Yo soy contrera por naturaleza. Hasta me llevo la contra a mí mismo. Escribo estas notas y luego pienso que no fui claro, que tenía una buena idea pero no la pude desarrollar. Entonces me critico. El espíritu crítico es decir “sí, pero…”, y sirve para ver las cosas desde otro punto de vista, a evaluar alternativas, a ser más severo.

Si uno es crítico con uno mismo, en general lo es con otras cosas, por ejemplo con el gobierno. Eso está bien. Primero porque es imposible que uno se sienta cómodo con todos los matices de una gestión colectiva, y segundo, las críticas corrigen rumbos.

La cuestión es que algunos compañeros han pasado de criticar a nuestro gobierno, al que llevamos al poder con gran esfuerzo, a combatirlo como si fuera el enemigo, con la misma ferocidad, o incluso (pareciera) con más ferocidad que la que pusieron en combatir al macrismo.

Daría la impresión de que no entienden el límite que existe entre criticar y combatir. Mientras que hay otros que sí lo entienden pero se hacen los giles, porque ponerse en la vereda de los puros y quejarse por todo es sencillo y cómodo.

Es tanta la ferocidad de algunos que cabe preguntarse si no se dan cuenta de que más allá de este gobierno no hay nada. Me refiero a la nada que sería la tierra arrasada que proponen los verdaderos enemigos de todos nosotros: una derecha espantosa y otra derecha más espantosa aún. Y asesina, por si fuera poco.

El presidente dijo que si estaba equivocado había que hacérselo saber. Lo hicimos. Y lo hacemos. Es razonable, aunque no siempre escuchen las críticas ni corrijan los rumbos. Pero algunos compañeros han pasado de la queja al insulto, a la caricaturización, lo que ya es incomprensible, además de ser un error político.

¿Acaso creen que un solo sector de la alianza que gobierna podría ganar las elecciones? ¿Tan inocentes son? ¿De verdad creen que sin alianza podríamos haber ganado o ganar el año que viene? ¿No ven, acaso, que el sector que nos representa a muchos de nosotros sigue dentro del gobierno, aún con críticas? Es porque saben que aislados no vamos a ningún lado.

También es cierto que hay algunos que se sienten incómodos dentro de un proyecto popular y masivo. En el reparto quedaron de este lado, pero no pertenecen acá. Son librepensadores, negadores seriales o la van de independientes o iluminados. Entonces insultan o combaten con fiereza redoblada. Bueno, allá ellos, pero que no se hagan los puros y ofendidos. Que ser opositor a todo es fácil.

Y como si fuera poco, aparecen las teorías conspirativas que poco tienen que envidiarle al chip en las vacunas. Acuerdos y pactos entre gallos y medianoche, que este habló con aquel otro como si la esencia de la política no implicara hablar con quien no te cae bien. La más delirante es la que dice que el presidente fracasaría adrede y se inmolaría, tanto como individuo, y como sector político, para así poder entregarle el poder al enemigo. Maaaamadera… Son gente grande para creer en cuentos infantiles…

No me representa, dicen. Bueno, compañeros, los otros te representan menos. Para los otros sos una basura, un vividor, un planero, un parásito, un negro cabeza. Y no te van a dar ni vacunas ni descuentos ni IFE ni nada. Palos te van a dar, que es lo que le dieron durante cuatro años a los laburantes, maestros, bomberos y jubilados.

El enemigo se deleita al vernos haciendo el trabajo sucio por ellos. En cambio, ellos nunca sacan los pies del plato por matices ideológicos. Nunca rompen. Un macrista nunca le haría un chiste sobre la reposera a su líder ocasional, aunque lo pensara. Es más, se agrupan en su capacidad de ser uno más esperpento que el otro y en la recta final estrechan filas con tal de destruirnos. Porque ellos tienen en claro quién es el enemigo, mientras que nosotros nos confundimos bien a menudo.

Y no estoy hablando de conformarse. No estoy hablando de “mejor malo conocido que bueno por conocer” o “es lo que hay”. Estoy hablando de una alternativa única de seguir en el poder y de (intentar) beneficiar a la mayoría. ¿No funciona? Entonces se trabaja para encontrar nuevos rumbos. ¿Es difícil? Claro que sí. Pero, ¿ponerle nombres insultantes a nuestro presidente? Aprendan del enemigo. Menos memes y más análisis político, muchachos.

Se combate al enemigo. Y al enemigo lo conocemos bien, aunque se disfrace todo el tiempo. Combatir a este gobierno como si fuera el enemigo es combatirse a uno mismo, a su propio futuro y a las posibilidades que se tiene de seguir delante de manera más o menos razonable. ¿No te gusta? Criticá. O desensillá hasta que aclare.

¿Le están haciendo el juego a la derecha los que critican? No. ¿Le hacen el juego a la derecha los que combaten al gobierno? Claro que sí. Porque no hay plan B, no hay más opciones que la que estamos viendo frente a nuestros ojos, nombre más, nombre menos. ¿Corregir? Sí. ¿Volver al llano, a ser oposición? Eso sería nuestro fracaso como alianza, como país, y el empeño definitivo del futuro de todos.

 

[email protected]