Apenas comienza la entrevista, Diego Torres desconcierta al reconocerse como un piropeador del coiffeur, luego de ver a alguien con un raro peinado nuevo dando vueltas por el lugar. Acto seguido, añade otra confesión: la pandemia lo invitó a hacer un poco más de base en Miami. “Antes iba y venía todo el tiempo, pero todo cambió desde hace dos años”, dice con cierto dejo a resignación. “Ahora estoy intentando recuperar esa dinámica que me llevaba a estar un tiempo allá y otro acá”. A propósito de esto último, el cantante se encuentra en Buenos Aires para encarar los shows con los que presentará en el teatro Gran Rex su más reciente disco de estudio, Atlántico a pie (si bien las funciones estaban pautadas para el 19, 20, 21 y 27 de mayo, el artista, tras confirmar la semana pasada que dio positivo en coronaviurs, las reprogramó para el 25, 28 y 29 de este mes. La fecha del 27 se mantiene igual).

El título de su noveno álbum de estudio, publicado en mayo del año pasado, alude al vínculo que fue construyendo con la cultura musical que enlaza a la orilla americana de ese océano. Partiendo por Colombia, país con el que estableció un idilio afectivo y sonoro desde mediados de los noventa. Al punto de que se transformó en la tercera pata de su carrera artística. “Colombia se metió en mi corazón a partir de que tenía amigos que viajaban para allá y me decían que mis canciones sonaban en las radios de lugares como Cartagena”, explica Torres. “Después fui personalmente a conocer, y empezó una relación que paulatinamente fue creciendo. Hice amigos, colegas y hasta tuve una pareja colombiana. Curiosamente, ahí encontré mi amor por el tango tomando un whisky con mi gente querida, en medio de esa bohemia que es tan linda. Muchas cosas nos fueron uniendo”.

-Una de las canciones que incluiste en el disco fue tu colaboración de 2018 con Carlos Vives, “Un poquito”.

-Además de Carlos, está Fonseca, que es un músico que me cae muy bien y con el que fue un placer compartir esa colaboración (se refiere al tema “Este corazón”). También participan Catalina García y Jorge Villamizar, aunque él es un poquito colombiano y otro poco ecuatoriano.

-Con Jorge Villamizar y Catalina García grabaste el single “Amanece”, que vendría siendo una especie de aporte tuyo a la pandemia.

-“Amanece” trata sobre este mundo que se detuvo. Nació de mi deseo de escribirla con Jorge. El tenía la intención de llevarla para otro lado, pero yo sentía que esa melodía era ideal para eso. Ahora que la fiesta se había detenido, quería hablar acerca de mirar hacia adentro, de revisarnos, y de acomodar nuestras vidas. Me vio tan convencido de que debía tomar este camino que me dijo que me sintiera libre de hacerle los cambios que fueran necesarios.

-¿Qué otras temáticas abordaste?

-“Para sentirme libre” se refiere a la libertad que fuimos perdiendo en el mundo. Básicamente, es el miedo a la soledad y a escapar de nosotros mismos. “Veneno”, en cambio, es esa canción de amor que nace cuando deseás a alguien. Te clava una especie de puñal que te queda como ahí enganchado al suelo. “Del otro lado” habla de ese rincón que podemos tener en la casa o en nuestro corazón. Atlántico a pie es un disco que apunta hacia diferentes direcciones. Como me encanta lo que recibo de la gente, a veces trato de no explicar tanto las canciones. Me gusta cuando me dicen “me pasó esto” con alguna de ellas. Es parte de nuestro trabajo, y está bueno disfrutarlo.

-Así como en tus otros álbumes, en Atlántico a pie la mujer vuelve a estar representada a través del tema esa “Esa mujer”.

-La mujer es todo en mi vida. Vengo de una madre poderosa que dejó huella en mí, en mis hermanos y en mucha gente que la quería. Decidió ser artista en una época en la que estaba mal visto que una mujer lo hiciera, y así se abrió camino e hizo todo lo que hizo. Mis hermanas también están muy presentes en mi vida, al igual que mis amigas. Siempre me dejan opiniones valiosas. Por eso, a lo largo de mi carrera, hay muchas canciones en las que fueron inspiración para mí como “Por ellas”, que tiene cierto aire a Brasil.

-Las alusiones a Brasil son una constante en tus repertorios. ¿A qué se debe?

-Brasil tiene una cultura enorme, y los argentinos estamos ligados a ella. Hasta te diría que somos el país con el que más conecta, pese a que no hablemos el mismo idioma. Con Ivete Sangalo, con quien hicimos “Hoy”, establecimos un vínculo hermoso. Siempre la tengo presente. Me encanta su energía, su sinceridad, y lo simple que es. Su voz, aparte, es como un bálsamo. En el caso de Natiruts, el otro invitado brasileño del disco, pasa lo mismo. Quería hacer un reggae, y los llamé porque me encantan. Les mandé la canción, gustó, y lo demás fue fácil.

-¿Cuál es el eje de un disco tan variopinto en el que ponés a dialogar a las músicas brasileña, caribeña y urbana con el pop o con el charlestón?

-No puedo hacer un diso que no tenga cierta diversidad. “Veneno” es un buen ejemplo de eso. Ahí se encuentran la vieja canción cubana y el flamenco. Y así apareció también el charlestón (“El rinconcito”), donde invité a mi amigo Florent, que es un cantante francés. Me encanta poder enriquecer mi mundo musical, personal y humano. Siempre estoy abierto a derribar prejuicios.

-En los noventa, esto que contás parecía una utopía. Salvo por Los Fabulosos Cadillacs, Machito Ponce o vos, ningún artista argentino se atravía a experimentar con la música latina. Hoy es moneda corriente en la industria local.

-Nosotros nos criamos con mucha influencia del rock y el pop anglosajón, al estar tan al sur del continente. A partir de que un amigo me introdujo a Rubén Blades y los Seis del Solar, comencé a escuchar música que venía de Centroamérica. Así abrí mi cabeza, y el hecho de empezar a viajar me hizo integrarme a la región y conectar con otros ritmos. Todo fue muy orgánico y natural. Eso se trasladó a mí, a mi música y a mi horizonte. También me gustan mucho los cantantes que que tienen que ver con el jazz, desde Joséphine Baker hasta Tony Bennett. A veces pienso que voy a terminar haciendo muchas canciones que pasen por ese fitro.

-¿Entonces pensás que el futuro de un artista pop latinoamericano está en ser un crooner, al igual que sucedió con Luis Miguel?

-Creo que eso tiene que ver mucho con cómo te vayas sintiendo. El pop siempre nos mantiene actuales, y un ejemplo de eso es Sting o Paul McCartney. Tengo muy naturalizada la inquiteud de buscar sonidos. Eso nos mantiene activos y actuales. Me gusta mucho más mi voz ahora que cuando empecé a cantar. Ahí radica para mí la madurez musical.

-En 2021 se cumplieron 20 años de “Color esperanza”, tema que se tornó en un himno en tu obra. Por más que sigas sacando discos, la gente te asocia con esa canción. ¿Luchás contra tu pasado?

-Hace tiempo que dejé de luchar contra mi pasado. Al contrario, lo disfruto. No sé si en eso influyen los años, que te invitan a darle otra mirada y otro valor a las cosas. Tengo un profundo respeto por lo que las canciones provocan en la vida de mucha gente. Me encanta que eso suceda. Sigo alimentado ese pasado en mi presente porque, en definitiva, es mi historia.