El español Rafael Nadal se medirá mañana ante el suizo Stan Wawrinka por su décimo título en el Abierto de tenis de Francia tras vencer ayer por 6-3, 6-4 y 6-0 al austríaco Dominic Thiem en dos horas y siete minutos.   Nadal, con 31 años recién cumplidos, se clasificó a su vigésimo segunda final de Grand Slam, la segunda consecutiva, y buscará su décimo quinto grande para desempatar con Pete Sampras en la segunda posición histórica y quedarse de nuevo a tres de Roger Federer.

El ex número uno se quedó además a un triunfo de convertirse en el primer tenista de la Era Abierta –desde 1968– en ganar diez veces el mismo Grand Slam. Sólo hay un precedente en la historia de la raqueta: los 11 Abiertos de Australia que conquistó Margaret Court entre 1960 y 1973.

Lo único que le separa ahora de semejantes registros es Wawrinka (15-3 en el historial), que ganó antes una batalla de cuatro horas y media al británico Andy Murray por 6-7 (6), 6-3, 5-7, 7-6 (3) y 6-1. El suizo es hasta el momento infalible en grandes finales: ganó las tres que jugó, incluida la del Abierto de Australia 2014 ante un Nadal lesionado de la espalda.

Había un enorme respeto en el equipo de Nadal hacia Thiem. Su juventud –23 años–, su trayectoria en los últimos meses –campeón en Río de Janeiro y finales en Madrid y Barcelona–, la potencia de sus golpes y sobre todo el triunfo en Roma ante el español hace dos semanas eran razones más que suficientes para temer al austríaco. Número siete del ranking, Thiem alcanzó en París su segunda semifinal de Grand Slam sin ceder un solo set y con un imponente triunfo en cuartos ante Novak Djokovic, el defensor del título, al que le endosó incluso un 6-0. Palabras mayores.

Nadal también venía lanzado. Y cuando el español se siente con confianza, es prácticamente imposible derrotarlo al mejor de cinco sets en arcilla. Con esas variables sólo perdió dos partidos en su carrera, en 2009 y en 2014. Thiem era el primer rival de calado al que se enfrentó Nadal en Roland Garros, el primero al que se le suponían posibilidades serias de derrotarlo. No en vano, el austríaco era y es el único tenista que sabe lo que es ganar a Nadal este año en la superficie más lenta del circuito.

En un estadio Phlippe Chatrier abarrotado, ayer fue Thiem el que golpeó primero. Break de entrada para el austríaco, pero su rival se lo devolvió de inmediato. Arrancó el partido con los dos tenistas temblorosos al servicio. Con 1-1, Nadal salvó dos pelotas de break y al juego siguiente volvió a romper a Thiem. A partir de ahí, el español se hizo el amo de la cancha. El austríaco, quizás agobiado por el marcador, quizás por verse atrás en el marcador desde el inicio, empezó a arriesgar más de la cuenta. Acabó con 34 errores no forzados, su cifra más alta de todo el torneo. 

Al contrario, Nadal era todo calma en los momentos de tensión. A las ocho oportunidades de break que concedió respondió con siete primeros saques.

Tras perder la primera manga en 47 minutos, Thiem disfrutó de dos pelotas de break para colocarse 2-0 y servicio en el inicio del segundo set, pero se encontró con dos winners de derecha de Nadal. Ahí se le escapó la última oportunidad. El austríaco sólo pudo hacer tres puntos en sus seis juegos siguientes al resto, lo que se tradujo en un 6-4 en el segundo set y en un 6-0 en el tercero.

El español alcanzó así la final de Roland Garros sin ceder un set, como ya hizo en 2007, 2008 y 2010. Además, lo hizo habiendo perdido tan sólo 29 juegos, lo que supone la segunda mejor trayectoria de un tenista camino de una final de Grand Slam. El récord son los 27 de Bjorn Borg en el Roland Garros de 1978.