Entre las páginas del charango argentino, son diversos los nombres de quienes han difundido y reivindicado ese instrumento. Sin dudas, uno de los más resonantes es el de Rolando Goldman.

Con una extensa carrera ligada a los paisajes de raíz, el también escritor, docente; y creador y director de la Orquesta Argentina de Charangos estará entre hoy y mañana en la provincia para reflexionar en torno de la política cultural. Más aun, concretará un concierto junto a la sinfónica salteña, que se pausó a partir de la crisis sanitaria.

En primer lugar, Goldman, quien es miembro titular de la Academia Nacional del Folklore de la República Argentina, presentará su libro más reciente junto a Juan Martín Leguizamón. La cita tendrá lugar hoy a las 19 en la sede de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Salta (OSIJS), ubicada en20 de Febrero 64. La actividad es abierta y gratuita, para todo público y con inscripción en https://forms.gle/qVmuoMSSfvfkZnig8

Asimismo, mañana jueves 7 de julio a las 21, actuará como solista en el concierto que ofrecerá la Orquesta Sinfónica de Salta en el Teatro Provincial (Zuviría 70) Allí, como parte del repertorio integrado por obras de compositores argentinos, se estrenará el “Concierto del Meridiano”, del platense Pablo Loudet. La entrada es gratuita con reserva previa al mail [email protected]

En ese contexto, el charanguista abre el diálogo y analiza su labor como creador del Programa de Orquestas Infantiles y Juveniles, el impacto de las redes sociales en un borramiento de la historia y otras cuestiones. Además, asegura que “nunca lo que se hace en el arte es neutro” y destaca “la enorme solidaridad de nuestro pueblo” como “aspecto muy valioso de nuestra cultura”.

-Ya ha trabajado con el cuerpo sinfónico de la provincia, ¿cuáles son sus expectativas al respecto?

-Se trata de un encuentro que fue postergado un par de años desde que intentamos generarlo. Recibí una invitación de la maestra Yeny Delgado en el año 2019 para hacer un concierto con la Orquesta al año siguiente, pero por motivos que conocemos de sobra, tuvimos que suspenderlo. De modo que, como una manera de recuperar el tiempo perdido, nos encontraremos mañana con el público salteño.

Se trata entonces de un regreso ansiado. En el año 2009 tuve oportunidad de compartir con la Orquesta dos conciertos en los cuales fuimos con Juan Falú en carácter de solistas. Y desde entonces, a partir de aquella muy grata experiencia, siempre quise volver.

-¿Qué sensaciones le genera ese estreno? ¿qué destacaría de la pieza?

-Es una obra muy interesante, en varios aspectos. En palabras del propio compositor, el maestro Pablo Loudet: “la obra toma como punto de partida algunas especies de la música argentina y sudamericana. Se construye desde el protagonismo del charango, que conduce todo el desarrollo a partir del uso de recursos instrumentales típicos junto a otros más experimentales cercanos a las llamadas 'técnicas extendidas'. Instrumento solista y orquesta, avanzan en el discurso musical empleando el estilo concertante”.

Para mí, esto implica un nuevo desafío, por las técnicas extendidas, que son empleadas por primera vez en una obra para charango.

-Esta tarde, Juan Leguizamón presentará su libro “¿Gestión cultural o Política cultural? Aportes posibles hacia la construcción del trabajo en el terreno de la cultura". Allí reivindica la política cultural por sobre la gestión cultural, ¿una gestión significativa de la cultura no debería incluir a la política y viceversa?

-El título pretende plantear una suerte de interpelación, a partir de la cual propongo una mirada crítica en el lenguaje empleado en el micro mundo de la llamada “gestión cultural”. Considero que hablar de gestión o administración cultural, implica una supuesta mirada falsamente desideologizada del trabajo en el terreno de la política cultural. Y más allá de esa cuestión si se quiere semántica, es cierto que el trabajo implica necesariamente un desarrollo de gestión, que considero válido a partir de poder discernir esa mirada crítica. Y en esa línea hay diversos conceptos que pongo en cuestión. Uno de ellos es el de la universalidad de las grandes obras. Cuando se hable de la literatura, la música o la pintura universal, en realidad, sólo se incluye en esa categoría a la que proviene de Europa occidental y en un período determinado (anterior al Siglo XX). La obra de Guayasamín, o de Gustavo Leguizamón, no podría ser considerada como parte de la cultura universal. En cambio sí podrían lograr esa categoría supuestamente superior aquellas obras de artistas que en Europa lo asuman como válidos. Acaso Piazzolla pueda en algún momento integrar ese selecto “universo”. Es necesario aclarar que no pretendo criticar el carácter monumental y maravilloso de las obras de Mozart, Shakespeare o Leonardo da Vinci, sino llamar la atención sobre quién y cómo decide qué es la verdadera cultura.

-También plantea que "La cultura y el arte constituyen escenarios de disputa", ¿cuáles son las tensiones más grandes que detecta en esos territorios?

-La cultura puede ser utilizada para mantener el statu quo o para transformar la realidad. Nunca lo que se hace en el arte es neutro. Los procesos sociales suelen ser acompañados por manifestaciones artísticas y culturales que plantean esa disputa, y los avances y retrocesos sociales tienen su correlato en ese terreno.

-En el prólogo, Juan Falú plantea que se busca “la supresión de la memoria". Dado que este volumen se editó en 2019, ¿observa algún cambio sobre este punto o la amenaza sigue vigente?

-Hace un tiempo noté que en algunas redes sociales aparece un segmento llamado “tu historia”. Y esa historia de cada una y cada uno tiene una vigencia de sólo 24 horas. Llamar a eso historia es deliberado e implica una intención de la supresión de la memoria. Por lo tanto sigue siendo, si encuentro algún cambio es el de la profundización de esa amenaza.

-Fue parte de la Fundación Música Esperanza y de la Asociación Músicos sin Fronteras, En ese sentido, ¿diría que, en general, la salida es colectiva?

-Por supuesto. Hace un par de años en casi todo el mundo se decía que de la pandemia saldríamos mejores. Eso era más una expresión de deseos que un diagnóstico de la realidad. Ya cuando se comenzó a plantear la liberación de las patentes de las vacunas, pudimos ver que la desigualdad aumentaba en forma exponencial. Hay cada vez ricos más ricos y pobres más pobres. Para cambiar la realidad, la salida debe ser colectiva, seguramente con grandes tensiones. Y para que paguen los que más tienen, habrá que exigirlo de diversas maneras. No creo que los que se enriquecieron vayan a entregar sus fortunas de manera voluntaria. Pero es necesario hacer de este mundo un lugar para que lo habiten todos y todas.

-En 2006 impulsó el Programa de Orquestas Infantiles y Juveniles ¿cuál es su balance a más de 15 años de su creación?

-Ha habido un crecimiento en los primeros años, y una cierta parálisis durante el anterior gobierno nacional. En la actualidad se vuelve a notar un importante resurgimiento de nuevas orquestas, impulsado por áreas estatales municipales, provinciales y nacionales, a las cuales se suman actualmente los movimientos sociales en el interés por crear y sostener nuevas orquestas. Esto último implica un nuevo e interesante escenario.

-¿Cómo repercutió la pandemia en estas formaciones y en la Orquesta argentina de charangos?

-De la misma manera que al resto del mundo. Fue una etapa muy dura, muy difícil. Los músicos no pudimos trabajar durante todo ese tiempo. En el comienzo de la entrevista te contaba que el concierto de este jueves, debió hacerse hace dos años. Eso mismo sucedió con toda nuestra actividad. Y en el caso de las orquestas infantiles y juveniles, ha habido un gran esfuerzo por parte de los directores y docentes, quienes en muchos casos estuvieron repartiendo comida en los barrios populares donde funcionan las orquestas. La contracara de lo que decía hace un rato fue la enorme solidaridad de nuestro pueblo, que siempre aparece en los momentos más difíciles. Y ese es también un aspecto muy valioso de nuestra cultura.

-Actualmente coordina un espacio en el que el Ministerio de Cultura de la Nación desarrolla actividades artísticas en barriadas populares ¿cuál es su rol específico allí y cuáles han sido los impactos de esa labor en el tejido social?

-Con la intención de volver a dar impulso a algunos de los programas creados entre 2004 y 2009, he sido convocado para trabajar en las áreas de arte con fábricas y cooperativas, cárceles y fundamentalmente el Programa Social de Orquestas Infantiles y Juveniles. Es fundamental el compromiso que encontramos por parte de todas las áreas involucradas, desde los barrios donde funcionan las orquestas, sus integrantes, familiares, docentes, autoridades, hasta las autoridades del propio Ministerio de Cultura de la Nación. El ministro Tristán Bauer es un entusiasta defensor de las orquestas, y es muy fácil ver el impulso con el que ha impregnado nuestro trabajo. Cuando llegamos al ministerio, a comienzos de 2020 había 60 orquestas vinculadas a nuestro Programa en todo el país, hoy hay 90, y estamos trabajando para que a fines de este año, haya 120 orquestas.

-¿Cómo continúa su agenda en 2022?

-Hay varios conciertos en vista. Y como con la Orquesta Argentina de Charangos cumplimos 10 años, para celebrarlo estamos organizando un Congreso Internacional del Charango, que haremos a fines de agosto, con la presencia de colegas de Argentina, Bolivia, Chile y Perú. Estamos muy entusiasmados con esta celebración