Solo “La mirada” puede conectar a la comunidad, la justicia y la belleza. Una metáfora que resume resultados de participación que dejan huellas.

Si hubo algo constructivo, tanto en el 2001 como en el 2020, fue la necesidad de crear nuevos lazos y diseñar la salida (pero no hacia afuera). La crisis más fuerte de los últimos años y la pandemia dejaron visibles las necesidades de construir nación y reconocernos en un encierro no elegido. Sin dudas un viaje al interior del país es la apertura al verdadero diálogo y mucho más aún si eso comprende a toda la provincia de Santa Fe. Allí la realidad marca una agenda adherida a demandas de cercanía entre lo que llamamos justicia y los tejidos del bien común. El arte es como un café, no se le niega a nadie para pensar la Argentina.

Yendo a Paraná, antes del túnel subfluvial, me saqué el barbijo para tomarme unos minutos frente a la dicotomía de los barrios periféricos y el desarrollo de la ciudad moderna. Con esa imagen entendí que la mirada que acusa, en realidad está negando un problema más profundo: Una vida sin proyecto es violencia en muchas de sus formas.

“Cómo no estar feliz en un día como hoy, que fue uno de los más importantes en mi proceso de condena en este lugar… si a pesar de estar privado de mi libertad puedo demostrar con hechos un cambio sincero en mí, desde adentro hacia afuera” (joven privado de libertad, 24 años).

Con este testimonio sentido, atravesado por las emociones, y por la experiencia transformadora, -ésa que sólo se aprende en la escuela de la vida-; se daba inicio al acto de inauguración del “Diego Iluminado” en la unidad penitenciaria de Las Flores, provincia de Santa Fe. Un martes, que podría haberse teñido con la angustia de la ausencia de las visitas, se vistió de alegría, al calor de la palabra compartida que cura las heridas. Fue uno de esos días, donde al decir de Galeano, llovió un poquito de suerte en la tierra de “los nadie”.

Aquel joven, con su relato alumbrador, nos dio la certeza de que valían la pena los kilómetros recorridos. Ante la adversidad del encierro, había algo nuevo, que nacía del encuentro con el otro y que comenzaba a hacerse paso. Esta escena es tan solo una instantánea del proyecto “La Justicia en Diálogo con la Comunidad a través del arte”, que nació del acuerdo entre la fundación “Arte en las Fábricas”, la cual presido, y el Servicio Público Provincial de la Defensa Penal de Santa Fe que lidera la Defensora Provincial Jaquelina Ana Balangione.

Este fue el comienzo de una aventura que nos encontró con más preguntas que certezas, pero con la fuerza infinita que nos invita a soñar con otros universos posibles para el acceso a la justicia. Hoy miramos en perspectiva, y vemos que en los 19 departamentos de la Provincia de Santa Fe dejamos una huella.

Las esculturas, los encuentros institucionales y los talleres de alfabetización jurídica fueron las semillas que germinaron diálogo y reflexión. Las postales de las inauguraciones nos hablan de la potencialidad del proyecto; mientras que, hablar de Derechos Humanos, de las y los más vulnerables, del sistema de justicia, de la resiliencia, de la esperanza, -entre otros temas- fue el desafío que pudimos cumplir.

En cada una de las experiencias, se trató de espacios para empujar tabúes, poner a rodar la voz, acercar las instituciones a las personas, y proyectar comunitariamente respuestas ante los sufrimientos e injusticias de nuestra época.

Con la Defensora, apostamos a la función pedagógica del arte, reconociendo que cada territorio y las comunidades involucradas en este proyecto tienen un sentido y una historia.

Si alguien distraído, al costado del camino, nos pregunta por qué hay un “Abrazo” en la cárcel de Coronda, o en el Club Atlético Barrio Reyes de la localidad de San Justo, o en la Sede de Cáritas de la localidad de Vera, o en la Unión Obrera Metalúrgica de Villa Constitución- entre tantos otros que forman parte de este acerbo patrimonial-, podremos evocar la posibilidad de fundir los horizontes, hacer desaparecer las distancias, y transformarlo en afecto y solidaridad sanadora. También le podremos decir que si se encuentra con un cuadro de "La Mirada”, es porque queremos hacer frente a la incertidumbre y encontrar nuevas formas de mirarnos recuperando la identidad y la memoria. También podremos contarle que en Sunchales, en el templo interreligioso de la Fundación Sancor, habita una obra, “El Dialogo Interreligioso", que invita a la unión y a la aceptación de la diversidad. Lo llevaremos también a recorrer el Palacio de Tribunales de Santa Fe o la Plaza del Centro de Justicia Penal de la ciudad de Rosario, para que pueda enfocarse en los Corazones de Hierro que plantamos, porque reconocemos la importancia de la lucha ante la adversidad, en la transformación por un mundo mejor. Conectamos Estado y ciudadanía, instituciones y personas, Arte y Justicia.

La cultura es nuestra brújula en el camino hacia la paz social. Más temprano que tarde iniciamos esta transformación de fondo, que no podía esperar. Este capítulo de la Justicia y el Arte nos demuestra una vez más que todo posee la capacidad de asombrar y convertirse en belleza. Y que nada es desechable, mucho menos las personas.

Como me ilustrara la querida Dra. Balangione, en el ámbito de la justicia penal, hablar de resiliencia conlleva reconocer las desigualdades estructurales que operan en las formas de distribución de las violencias y la vulnerabilidad. Además implica adoptar enfoques innovadores para la transformación de sus estructuras. Esto supone pensar nuevas formas de comunicar y de expresar del sistema de justicia. En un contexto social teñido por la cultura del castigo, de la otredad y del individualismo, el arte puede ser un puente, hacia la innovación y transformación de la Justicia. Para que esta tenga más que ver con hacer feliz, que sufrir. De nosotros depende.