Sin defender la censura en distintos países de Oriente y del Sur colonizado (todo lo contrario, pero a veces hay que aclararlo para algunos niños de escuela), agreguemos un ejemplo más de cómo opera la propaganda de las potencias occidentales, siempre tan orgullosas de su libertad cada vez que se miran en el espejo de Narciso.

 

Voice of America (VOA), que junto con TV Martí y otros canales (en sus nombres incluyen términos como Free o Liberty) es una rama de la Agencia estadounidense para los Medios Globales financiada por el gobierno de Estados Unidos. Fue fundada en 1941, en principio con el noble objetivo de contrarrestar la propaganda nazi, hija directa de la propaganda estadounidense, de la misma forma que Joseph Goebbels se inspiró en Edward Bernays y Hitler en Madison Grant.

Desde entonces, VOA no ha dejado de operar en decenas de países, especialmente durante la Guerra Fría y después, “para promover los valores democráticos”. Más allá de los eslóganes, VOA es un conocido conglomerado de medios de propaganda que en el pasado sirvió para preparar golpes de Estado duros, con invasiones o intervenciones militares directas. Hoy en día su presupuesto, procedente del gobierno de Estados Unidos, es de cientos de millones de dólares y opera en diferentes países creando opinión pública.

También ha sido una de las extensiones mediáticas de la CIA. Como la Agencia, VOA es un organismo permanente y, en teoría, no está pensada para actuar en territorio estadounidense sino en el resto del mundo. Pertenece a lo que se clasifica como “white propaganda”, es decir, propaganda no secreta, pero de tal forma que no parezca propaganda. Ejemplos de “black propaganda” usado y abusado por la Agencia y las corporaciones privadas del Primer mundo abundan en la historia reciente del erróneamente llamado Tercer mundo.

 

Al igual que los medios financiados por gobiernos extranjeros, VOA se define a sí misma como “independiente del gobierno” de Estados Unidos que la financia. Nadie esperaría lo contrario de un medio que se presenta como campeón de la verdad, la libertad e independiente de toda ideología o poder político. Claro que, como en cualquier otro caso, es razonable asumir que en algún momento algún periodista ha ejercido su libertad en contra de la ideología dominante. Pero, como los op-eds de los grandes medios, sólo se trata de un impuesto moral que las corporaciones no democráticas deben pagar para considerarse democráticas o, al menos, tolerar y acomodarse a una sociedad compleja, contradictoria y relativamente abierta como todavía lo son algunas sociedades occidentales, fundamentalmente gracias a sus disidentes, aquellos que no se resignan a la idea de que los países tienen dueños, son ejércitos, tribus o sectas.

Basta con realizar un microexperimento compartiendo en las redes sociales cualqueria de las noticias de VOA . Los creadores masivos de opinión colectiva como Twitter no advierten, como en los otros casos de medios financiados por gobiernos no alineados (TeleSur de Venezuela, RT de Rusia o de algún medio público de China), que “este medio está financiado por el gobierno de...”

 

Es lo que se llama Prensa libre, la que, aparte de medios financiados por Washington, incluye otros conglomerados privados y más poderosos, libres de toda sospecha de poseer intereses especiales, como CNN, Fox News, y una larga lista de mercenarios creadores de la Libre Opinión del Pueblo --sea el pueblo que sea.

Jorge Majfud es escritor uruguayo-estadounidense.