Hernán “Don Camel” Sforzini estaba en la playa, de vacaciones, y “le bajó la palabra”. “Spinettango”. Pero como lo suyo es el rock y el reggae, inmediatamente compartió su idea con su único amigo vinculado seriamente al tango. Así entró en escena Santiago Muñiz. “Ese fue el chispazo, pero pasaron dos años hasta que nos volvimos a ver y cada uno cerró historias personales y musicales”, recuerda Sforzini, productor del disco que acaba de salir en el que se reversionan en tiempo de tango grandes obras de Luis Alberto Spinetta como “Bajan”, “Muchacha (ojos de papel)” , “Durazno sangrando” y “Cementerio club”, entre otras que ya habían tenido sus versiones tangueras, como “Seguir viviendo sin tu amor”). Ahí está Muñiz, como cantor principal, pero también invitados de lustre, como Litto Nebbia, Melingo, Mimi Maura y la murga uruguaya Falta y Resto. El arreglador fue el cordobés Damián Torres y sus músicos, rebautizados para la ocasión como “Altiyeros”.

-¿Qué gestos tangueros encuentran en la música y la poética del Flaco?

Hernán Sforzini: -En varias canciones lo nombra. Hasta tiene un instrumental, “Tango cromado”. Aparece en “El anillo del Capitán Beto”. Y cuando con Fito Páez grabaron La la la y hicieron “Grisel”, un tango de Contursi y Mores, que nosotros también hicimos en el disco. Después, creo que muchas letras del Flaco son tangueras, y ahora que uno las escucha con la rítmica y la orquesta del tango, ya las piensa como tango. “Tema de Pototo” parece un tango que Spinetta hubiera hecho como canción. Además, su padre era cantor de tangos y ensayaba en su casa los domingos a la tarde con sus guitarristas. En su casa se escuchaba eso. La primera vez que cantó en vivo fue en un trolebús y fue un tango. Además, no olvidemos que su mayor arrepentimiento musical fue cuando no se animó a trabajar con Piazzolla.

-¿Y desde lo poético? ¿Cómo interpretan ese vínculo de Spinetta con el género?

Santiago Muñiz: -Creo que Spinetta tuvo una influencia muy importante del tango. Tal vez por una cuestión familiar, porque Luis Santiago fue cantor de tango, y ese aroma perfuma gran parte de su obra y poesía. Ya desde los primeros discos de Almendra hay una cosa ciudadana que roza el tango permanentemente y desde ahí a toda la obra que sigue adelante. Siento que tiene una identidad con la música de Buenos Aires, con el barrio.

-¿Cómo fue el proceso de trabajo?

H.S.: -Comenzó con la elección del repertorio y siguió con escuchar diferentes orquestas, a ver cuál nos convencía de que era la indicada para Spinettango. Ahí dimos con Damián Torres Quinteto, un grupo de Córdoba. Cuando los convocamos Damián nos respondió “me cago de gusto, yo soy fanático de Spinetta, empecé a hacer música con mi primer banda haciendo covers suyos, me encanta esto”. A partir de ahí, Damián hizo los arreglos, metieron unos ensayos en Córdoba, y en cuanto se abrió la pandemia y la gente pudo viajar, se vinieron al estudio de Lanús y en dos días y medio grabamos toda la orquestación. Luego fue grabar las voces de Santiago. Ahí estuvimos bastante tiempo dándole.

-¿Y los invitados?

H.S.: -Ya de antemano sabíamos algunos invitados, que sabíamos se iban a copar, como Nebbia o Melingo. Durante la grabación se dio que en “Durazno sangrando” sentía que una parte podía ser para una voz femenina, ahí dimos con Mimi Maura, a quien conozco desde que apareció en un disco de 2003 que hice. Y en “Bajan”, que me sonaba un coro de murga tradicional uruguaya, apareció Falta y Resto.

-Cuando dicen que fueron buscando la orquesta indicada, ¿qué buscaban puntualmente? ¿Qué características tenía que tener?

S.M.: -La idea desde un comienzo fue que fuese un disco de tango, con arreglos bien definidos en el género y que suene a eso, y que mi interpretación sea la de un tanguero estilo cantor nacional, que es lo que hago yo. Dentro de esa línea de sonido que buscábamos, al Flaco lo alineamos para el lado de Piazzolla y Salgán. Creemos que es un tango con características más orientadas al jazz y ahí se puede unir con la esencia del Spinetta. Dentro de esa característica sonora, empezamos a sumar y descartar arregladores y músicos. Dimos con Damián Torres, un bandoneonista al que yo ya venía escuchando y del que me gustaba su estilo. Ahí obtuvimos un sonido en que la esencia de Spinetta se hace creíble en una atmósfera de tango.