool por la única y exclusiva razón de que fue la ciudad natal de John, Paul, George y Ringo, lo que no es poca coincidencia de parte de las musas, que por motivos poco claros hicieron nacer a estos cuatro talentos muy cerca uno de otro, en un puerto británico en plena Segunda Guerra Mundial (pero sin duda sabían lo que hacían). Euterpe ese día casi hizo generala: solo le quedó un quinto beatle sin asignarle a Liverpool, un título que con el tiempo se le otorgó tanto a George Martin como a Neill Aspinall y, sobre todo, Brian Epstein.  

PASEO PARA FANS El circuito beatle de Liverpool se puede recorrer de varias maneras, pero es probable que solo los locales se animen a conseguir un auto y hacerlo por su cuenta (vale recordar, entre otras cosas, que la vieja Inglaterra amante de las tradiciones sigue manejando a la izquierda). Para todos los demás existe la alternativa del Fab Four Taxi Tour, que lleva a un máximo de cinco personas y ofrece recorridos especializados en cada uno de los cuatro Beatles, o bien un ómnibus igual al de Magical Mystery Tour que pasa por los principales lugares conmemorativos. Las dos opciones son en inglés (y comprender el acento local, el scouse, puede ser un auténtico desafío) pero en el taxi se ofrecen algunos impresos con explicaciones en castellano. Aunque también es posible –y requiere bastante más que las dos horas del tour estandarizado– hacer todo el recorrido en transporte público es más complicado para un recién llegado, porque hay varios sitios en las afueras de la ciudad y en los barrios obreros alejados del centro.

La trayectoria beatle de Liverpool va bastante más allá del encuentro entre John y Paul en St. Peter’s, el lugar en donde todo empezó, y en cuyo cementerio exterior aún se puede ver la lápida de Eleanor Rigby (que sin duda jamás imaginó convertirse post mortem en un ícono pop del siglo XX). Las primeras paradas pasan por las casas de la infancia de los cuatro: la pequeña morada de los Harrison en Wavertree, en los suburbios de Liverpool; la famosa “Mendips” –como se conoce la casa de Menlove Avenue 251 donde John Lennon vivió con su tía Mimi entre 1945 y 1963;  la casa McCartney en Forthlin Road 20 y Madryn Street 9, donde nació Ringo Starr, que luego se mudaría muy cerca, a Admiral Grove 10, hasta que se trasladó definitivamente a Londres en los comienzos de la beatlemanía. El tour no da tiempo a entrar en las casas de John y Paul, pero hay otra visita organizada por el National Trust que recorre expresamente estos dos lugares (sí o sí hay que sacar la entrada con anticipación). Para el turista beat en plan de peregrinación, es un paseo absolutamente imprescindible en Liverpool.  

Retomando los recorridos en taxi o bus, después de pasar por las casas de los músicos se llega a los lugares emblemáticos más vinculados con Sgt. Pepper, a través de Strawberry Fields y Penny Lane (las dos canciones, aunque fueron lanzadas en un single previo, fueron grabadas en las mismas sesiones que ese álbum). Strawberry Fields, que para varias generaciones es una de las más bellas y oníricas canciones de  la historia beatle, para John Lennon derivaba del orfanato que solía visitar una vez al año junto a su tía. Hoy es un emblema donde todos se sacan fotos religiosamente frente a la pared que lleva el nombre del lugar, matizada por infinitas capas de graffitis. No demasiado lejos está Penny Lane, que a pesar de su nombre no recuerda a ninguna jovencita de los 60, sino que evoca el apellido de un traficante de esclavos del siglo XVIII. Otro alto para incontables fotos junto al cartel (sólidamente anclado después de robos varios de parte de fanáticos enardecidos) que reza City of Liverpool-Penny Lane, y habrá llegado del momento de volver hacia el centro de la ciudad, donde el Cine Odéon custodia los recuerdos de quienes vieron aquí el estreno de A Hard’s Day Night, o asistieron al último show de los Fab Four en el Empire Theatre. Y naturalmente, todavía falta lo mejor: en Mathew Street (que hoy luce como una calle turística y concurrida bastante alejada de aquel callejón oscuro donde se daban citas las nacientes bandas de rock a fines de los 50) está el Cavern Club, que si bien es una réplica del original –situada además a pocos metros y no en el mismo lugar– recrea perfectamente la ilusión de ingresar en aquellos soñados primeros tiempos. Cuando los cuatro aún eran tres –Ringo todavía integraba el grupo de Rory Storm & The Hurricantes– y Liverpool no se imaginaba que la herencia de aquellos incipientes ídolos populares le reportaría, más de medio siglo después, alrededor de 82 millones de libras esterlinas anuales, la valuación aproximada del “turismo beatle” en pleno siglo XXI. Aunque, como bien saben sus fans, conocer el hogar de John, Paul, George y Ringo realmente no tiene precio.

Graciela Cutuli
Un homenaje a John Lennon junto al cartel del mítico Cavern Club.