Nació en el mar. En alta mar, como suelen contar las biografías. La familia de Eluned era una de las familias galesas que viajaban para poblar la Patagonia, habían zarpado desde Gran Bretaña y tenían como destino final Chubut. La embarcación estaba cruzando el Atlántico Norte cerca del Golfo de Vizcaya cuando Eluned nació. Esa bebé era la hija menor de Ellen Gryffydd y Lewis Jones, quien se convertiría en uno de los “líderes de la Sociedad Colonizadora de Chubut (…) responsable de la primera imprenta y fundador de dos periódicos: Ein Breiniad (Nuestros Derechos) en 1879 y Y Drafod (El Mentor) en 1898” (Celia Codeseira del Castillo, Revista Cruz de Sur, 2013). 

Pero la mujer de aguas internacionales no usó mucho tiempo el apellido de su papá: eligió llamarse Morgan, como su abuela. Las crónicas chubutenses cuentan que Eluned fumaba pipa, cruzaba la provincia a caballo y desobedecía a mares normas de una estirpe familiar heredada a desgano. A contrapelo de ciertos cánones genealógicos y con el beneficio que le ofrecían otros, Eluned escribía columnas en el diario de la familia (que ella dirigía cuando su papá estaba de viaje) y recorría el mundo convirtiéndose en una de las primeras cronistas de la Patagonia. 

Viajó a las Islas Canarias, a Italia, Francia, Egipto, Palestina, Siria y muchas veces a su Gales no natal. Escribió varios libros, fue bibliotecaria en Gaiman (también lo fue en Cardiff donde vivió algunos años), fundó unaescuela secundaria con internado para señoritas a mediados de 1890 en Trelew y una de las promotoras del Colegio Camwy. Las crónicas de la llanura fría la reivindican rebelde defendiendo a los tehuelches durante la conquista del desierto y amarrada victoriosa al mástil del barco para disfrutar entre la niebla de la irrupción natural de una tempestad enel Canal de Mancha después de negarse a abandonar la cubierta a pedido del capitán. 

Las crónicas de la llanura fría repiten el nombre de su heroína temperamental y romántica, gajos de poética galesa en venas de agua, y ese retumbo hace eco en calles, bibliotecas y escuelas. La autora de Algas Marinas y Hacia los Andes, relatos de su viaje en carretades de las orillas atlánticas hasta la cordillera en 1899, entre otros libros, fue una niña rica criada en el valle inferior del río Chubut (Dyffryn Camwy en galés) sin las tiesuras ni los pliegues de la incomodidad, y una escritora viajera de pasos peregrinos; en sus relatos evocativos elogia la caligrafía y la paciencia “ilimitada como el mar” de sus compañeros tehuelches y lamenta su torpeza paleontológica. 

Eluned no supo ser una Mary Anning patagónica: “en la chacra que rodea a mi antiguo hogar hay uno de esos interesantes cementerios y cuando niños de paso por la escuela muchas horas felices pasamos buscado reliquias en esa tesorería autóctona. Hoy lamento no haber puesto más dedicación en aquella labor en vez de permitir a naturalistas de otros países despojarnos de lo que legítimamente pertenecía al museo de la Colonia Galesa. Cuando desperté a la importancia y el valor histórico de lo que estaba en el umbral de mi casa, las piezas valiosas habían sido llevadas a otros museos.

”Murió en Gaiman el 29 de diciembre de 1938, dicen que su funeral fue “de una impresionante concurrencia”, no sabemos si fue a su pesar como lo fue para Händel (pidió ser sepultado en la intimidad, pero acompañaron su féretro más de tres mil personas), o venerado por su anticipada venia de incitadora.