El juicio por abuso sexual contra el productor de moda Pablo Rangeón, se inició con el relato de una de las denunciantes. La mujer, que ahora tiene 34 años, contó que fue violada por este hombre desde 2012 hasta 2016; que la sometía mediante golpes, amenazas, y manipulaciones, en momentos en que ella estaba en una situación de vulnerabilidad, sin trabajo y sin hogar, circunstancias que el ahora acusado aprovechó.

Después de escuchar este testimonio, Rangeón decidió declarar. Su estrategia defensiva consistió en decir que fue pareja de la joven y que tenían una "relación tóxica".

La denunciante relató que conoció al productor en 2010 en el boliche “Club 21”. Luego ella le pidió trabajo y de esa forma empezó un vínculo "laboral" y de "amistad" pero "no sentimental". Ella se desempeñaba como promotora y era requerida por Rangeón para acompañarlo a "hacer presencia" en boliches en horario nocturno, como parte de "las relaciones públicas".

La joven tenía una hija de dos años por entonces, y vivía con sus tíxs, con quienes empezó a tener problemas porque llegaba tarde, y cuando quiso dejar el trabajo con Rangeón por ese motivo, él le ofreció un puesto estable aunque nunca la empleó de forma registrada. También le propuso que se mudara a un monoambiente que el productor tenía por la calle General Guemes de la ciudad de Salta y que sólo usaba para guardar cosas o decansar porque vivía en el barrio Castañares.

La joven dijo que aceptó mudarse a ese lugar y que arregló con Rangeón que ella pagaría un porcentaje del alquiler porque él seguiría guardando cosas ahí. Refirió que hasta ese momento tenía mucha confianza en él porque se mostraba como una persona muy solidaria con ella. Sin embargo, luego empezó a sentirse molesta, porque Rangeón entraba cuando quería al monoambiente, como dueño de casa y le incomodaba porque ingresaba cuando se estaba bañando o durmiendo.

Después comenzó a mostrarse agresivo con ella, señaló que no podía decir que "no" cuando la llamaba para que como parte de su trabajo lo acompañe de noche los fines de semana, que si se rehusaba "era una ofensa para él" y la amenazaba con cortarle los trabajos. Y añadió que cuando lo acompañaba, al día siguiente no se acordaba de nada y empezó a darse cuenta de que algo pasaba, Rangeón le decía: "Es que vos tomás mucho alcohol". "Yo conocía mi cuerpo, algo raro pasaba", dijo. Por eso dejó de tomar, tratando de que no se notara, y se dio cuenta de que Rangeón tocaba a las chicas.

La denunciante relató que la primera violación fue cometida en 2012, en el monoambiente de la calle Guemes, cuando le dijo que no quería seguir trabajando con él. “Él se ponía agresivo, levantaba la voz. Era muy determinante en lo que él quería. Discutimos, me pegó una cachetada, me tiró a la cama y me abusó”, sostuvo. “Me decía cosas asquerosas en el oído, que no las puedo repetir”, añadió. Contó que quedó en estado de shock, que desde ese momento el productor “era una persona que no podía reconocer”. Después Rangeón hacía de cuenta que no había pasado nada, "minimizaba todo", le decía que no era para tanto, “¿nunca viste una pija?, ya sos mamá, ya tuviste sexo otras veces”. Cuando le decía que lo iba a denunciar, le mostraba “fotos de gente política”. Y empezó amenazando con hacer que le quitaran la tenencia de su hija, con que se quedaría en la calle y no trabajara nunca más. La joven dijo que tenía miedo y se quedó.

“Siempre después de un golpe, venía un abuso”, manifestó la joven, dando cuenta de la violencia sistemática y continuada que sufrió. "Me golpeaba y quería que sonría después, me lo hacía saber con golpes y abusos”, relató.

La joven refirió que una vez en 2012 Rangeón la golpeó y luego le llevó un médico que tenía confianza con él. Después él volvió borracho y muy violento, “me golpeó muy fuerte, me abusó y se fue”. Al otro día regresó y la encontró muy mal, dolorida. La llevó al hospital, donde le dijeron que estaba sufriendo un aborto y le hicieron un legrado. Dijo que no habló con él de esto, que estaba shockeada y no podía creer lo que estaba viviendo. "Él siempre que me abusaba no se cuidaba, me hacía tomar la pastilla del día después (…) todo el tiempo", también contó que no la dejaba tomar pastillas anticonceptivas porque le decía que la iban a engordar.

La denunciante relató que en otra situación Rangeón la abusó y le quebró los dedos. También se refirió a otro episodio mientras estaban en el vip de un boliche en que el acusado la "golpeó toda la noche", le pellizcaba la espalda, le pegaba piñas y la mordía. Una chica se dio cuenta de la situación y le dijo que se quedara con ella. Rangeón se fue. Luego volvió y la mordió “casi me arranca un pedazo de piel, me sangró la oreja”, aunque la otra chica la llevó a su casa; entonces Rangeón le enviaba mensajes diciéndole “hija de puta no te vas a salir con la tuya”.

La denunciante aseguró que los abusos eran constantes, de maneras muy violentas y algunas veces delante de su hija, a la que siempre trataba mal, la insultaba.

La estrategia de la difamación

"Me di cuenta que desde el primer día él trataba que la gente piense mal de mí", relató la denunciante. Dijo que Rangeón se refería a ella como la "putita de mierda", "la loca".

Relató que cuando hacían una promoción a un político, Rangeón generaba conflictos, inventando que ella hablaba mal de otras chicas y viceversa, para enfrentarlas. Por estos entredichos una chica quiso pegarle, pero se mostraron los mensajes que tenían en sus teléfonos y descubrieron que "él armaba esas peleas".

Por otro lado, la denunciante aseguró que Rangeón se adueñó de su teléfono, le cambió las claves y hacía publicaciones en su nombre. Detalló que le hacía regalos, y subía fotos con expresiones "gracias mi amor Pablo Rangeón por este regalo". Que la obligaba a tomarse fotos. A la vez, le decía a otras personas que ella "estaba loca, que estaba obsesionada con él".

La joven consideró que para 2016, al verla tan sometida, "ya ni le llamaba la atención" a Rangeón. Él estaba de novio con una chica menor de edad y la echó del departamento. Le ordenó que le llevara le llevara unos papeles al barrio El Huaico, que le daría una plata y que fuera lo más tarde que pudiera. Ella fue en colectivo, tocó el portero pero nadie la atendió, como no tenía más plata para pagar el colectivo de regreso, se quedó esperando. No supo cuántas horas pasaron cuando vio una luz en el departamento de Rangeón, volvió a tocar y luego supo que él llamó a la policía y la llevaron detenida porque esa misma tarde la había denunciado y ahora la acusaba de haber violado una orden de restricción.

La denunciante añadió que después tuvo la ayuda de otra mujer que la llevó a ella y a su hija a vivir en su casa, la ayudó también a sanar la situación que había vivido y decidió cerrar esa etapa y seguir con su vida.

Al tiempo, al salir de un boliche como a las 5 de la madrugada, Rangeón la agarró de atrás, ella le arrojó el líquido del vaso en la cara. Y como ella exhibió una medida perimetral que tenía a su favor, lo sacaron. Pero luego lo encontraba siempre en los eventos en los que ella trabajaba como promotora. “Siempre se encargaba de que yo sepa que él estaba ahí, pasaba cerca, gritaba eufórico, tenía el teléfono filmando”. 

En 2021 su hija le contó que una compañera iba a comenzar modelaje con Rangéon. “Sentí mucha angustia”, contó; entonces decidió escribirlo en facebook, en 10 renglones, y a la hora tenía 50 mensajes; a los tres días, 300, “chicas que me contaban que él las había abusado (…) las había drogado y violado".

Referencias a Dios y a políticos 

Rangeón empezó recriminando que por estas denuncias "hablaron iniquidades" de su familia, que perdió su "honor y nombre"; advirtió que los medios "deberán probar todo lo que dijeron". "El señor Dios y Jesús" saben bien quién es él, aseguró. "Gente del gobierno también pagó por esto", sostuvo refiriéndose a que supuestamente lo quieren preso.

Y recurriendo al cliché se definió "absolutamente feminista", que trabajó 20 años con mujeres, y hasta tiene amigas feministas. Luego se contradijo al asegurar que hay mujeres que lo apoyan pero que no lo exponen por temor a las "pañuelos verdes". Y al final dijo que confía en la justicia y que no sabe de feminismo o de patriarcado.

El promotor sostuvo que en 2018 la denunciante le dijo que lo iba "a escrachar en los medios". "Niego (las acusaciones) y me declaro inocente", afirmó. Y lanzó una frase esclarecedora en más de un sentido: "Prefiero aceptar que fui un tóxico y no un abusador". Enseguida intentó probar que tuvo una relación de pareja con la denunciante, a quien, sin embargo, todo el tiempo denigró incluso tratándola hasta de prostituta y drogadicta. Aseguró que la joven se volvió celosa y absorbente cuando descubrió una infidelidad suya.

Por otro lado, cuestionó el gasto del Estado en investigar esta causa que, él sostiene, parte de una denuncia falsa. También cuestionó que la justicia haya pagado el pasaje desde Buenos Aires a la psicóloga Analía Boscato, quien hizo un informe pericial sobre la denunciante y es su terapeuta.

Además, reprochó que por esta denuncia le sacaron un reconocimiento del Concejo Deliberante. Dijo que trabajó en las gestiones de los tres últimos gobernadores, también con la intendencia y con el Concejo deliberante. "Saben las veces que me llamaron políticos de la primera línea o de la segunda para pedirme prostitutas", lanzó. Por las dudas, aclaró que les decía que no conocía o no podía. Y cerró con una advocación dirigida a las denunciantes: "Que Dios las perdone". La denunciante dijo que Rangeón usaba sus vínculos con políticos, “era la carta con la que él hacía tener miedo”, sostuvo.