“La parte inferior de una tabla de skate. Un lugar sombrío, donde todo tipo de porquerías ocurren. Desde grinds sobre barandas mugrosas o kickflips con zapatillas destrozadas. El lienzo perfecto para dibujar la cara de alguien a quien odias. Esa personita especial a la que te gustaría darle un coscorrón. Queremos ayudarte a canalizar la ira y convertirla en algo positivo; así que dejate llevar por tu lado oscuro, rompé tu tabla y patiná lejos de la bronca”, introduce –no sin cierta elocuencia terapéutica– la firma británica Hateboards, de cuyo autoexplicativo nombre se infiere propuesta. Léase, patinetas emperifolladas con las caripelas de controvertidas celebridades, estrellas pop, políticos, etcétera, que –por distintos motivos, algunos más razonables que otros– tantísimos aman odiar. Así, gracias a la ocurrente iniciativa de dos creativos con sede en Londres, Ben Buswell y Dalatando Almeida, creadores de la mentada marca, ya es posible manifestarse a través de ollies, nollies, laser flips, entre otros trucos propios de este deporte. En contra, valga la aclaración, de los renombrados a disposición: versiones ilustradas de, por caso, Kanye West, Miley Cyrus, Justin Bieber. O el indiscutiblemente detestado líder eurófobo Nigel Farage, impulsor del Brexit, referente de la nueva derecha europea. 
O, la más flamante incorporación del catálogo de Hateboards: Donald Trump, el nuevo presidente electo de los Estados Unidos. Cada uno de ellos lustrosamente bosquejado, con cínico pulso y ansia de simbólica revancha, por el artista Ryan James Neal: historietista, ilustrador, animador de Gales del Sur, convocado especialmente por la susodicha dupla empresarial.  “Las tablas, hechas de madera de arce canadiense de altísima calidad, se terminan y envían desde Norteamérica. Y ya sea que roles en calles, parques o piscinas, te sentarán de diez”, pasa aviso la compañía, que vende cada unidad por 50 libras esterlinas. Bajo el monto, visto y considerando las cualidades curativas que, para muchos, tendrá hacer pedazos al famoso que más desprecia mientras patina. Por lo pronto, en California probablemente sea un cantado éxito de ventas.