Si el título del trabajo anterior de la banda Nunca fui a un  parque de diversiones, Mover Canival (2014), parecía provocador y hasta antropológico, el de su más reciente disco, Que en paz descanse (2017), es lapidario. E incluso chocante. “Hay una idea de romper con lo que veníamos haciendo. Teníamos una imagen luminosa y medio hippie, y de golpe cortamos con eso”, explica Antu La Banca, baterista y cantante del trío. “Mi hermano (Manque La Banca, cantante y guitarrista) flasheó con retomar el romanticismo como corriente cultural. También está dedicado a una amiga que se suicidó. Así que cerró por todos lados: el homenaje y la muerte de una estética.” Además, meses antes, en diciembre, el artista barilochense puso a circular Une, que pertenece a su proyecto solista: Antuantu, en el que explora su identidad sexual. “No es ni una ni uno. Es une. El no género, lo andrógino; lo homoerótico y lo homosensual.”

A pesar de que levanta la bandera del LGTB, Antu defiende especialmente la idea del post género. “Me cuesta un huevo definirme. No me gusta, ¿por qué tengo que hacerlo?”, cuestiona el músico de 25 años, quien confiesa, en el living de una casa en Palermo, que supo que era queer a los 17. Aunque lo asumió hace un año. “Pasé por varios estados: transexual, transgénero. Y llegó un momento en que era demasiado rígido. Me considero bisexual porque me identifico con ambos géneros. Es una forma de trascender las etiquetas, sin descalificar a la gente que necesita hacerlo.”

Su manera de entender la pluralidad va más allá de la sexualidad. “Me siento un promulgador de la diversidad. Es linda y divertida. Hay mucho y muy diferente para darle bola. Me cabe el eclecticismo como propuesta. A nivel vivencial, intento nutrirme del lugar en el que estoy. Salgo a ver bandas. Y en estos seis meses en los que viví en capital, vi de todo.”

Al momento de encarar la música, el integrante de Nunca fui a un parque de diversiones (que asegura que jamás pisó uno) lo hace desde el rol de productor. “La excusa de un trabajo nuevo es la de aprender a hacerlo”, comparte Antu, quien acaba de llevar adelante, como Antuantu, la banda sonora de la película Los muertos dos, dirigida por su hermano. “La composición está atada a la producción. Y ahí tomo más decisiones.”

Pero el motor de su prolífica y aún novel carrera es la experimentación. “Eso fue tras haber escuchado Merriweather Post Pavilion (2009), de Animal Collective. Y luego de curtir a Fun People, mucho punk, Juana Molina, El Guincho y Micachu”, enumera. “Estudié música popular en la Universidad de La Plata, aunque no la terminé. El laburo con electrónica y grabación es autodidacta. No me imaginaba que grabaría mis propios discos. Y a los 17 ya lo había hecho.” Por estas cosas, en Bariloche es profeta en su tierra: “Siempre nos esperan con los brazos abiertos”.