Esta es una época de “diarrea visual” -el término es de Sebastián Vricella, vicepresidente de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA)-, y tal vez por eso la Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino cobra cada vez mayor sentido. Porque, en contraste, pone en valor “el compromiso, las obsesiones de lxs trabajadorxs, sus desvelos para revelar lo velado, mostrar lo que debe ser visto”, como escribe la periodista Sonia Tessa para el anuario de esta edición. Inaugura este sábado en el Centro Cultural Borges. Recupera los sucesos más trascendentes del año pasado, con un tema en el centro: los incendios que afectaron a muchas provincias del territorio argentino.

“Como cada año, la muestra de ARGRA hace foco en la urgencia y dispara. La urgencia es evidente: cuidar nuestro lugar común, la Tierra”, expresa Tessa. “Hace más de diez años que tenemos fotos de incendios, contaminación ambiental, uso indiscriminado de agrotóxicos... Eso nos encendió una alarma: ‘tenemos que destacarlo’. El tema se impone solo: o lo vemos o seguimos mandándolo atrás de todos los temas”, dice Vricella. Por eso la tapa del anuario es una foto de Tomás Cuesta que muestra cómo el fuego avanza en los humedales que rodean al Río Paraná en Entre Ríos. 

 

Qué se verá este año en la muestra de ARGRA

La 33º edición incluye 130 fotografías seleccionadas de entre 1700, correspondientes a más de 60 autores, sobre los hechos más relevantes en materia de actualidad, deportes, retratos, vida cotidiana, política, naturaleza, ambiente, arte y espectáculos, ocurridos en el país y en el mundo. El comité editor estuvo integrado por Daniel García, Silvana Colombo, Inés Quinteros Orio, Candelaria Lagos y Emiliana Miguelez. El acto inaugural es este sábado a las 17.30 en el Borges (Viamonte 525).

Foto Leandro Teysseire.

Enumera Vricella los temas que aparecen en el paisaje: “impacto ambiental, la salida progresiva de la pandemia, la vacunación, los 70 años de Charly García, la obtención de la Copa América de la mano de Messi, los vaivenes de la política y la economía, y siempre el testimonio y el ejercicio de la memoria de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”.

 

“Disparar, así le dicen lxs fotógrafxs al acto de hacer click. Antes, hicieron kilómetros, se agacharon, se subieron a alguna silla, buscaron el mejor ángulo, encontraron el encuadre”, escribe Tessa, quien define a esta exposición, “inédita en el mundo”, como “un ritual de festejo de las miradas”. Se detiene, entre otras cosas, en el abrazo de una familia tras una sentencia por femicidio, en la mirada “potente” de una pescadora a través de sus redes, en los ojos del padre de Tehuel reclamando saber dónde está su hijo, el cumpleaños número 60 de una travesti que sobrevivió a todas las violencias. “Las fotos cuentan cómo se transforma una sociedad, cómo sale a la calle. Sus autorxs eligen con dedicación cuál de todas las imágenes que crearon durante el año quieren dejar como huella. La muestra es la oportunidad de componer una mirada editorial colectiva. Que trasciende el presente y forma parte de la memoria social”, define. 

Otras dos premisas sostienen a este acontecimiento: recuperar trabajos ignorados por los medios y un anclaje federal. Esta edición tiene como telón de fondo, además, los 80 años de existencia de ARGRA, "una construcción colectiva y solidaria que se ha mantenido a lo largo del tiempo", en palabras de Eva Cabrera, su presidenta, primera mujer en ese rol en todos estos años de historia. En efecto, como ella cuenta, recién en los '70 aparecieron las primeras socias. "La muestra sólo se suspendió en el momento del asesinato de Cabezas porque toda la asociación se puso todos sus esfuerzos en el reclamo de justicia. Es un hito fundamental que realza el valor de lo colectivo. No se compite y establece una narrativa más allá de la que muestran los medios", manifiesta.

La palabra de les fotógrafes

 

 

Como señala Tessa, son las obsesiones de les fotógrafes las que aparecen en primer plano. Sus sentires, sus emociones. Lo que los moviliza. Y en ese sentido hay de todo en estos disparos.

Foto Carolina Camps.

Bien particular es, por ejemplo, la historia de Juan Thomes (Río Negro), quien presenta una foto en la que están cuatro mujeres de su familia biológica. “Soy adoptado. Me reencontré con mi familia en 2014. En los últimos dos, tres años empecé a pasar Año Nuevo con ellos. Era la tarde del 1º de enero de 2021 cuando después de que había pasado la fiesta salí a dar una vuelta en auto. Era la primera vez que salía con mi mamá y mi abuela a dar una vuelta, y fuimos a la estación de trenes. Estaba con mi sobrino, pero en esa foto lo convencí de que estuviera a un costado. Mi mamá no es muy afecta para las fotos pero logré hacerle esa”, relata Juan. “La identidad es algo muy especial para mí. Sin darme cuenta y sin saberlo por eso trabajo de fotoperiodista.”

El caso de Celina Mutti representa lo que en el contexto de la muestra se llama “historia”. Un fotógrafe se entusiasma con un tema y construye acerca de él un relato más complejo, de varias fotos. Celina cuenta la historia de María Barrios, pescadora de Pueblo Esther (ubicado a 20 kilómetros de Rosario), presidenta de una cooperativa. Hizo este trabajo en el marco de una investigación que tiene por fin visibilizar el impacto de la crisis climática en la vida de mujeres, personas LGTTBIQ+, y comunidades indígenas y campesinas.

“Fue un trabajo de largo aliento, una experiencia muy diferente al día a día dentro del diario La Capital”, comenta Celina. "La conexión que lográs tener con las protagonistas se ve reflejada en las fotografías." El proceso implicó que se encontrara varias veces con la pescadora, salir en su lancha, visitarla de noche. “El río Paraná sufrió el año pasado una de las bajantes más pronunciadas de la historia. Y eso trajo aparejado muchos problemas; se dificultó el suministro de agua potable, por ejemplo. Pero lo que más preocupó fue el impacto negativo en la diversidad de especies del humedal. Al no haber lagunas, los peces no tenían dónde desovar y eso generó escasez. Por ende, no había nada para pescar. Llegó la veda. Estas mujeres de la cooperativa le buscaron una vuelta a esa escasez y comenzaron a producir alimentos con los pocos pescados que conseguían del río", explica.

Foto Celina Mutti.

La perspectiva de género se imprime también en el trabajo de Mariana Terrile: un retrato que tomó a Mariana Fernández, más conocida en Rosario como “La Chocolate”, en el día de su cumpleaños número 60. “La suya es la historia de vida de una sobreviviente, de la que también escribí una nota que salió en Rosario/12 en mayo de 2021. Es una de las pocas travestis que ha sobrevivido a una generación que creció en dos de las dictaduras más cruentas de nuestro país (las de Onganía y Videla) en el seno de una familia muy humilde y violenta: padre policía, madre víctima de violencia de género. El promedio de vida de personas del colectivo travesti-trans hoy es de 40 años”, dice Mariana, y así da cuenta de cómo lo particular se une a lo general con una simple imagen. De cómo una historia puede reflejar tantas. “Es vital el testimonio de las Marianas y todo el colectivo LGTBI+ para mantener viva la memoria de una sociedad que aún no comprende la diversidad, con la que tenemos una gran deuda pendiente”, subraya.

En torno a la exposición delinea, también, una reflexión ligada a los tiempos que corren: “Considero fundamental que a la mirada federal se agregue la de las mujeres, que somos muchas e históricamente no hemos sido reconocidas en varias disciplinas”. “Es un orgullo ser una de las 15 mujeres entre 49 hombres que participan de la muestra. Es muy importante que haya una mirada femenina dentro del fotoperiodismo”, opina, en sintonía, Carolina Camps, fotógrafa de este diario. Ella es una de las que graficó la salida de la pandemia. “Participo con la foto de una alumna que se toma la fiebre cumpliendo el protocolo para ingresar a la escuela. Me llamaba mucho la atención esa cosa tan automatizada que tenían lxs niñxs cuando entraban pasando por el termómetro; una cosa muy robotizada con lectores en sus cabezas, tal vez naturalizados para ellxs. Era una imagen entre apocalíptica y futurista”, recuerda Carolina.

Foto Pablo Piovano.

La esfera social siempre tiene mucha importancia en el recorrido. Matías Baglietto fotografió un corte del Puente Pueyrredón. Era un encuentro de "trabajadores ocupados y desocupados, familias desalojadas de Guernica, estudiantes". “Había un operativo totalmente desproporcionado, con muchísima Prefectura y Policía Federal. La idea de los manifestantes era avanzar para hacer un acto en el Obelisco y desde el principio había mucha tensión. Así que me ubiqué al costado y agarré el momento en que gasean a un laburante de una app de delivery y a otros trabajadores”, relata sobre el detrás de escena.

 

 

El momento actual de la fotografía

“La fotografía de prensa está pasando un momento muy malo y bueno a la vez. Malo por los salarios depreciados -en todo el gremio en general- a lo que se suma la práctica generalizada de apropiación de imágenes sin respetar el derecho de autor/a y sin pagar por su uso”, analiza Leandro Teysseire, de Página/12, quien participa con una foto de una marcha para pedir justicia por el asesinato de Lucas González. Lo que ve de bueno: "La calidad y el compromiso de las nuevas generaciones".

La muestra se erige como un contrapunto a aquello que Vricella llama “diarrea visual”. “En la actualidad, la fotografía ocupa un lugar trascendental en la vida de los seres humanos, pero a la vez los medios de comunicación reducen al mínimo el equipo de reporterxs gráficxs”, señala Celina como paradoja, en la que también entra la precarización. “Sumado a eso, la mayoría de los fotógrafos en ejercicio son varones, cuando el 80 por ciento de la nómina de estudiantes de la carrera son mujeres. Seguiremos luchando para que nuestra profesión mantenga la fuerza y la presencia que merece, y para que esa presencia sea cada vez más pareja en cuestiones de género.”

Foto Javier Corbalán.

A Carolina, por su parte, le preocupa la circulación de fotos de personas en situación de vulnerabilidad. "Como profesionales, nosotrxs sabemos discernir de qué forma contar una historia sin violar los derechos de las personas", sentencia. "Me interesa la imagen que editorializa y se difunde, la que se recuerda aunque sea un par de días, la que es materia prima de un meme. Creo que hay que apuntar a producir esas imágenes”, postula Matías. En un panorama complejo, surge la necesidad de una Ley Nacional de Fotografía, “que permita sostener el archivo de compañeras y compañeros, tesoro patrimonial histórico al cual siempre se recurre a la hora de querer contar la Historia pero nadie valoriza”, dice Vricella. Juan es optimista: el rol del reportero gráfico siempre se reinventará: “Tenemos que demostrar la vuelta de rosca que hay en la mirada, la experiencia, el bagaje cultural, el saber, las cargas profesionales y emotivas. El fotoperiodismo sin compromiso no existe”.