“Hablaba poco, tenía un expediente académico apabullante y había leído todo lo que había que leer, empezando por Sigmund Freud… Freud era un autor prohibido en España. Apenas se estudiaba en la universidad, sus libros no se encontraban en las librerías. Él seguramente sabía que su simple mención habría bastado para excluirle de los equipos dirigidos por los psiquiatras más prestigiosos del país”, dice Almudena Grandes en la página 499 de la novela La madre de Frankestein, publicada por Editorial Tusquets. Describió la España de la postguerra con una sensibilidad y claridad impactantes.

En La madre de Frankestein, la trama gira en torno a Aurora Rodríguez una mujer paranoica que asesinó a su hija y se convirtió en un caso muy sonado (llevado al cine y al teatro) y a un psiquiatra, Germán Velázquez, que volvió del exilio en Suiza, donde había sido acogido por una familia judía escapada de la Alemania nazi.

Lo que es una novela entretenida y muy bien construida, se convierte en un documento imprescindible para entender la España actual, a partir del pasado. Pero no sólo. Nos habla de la idea de la salud mental, del estado de la psiquiatría y la psicología en este país, bajo la influencia de la dictadura nacional-católica. Una mezcla del poder y control de la Iglesia, del anticomunismo más rancio, así como el antisemitismo y el miedo y rechazo a cualquier idea progresista. Cuarenta años de dictadura es mucho tiempo, suficiente para formar generaciones.

Acaso de verdad pensamos que el rechazo que hay en este país al psicoanálisis se debe a los tópicos que circulan: tratamiento largo, caro, poco científico, etc. Quienes suelen criticarlo no han pasado por la experiencia de analizarse. Se basan en prejuicios que pueden ser rebatidos.

Sin embargo, y esta es nuestra hipótesis, pensamos que en la raíz de los prejuicios opera la represión ejercida durante estos cuarenta años de dictadura. Que entre otras cosas creó un sistema de opresión y silencio (tal como lo describe AG) y envió al exilio a muchos intelectuales.

Evidentemente bajo estas premisas, el psicoanálisis de Freud, judío e interesado por la sexualidad humana tenía que ser rechazado. Las ideas de Freud ponían en cuestión los pilares de la educación franquista. Freud, que fue echado al exilio por los nazis, era un proscripto también en España. Y por tanto su obra y el psicoanálisis estaban proscriptos.

Curiosamente, antes de la guerra civil comenzaba a haber un movimiento psicoanalítico importante en España, pero todo esto se acabó con la dictadura. Al finalizar la dictadura (años 70) un grupo de psicoanalistas argentinos, con Oscar Massota, como figura más visible, llega a nuestro país escapando de otra dictadura (nuevamente el exilio) y comienzan a formar a jóvenes que se interesan por estas ideas.

El psicoanálisis retorna como efecto de lo reprimido.

Sin embargo, en el caso de la psiquiatría, en estos tiempos de final de la dictadura, la mayoría de los profesionales locales, no todos por supuesto, se forman bajo el influjo de la colonización americana del manual diagnóstico DSM y sobre uso de la farmacología, alejándose, así, de la psiquiatría clásica más puesta en los detalles, la observación y la escucha. En el caso de la psicología, un proceso similar, pero con las terapias cognitivo-conductuales.

No es tanto lo que ha cambiado. Freud no está proscripto, sin embargo, prácticamente no se estudia en la Universidad. Se lo rechaza sin leerlo.

Esta semana tuve la ocasión de visitar una de las mayores librerías en el centro de Barcelona y por curiosidad me acerqué a la sección de psicoanálisis en la que había sólo ¡tres libros!

Notable la coincidencia con la cita de Almudena Grandes que inicia este artículo.

Probablemente, este país aún ha de pasar por una revisión histórica de lo que pasó con la salud mental, así como del papel que jugaron figuras de la época como los psiquiatras Vallejo Nájera y López Ibor, entre otros. Así como entender las consecuencias que ha tenido en el pensamiento mainstream, en los medios de comunicación, etc. Inclusive en las instituciones de salud mental, colegios de profesionales, asociaciones, son temas de los que se habla muy poco. Un manto, que ya dura, lo cubre todo.

En este sentido nos sirve la famosa frase: Spain is different. En los países vecinos como Italia, Francia e Inglaterra, el psicoanálisis ocupa un lugar central en la cultura y en el enfoque de los profesionales de la salud mental.

Hay una novedad, la crisis provocada por la pandemia en nuestro país ha puesto el foco en las cuestiones de salud mental. Cada día se publica algún artículo en la prensa, o se menciona en la TV. Figuras públicas confiesan que acuden a visitarse con un psicólogo. Como todo proscripto, el nombre del psicoanálisis aún no se usa mucho, pero ya llegará. Las nuevas generaciones, gente que ha viajado, cosmopolita, formada y con un menor peso de los efectos de la dictadura, han normalizado acudir a la consulta de un psi. En Barcelona, por ejemplo, se reivindica la figura de Francesc Tosquelles en una muestra del Centro de Cultura Contemporánea (CCCB). 

El psicoanálisis sale del armario. La “peste”, expresión que usó Freud en su viaje a USA, para referirse a la expansión del psicoanálisis, ya está llegando.

*Psicoanalista. Miembro de la AMP (ELP). 15/05 Zadig España. Política y democracia.