Guillo Espel es un buen ejemplo del músico anfibio que se mueve con fluidez entre los vaivenes sonoros de este tiempo. Formado entre los códigos de las academias “clásicas” y los palos de las tradiciones populares, el guitarrista, arreglador y compositor, ha sabido orientar técnica e instinto en función de las mezclas que demanda una época en la que las fronteras entre los géneros se disuelven y los cruces se multiplican. Espel sostuvo proyectos sinfónicos de músicos del rock y del pop –David Lebón Sinfónico y Universo paralelo, de Abel Pintos, por ejemplo–, además de producir una innumerable cantidad de arreglos para artistas de variados credos estéticos. Al mismo tiempo, fue forjando una obra propia, con piezas sinfónicas y de cámara en las que las características múltiples de su formación convergen un estilo bien definido. Ese espíritu de aperturas y encuentros se refleja también en el Guillo Espel Cuarteto, un original laboratorio sonoro del que hace poco salió Souvenir, el trabajo que el músico presentará el viernes a la 21 en el recientemente reinaugurado Café Vinilo (Estados Unidos 2483).

Oscar Albrieu Roca en vibráfono, Damián Foretic en bandoneón y Pedro Carabajal en violoncello completan el cuarteto liderado per Espel desde la guitarra, los arreglos, la composición y la dirección musical. Una combinación instrumental poco común, que produce una música original, una especie de folklore de cámara, cuidadosamente escrito y tocado con la libertad necesaria. “Hace casi veinte años que trabajo con esta combinación de instrumentos y es increíble como fuimos creciendo juntos”, comenta Espel a Página/12. “Por un lado, todo este tiempo compartido ha creado una modalidad de trabajo, en el sentido que cuando compongo o arreglo se perfectamente para quienes lo estoy haciendo y eso hace que todo funcione enseguida. Al mismo tiempo, esa confianza me da grandes márgenes para la experimentación y eso me lleva a buscar siempre cosas nuevas, a abrir el juego hacia otros márgenes”, agrega Espel, que para la presentación de Café Vinilo activará el dispositivo “Plus 3 (cuasi septeto)”, con la participación de Guadalupe Farías Gómez (voz), Coti Moroni (clarinete y clarón) Ignacio Svachka (xilofón, glockenspiel y vibráfono), como invitados.

Souvenir es el quinto disco del cuarteto. Son diez obras unidas por el mismo gesto sonoro y al mismo tiempo distinguidas por un tratamiento particular, que hace de cada una un universo en sí. “Siento que este es un álbum que se diferencia de los anteriores del cuarteto. Por un lado, por cuestiones inevitables, como el paso del tiempo, pero también porque para estas músicas busqué trabajar minuciosamente sobre el aspecto tímbrico y formal. Dentro de cierta unidad estética, cada una tiene objetivos independientes respecto a las otras que componen el trabajo”, continua el compositor y agrega: “Fundamentalmente quería hacer un disco reproducible en vivo, aprovechar las ventajas de trabajar con un ingeniero de sonido como Ariel Gato y poder contar con numerosos invitados”.

Nicolás Guerschberg al piano en "Piedras sagradas", Fernando Ciancio con el flugelhorn en "Impersonation II", Agus Voltta que canta en "Hiedra al sol" -el tema de Spinetta-, la voz y el bombo legüero de Germán Gómez en "Piedras sagradas" y un quinteto de cuerdas integrado por Elías Gurevich, Humberto Ridolfi, Elízabeth Ridolfi, Pedro Carabajal y Horacio "Mono" Hurtado para "Cada día Julia" y "La viga del cielo", esta última cantada por Guadalupe Farías Gómez, son algunos de los invitados de un disco que comienza con “En el bosque”, una obra que en su delicada trama tímbrica introduce la voz de Silvia Hopenhayn -que también será parte en la presentación de Café Vinilo- leyendo en francés el poema “Correspondances”, de Charles Baudelaire. “Desde el principio había algo que me sonaba a francés en esa música y a la hora de grabarla pensé que podía ser interesante introducir una voz, pero que a través del texto trabajara como propiedad física, introduciendo alguna forma de extrañeza con su sonido. Pensé en una voz que a través del poema intercepte la música que está sonando, que de alguna manera moleste”, explica Espel, que en el cierre del disco rinde homenaje a Manolo Juárez, amigo y maestro, con una versión para guitarra sola de “Tarde de invierno”.

“La música de Souvenir me ha permitido, una vez más, reencontrarme con el espíritu de la canción, la que tiene texto, por supuesto, y también la canción sin palabras, esa forma que deriva del Romanticismo musical”, dice Espel. “El epicentro de mi música pasa por la canción, que al final de cuentas siento como uno de los articuladores más nobles de la música. Para mí es además el espacio desde donde arranqué, es la resonancia de un lugar emotivo al que siento la necesidad de volver continuamente”, asegura Espel y concluye: “Si a eso le sumo la idea de 'souvenir' como recuerdo, como algo traído de otro lugar para acordarse de ese lugar, al final todo cierra. De alguna manera estamos hechos de recuerdos, de vibraciones que traemos del pasado, se instalan en nuestro presente y nos convocan al futuro. En este sentido la vida, cómo la canción, es un 'souvenir' continuo”.