Juno

El mes de junio toma su nombre de la diosa romana Juno. En La Eneida es la enemiga de Eneas y de los troyanos; celosa de Paris que no la eligió, provoca vientos junto a Eolo, empuja las barcas de Eneas y los suyos hasta que se pierden en el mar, bajo la complaciente mirada de Júpiter.

Kohan/Gusmán

La novela de Martín Kohan: Dos veces junio lleva un epígrafe extraído de un cuento de Luis Gusmán (“Un dios aparte”). Dice así: “En junio murió Gardel, en junio bombardearon la Plaza de Mayo. Junio es un mes trágico para los que vivimos en este país”. Lector de Joyce, Gusmán agrega a la lista el comienzo del Ulises.

Mundial

Salimos cuando empezó el partido. No recuerdo bien por qué ni para qué. Muchas veces salir con mis padres no tenía un objetivo concreto. Podíamos andar por la ciudad durante un buen rato, como si le diéramos tiempo a alguien para que terminara una faena en casa mientras estábamos ausentes. No podía ocultar mi fastidio. Oíamos el partido en la radio del coche. Ese sábado 10 de junio la selección argentina perdería 1 a 0 con Italia. Volvimos a casa cuando faltaban diez minutos; parado frente a la puerta enorme, espero impaciente que mi madre encuentre las llaves y abra; para ir corriendo a encender el televisor y hacer fuerza por el empate.

El hombre de Tacuarembó

En un texto olvidado (Un tango para Gardel) de un escritor olvidado (Pedro Orgambide) se novela la tarde del 24 de junio de 1935 en el aeródromo “El Techo” de Medellín, Colombia. Hay una sombra en la pista, un gaucho cubierto de un poncho negro. Es el hombre que asistió en el nacimiento del cantor y guardó bajó siete sellos el misterio de su identidad. Gardel lo llamaba “el hombre de Tacuarembó”. Lo andaba buscando, le siguió la pista hasta la Banda Oriental. Su negra figura, segundos antes del accidente que le costará la vida, no se debe entender como un aparecido. Es una metáfora, un signo de la vida y de la muerte. De la misma forma en que Juno cifra la existencia y decide los destinos de los héroes según sus designios y caprichos.

16 de junio de 1955

Del extrañamiento ante la falta de recepción en el arte argentino de los fatídicos bombardeos de Plazo de Mayo, sale una obra del pintor Daniel Santoro que es como nuestro Guernica. Durante mucho tiempo este hecho vergonzoso permaneció oculto de la escena, de los documentos y de las efemérides de la historia nacional. Semejante olvido exige un enorme poder de silencio. Se trata de esconder y omitir. O peor, atribuir a las víctimas— los hombres, mujeres y niños muertos— la culpa de los victimarios por “lo que les obligaron a hacer”. Un horror que costó la vida de cientos de argentinos en una maniobra de guerra (el bautismo de fuego de la fuerza área) ejecutada sobre un objetivo civil. Ahora, recién ahora, comenzamos a tornar visible su conciencia. El “Guernica” de Daniel Santoro con sus caídos, sus sirenas y su caos, está allí para que podamos re-conocer-nos.

Dublín

Ulises es una novela que ocurre en un solo día: el jueves 16 de junio de 1904, en la ciudad de Dublín. ¿Por qué ese día? Quizá como homenaje a la fecha en que se conocieron Joyce y su futura esposa, Nora. Jueves, signo de Júpiter. La epopeya de Leopold Bloom es similar a la de Homero -modelo de Virgilio para La Eneida- en la medida en que el héroe vaga entre avatares para volver a casa. Joyce inventó varias cosas con este texto: el derrotero urbano sin guía turístico, el flujo de la conciencia o lenguaje de la mente como recurso narrativo, y la ilegibilidad como forma. A su modo, la dificultad de su lectura está en tener las cosas de frente y no poder verlas. O -como ocurre en la novela de Kohan y en los ausentes artistas que escamotearon los bombardeos y las dictaduras- querer negar lo que se ve y se sabe.

Algunos colegas y amigos de Joyce -por ejemplo Italo Svevo- se sintieron inquietos frente a esta obra. Jung, gran lector de símbolos, ha dicho: “Se lee y se cree comprender lo que se lee… Joyce ha excitado mi indignación… enfrentó al lector con su propia tontería”.

Más práctico, Hitchcock quiso filmar el Ulises. Una cinta de 24 horas que exhiba todos los movimientos de la ciudad y, poco a poco, sobre el final, mostrar el interior, detenerse en la basura, en lo que se arroja a las cloacas.

Padres

Mi viejo no era muy tanguero. Pero en casa había un disco de Gardel. A mí me gustaba cantar encima del disco. Fui aprendiendo las letras y las arremetía con la inflexión y la “erre” operística de Carlitos, aunque no entendiera mucho algunas palabras. Me acuerdo del tango: “Sus ojos se cerraron” y del cantor en el cine, actuándolo (primeros videos clips) con el drama y el dolor de la muerte.

Me gusta más el Gardel de la ancha sonrisa, a lo Perón. Padres colectivos, proveedores de esperanzas y encantos para sus hijos: el pueblo. También en junio hay un día para los padres, para que los hijos nos acordemos de los padres.

6 de junio de 2011

Mi madre me venía hablando del miedo a la soledad. No era miedo a vivir sola, sino a morir sola. Lo comprendí más tarde. En un frío mes de junio mientras esperaba el desenlace. Que venga la muerte piadosa y que pueda yo llegar a tiempo en ese momento final para estar junto a mi madre.

Juno, otra vez

El centón de junio se despliega ante nuestros ojos como una genealogía. Se repite cada vez que suena el viento y arrastra la velada nostalgia; ecos del pacto antiguo de Júpiter, que dejó a la diosa hacer a su antojo.

Es que Juno siempre juega a borrarnos y a desconocernos.