Desde hace décadas, la comunidad científica internacional advierte que el planeta es cada vez menos habitable. Los seres humanos, paradójicamente, son quienes contribuyen a tal situación, a partir de un modelo capitalista de producción y consumo que arrasa con todo. En este marco, la transición energética emerge como un concepto y un fenómeno palpable que podría funcionar como llave. En Argentina, una de las empresas capaz de promover tal pasaje es Y-Tec, creada en 2012 con la misión de brindar soluciones tecnológicas a un sector medular como es el energético. La compañía, con sede en Berisso (Buenos Aires), pertenece en un 51 por ciento a YPF y el 49 por ciento restante al Conicet, y constituye el centro tecnológico más grande el país.

“Y-Tec, como interfaz entre el mundo productivo y el mundo del conocimiento del Conicet, permite que nuestros grupos de investigadores y tecnólogos respondan a los desafíos tecnológicos y ambientales que hoy enfrenta el mundo real de la energía y del agro. Además, actúa como un coordinador que permite sumar a universidades y organismos científicos en la resolución de estos problemas”, plantea Roberto Salvarezza, exministro de Ciencia, Tecnología e Innovación y actual presidente del directorio de Y-Tec.

Las cifras son elocuentes: dispone de más de 13 mil metros cuadrados de superficie, 47 laboratorios, 12 plantas piloto, más de 300 investigadores y becarios, más de 50 tecnologías en desarrollo y 33 patentes. Ana Franchi presidenta del Conicet y miembro del directorio de Y-Tec, lo cuenta del siguiente modo: “Es una de las principales empresas del Conicet. Tenemos investigadores e investigadoras, personal técnico, becarios y becarias que contribuyen a diferentes proyectos de investigación asociados a la industria petrolera, a nuevas energías y también al agro”.

La fusión de YPF y Conicet que este año cumple una década se constituye como una empresa de base tecnologíca que expresa un puente entre el campo productivo y el científico, y cuya actividad principal es la investigación y el desarrollo. Desde aquí, las líneas estratégicas que sigue se orientan a partir de problemáticas específicas. 

“La principal función de Y-Tec es trabajar junto a los técnicos y a los profesionales de YPF para resolver los problemas tecnológicos que surgen en la explotación de petróleo y gas. Principalmente el gran desafío está en Vaca Muerta”, señala Eduardo Dvorkin, ingeniero mecánico de la UBA y miembro del directorio. Luego completa: “Un segundo objetivo se relaciona con la fabricación, junto a las pymes, de equipos e insumos para iniciar un proceso de sustitución de las importaciones”.

Oro blanco

Uno de los ejes principales para Y-Tec son las energías renovables. En este sentido, los aportes en relación al litio, se vinculan a un mayor y mejor aprovechamiento del “oro blanco”, que podría ser empleado para la electromovilidad, esto es, para promover el crecimiento local del parque automotor de eléctricos. Argentina, junto a Bolivia y Chile, componen el famoso triángulo de litio, y en Jujuy el Centro de Investigación y Desarrollo en Materiales Avanzados y Almacenamiento de Energía (Conicet) aporta las bases científicas para avanzar, en el mediano plazo, hacia la industrialización del metal.

Desarrollamos la planta de litio junto a la Universidad Nacional de La Plata y un electrolizador para una siderurgia que utilizará hidrógeno en lugar de gas. Todo esto es posible por la presencia de Conicet en Y-Tec”, comenta Dvorkin. Al respecto, Franchi apunta: “La fábrica de baterías de litio es una iniciativa que constituye un adelanto importantísimo hacia la soberanía nacional”. Y proyecta entusiasmada: “Pensamos que en los inicios del año que viene Argentina contará con la primera producción de baterías”.

En esta línea, Salvarezza destaca que los proyectos en explotación e industrialización del litio son centrales. La referencia, en concreto, es para "los métodos de extracción no evaporíticos y la producción de materiales catódicos y anódicos para las celdas de baterías de ion litio. Todo lo mencionado ya se encuentra a escala de planta piloto y preindustrial, que estarán operativas a fin de año”.

Hidrógeno verde

Además del litio, hay dos núcleos de desarrollo más en los que Y-Tec concentra actualmente sus esfuerzos: el hidrógeno verde y el agro. En relación al primero, se halla “H2ar”, un proyecto que representa la unión de más de 30 empresas interesadas en protagonizar la transición y exprimir el potencial que tiene el país para generar energías bajas en carbono. Hoy en día, buena parte del hidrógeno utilizado como combustible se elabora a partir de fuentes no renovables. En efecto, se trata de descarbonizar a partir del impulso de energías como la solar y la eólica.

“Se están configurando proyectos para el desarrollo de electrolizadores nacionales y el empleo de este vector energético en distintas industrias y medios de transporte. También se trabaja en el estudio de los materiales que demandara el almacenamiento y transporte como el desarrollo de normativas para su empleo”, dice Salvarezza.

En relación al campo, la compañía de YPF y el Conicet busca promover soluciones para potenciar el desarrollo agroindustrial. “Hay que destacar Y-Tec agro. En la ciudad de Mercedes se está construyendo un instituto especializado en el tema, en el que se instalarán más de 100 personas. Constituye la demostración de la posibilidad desde el Estado de contribuir a la mejora de la producción, respetando el ambiente y a partir del empuje de los recursos humanos que cuenta Argentina”, subraya Franchi.

La ciencia como engranaje productivo

Y-Tec está conformada por especialistas en geociencia, biología y microbiología; expertos en biotecnología y afines; ingenieros en petroquímica y ambiental; recursos humanos capacitados en combustibles, lubricantes y perforación de pozos; también en modelación y simulación, y en data science. En total son 300 los profesionales que participan de los diversos proyectos. 

Cerebros argentinos que se ocupan de resolver problemas y responder a necesidades locales. En esta empresa pionera de América Latina, la ciencia deja de ser un adorno para convertirse en un engranaje del sistema productivo de la nación.

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