Nina Suárez Bléfari toca el último acorde de Falso ladrido, de Suárez, en la Sala Argentina del CCK y mira por un segundo a su mamá, que canta la última palabra, se da vuelta y mira a su hija. Es un instante en el que las miradas de Nina y Rosario Bléfari se encuentran arriba del escenario. Entonces la sala estalla en aplausos mientras la chica mira al frente con los ojos brillantes, sonriente, apoyando su brazo en la guitarra criolla.
"Esa fecha que compartimos ahí fue muy hermosa, porque había un montón de músicos zarpados; y el lugar, increíble. También era muy divertido todo, estar todo el día ahí, la preparación, el ensayo. Todo eso siempre me gustó un montón", dice Nina, hija de Rosario Bléfari y de Fabio Suárez, acerca de ese concierto de la Sala Argentina en 2015, cuando era una adolescente.
Y "todo eso" fue la constante a lo largo de sus 21 años. Música, poesía, teatro y cine, amigos y amigas, recitales y el halo que envuelve esa energía, le otorgaron a Nina el combustible para levantar vuelo y dedicarse a lo, acaso, inevitable. Siete años después de aquel concierto, Nina está presentando sus canciones Quequén y Corrida al arco, producidas por Pipe Quintans y grabadas en el estudio Resto del Mundo.
Durante ese tiempo, también colaboró con Santiago Motorizado (para la banda sonora del regreso de Okupas) y con Electro Reno, entre otros, y tocó en diferentes fechas en capital y La Plata. También participó del taller de escritura de Cecilia Pavón y actuó en la obra Recital olímpico, escrita por Camila Fabbri y Eugenia Pérez Tomas. El mundo lúdico del arte es lo que la hace sonreír.
"No siento que haya un momento en el que me impactó algo en particular, sino que fue algo con lo que crecí y que siempre estuvo en mí, como una manera de relacionarme con la realidad; la música y esas cosas, escribir algo o tratar de hacer una canción", dice.
► Excursiones
A los 7, Nina ya tenía un par de canciones escritas. "Y, si tocaba ella, mi mamá me invitaba. En algún momento decía: 'Bueno, ahora va a tocar una canción Nina'. Y yo iba y tocaba esa única canción. Desde ese momento ya tenía ganas de mostrar la canción, ganas de tocar lo que había hecho", cuenta. Entonces, aunque tuviera dos canciones, "compartía fecha con mamá". Y después, cuando tuvo más, la empezaron a invitar a acústicos y a lecturas de poesía. Y así fue creciendo, entre canciones, poemas, amigos y amigas de la música.
Hoy Nina tiene su power trío, con ella al frente, en guitarra, Chicho Guisolfi (Bestia Bebé) en el bajo y Manolo Lamothe (Cabeza Flotante) en la batería. Y apuesta a seguir divirtiéndose, como en aquellos años de seguridad hogareña. "Es muy importante para mí toda la niñez, me parece que hay cosas de la infancia que tienen que seguir iguales, si bien ya no hay esas cosas protectoras de padres o del hogar de la niñez, una tiene que seguir dándose eso de disfrutar, jugar a algo, hacerlo por diversión o volver a estos lugares que te hacen bien y son seguros, explorarlos", dice.
Algo de eso hay en Quequén, que con imágenes como la pieza en la oscuridad, el silencio de la noche y un papelito escrito y firmado "atentamente, ya sabés quién" inauguró para el mundo la pluma en las canciones de Nina sobre una base de clásico indie argentino. "El puente de Quequén es un lugar que me encanta. Siempre, de chica, en mis vacaciones me quedaba en la casa de mis amigos de Necochea, amigos de mi mamá y míos. Pasábamos primero por La Pampa y nos quedábamos ahí en diciembre, y después, en enero o febrero, íbamos a Necochea. Me acuerdo mucho cuando se construyó ese puente, del momento en que apareció este puente. Cuando pasé por primera vez era increíble, es un puente hermoso y me impactó visualmente. Me parece un lugar clave de mi infancia, y recuerdos con mi mamá y con estos amigos míos", cuenta.
► Canciones sobre una chica, sus amigos y un libro
Santiago Motorizado convocó a Nina Suárez para poner la voz en El fuego cálido, la cumbia de Canciones sobre una casa, cuatro amigos y un perro, el disco de música original que el cantante de El mató a un policía motorizado hizo para el rescate de Okupas en Netflix.
"Caí un día, así como para ver, y estaba la letra en una pantallita. Y esto de ser intérprete está buenísimo, es muy especial que otra persona escriba y componga la canción y vos la cantes, porque te coloca en un lugar en el que podés cantar más desde el corazón, dejar que la canción te posea. Fue muy genial poder compartir con ellos, porque me encanta su música, los admiro y me divierto un montón", cuenta.
Como le gusta cantar, dice Nina, también le gusta hacer karaokes. Y también se inclina por la escritura. Tiene poemas y algunos cuentos, y la certeza de que algún día se publicarán. "Me gustaría hacer una novela corta, que el personaje principal sea un niño. Lo estoy trabajando. En su momento, en el taller con Cecilia Pavón, nos compartíamos todos los textos y estaba buenísimo. Me divierte compartir esas cosas en ese ambiente o con amigos", dice. Sabe que lo hará algún día, pero también sabe que "cada cosa a su tiempo".