Estamos produciendo seres enfermos para mantener lo que el sistema considera una economía sana. La globalización, sin otra cosa que hacer que haciendo pobres, amaneció en un mundo sin fronteras donde el modelo neoliberal ya no encontró obstáculo alguno para moverse sin complejos. El modelo económico de libre comercio es un apacible mercado desregulado, empecinado en la “jibarización” del Estado social, en la flexibilización laboral, y la reducción de impuestos a las clases adineradas. Ello bajo la sombra protectora de los territorios de baja tributación donde se refugian, a través de una finísima ingeniería financiera, elusores y evasores fiscales. Lo que el sociólogo Göran Therborn definió como paraísos “fecales” no fiscales, a “esa amable fiscalidad de las Caimán que alimenta los campos de extermino de la desigualdad”. Esa culpa en carne viva de doble nudo en el alma.

En ocasiones, el triunfo oculta la oscuridad del desasosiego. En el Mundial de Fútbol de Sudáfrica se “oficializaba” el romance de Gerard Piqué y Shakira. El jugador español se convertía en campeón del mundo y el “Waka Waka” de la cantante colombiana en el himno del certamen. Una frase de la canción auguraba lo que estaba por venir: “ahora vamos a por todo”, decía. Y vaya si fueron. Doce años después, los dos se encuentran acorralados por el Ministerio de Hacienda y la fiscalía.

Durante estos años sus carreras no han estado exentas de polémica. El sindicato español del Cuerpo Técnico de Hacienda de la Agencia Tributaria (Gestsha) considera que parte del patrimonio de la cantante fue gestionado por Piqué en operaciones entrecruzadas de opaca transparencia fiscal, a través de sociedades pantallas encaminadas a la evasión de impuestos en el paraíso fiscal de Andorra. El futbolista habría diversificado inversiones de la pareja a través de su empresa Kosmos Global Holding, dueño al 90% del Fútbol Club Andorra y principal promotor de la Copa Davis de tenis. 

El Holding lidera el proyecto futbolístico a través de una sociedad anónima deportiva amparada en la nueva Ley del Deporte del país andorrano. Hace apenas unas semanas, la Audiencia de Barcelona desestimaba el último recurso de la cantante, y confirmaba el auto judicial que concluye que existen indicios de fraude a la Hacienda Pública por valor de 14,5 millones de euros. Según el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Esplugues de Llobregat (Barcelona), Shakira se enfrenta a seis delitos fiscales que pueden provocar su ingreso en prisión. Voces cercanas a la fiscalía consideran que la adquisición del equipo de fútbol estaría detrás de un supuesto lavado de dinero y de evasión de impuestos. 

La Agencia Tributaria española le impuso al jugador “blaugrana” una multa de 2,1 millones de euro por evasión fiscal, por sus derechos de imagen. En diciembre de 2021, el Tribunal Supremo anuló el requerimiento por defecto de forma. En los últimos meses Piqué se vio involucrado en un grave escándalo junto al presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, por unos audios en el que se le señalaba por recibir una comisión de 4 millones de euros por trasladar la Supercopa de España a Arabía Saudí. Resulta insólito que un jugador en activo realice negocios de intermediario con el presidente de una Federación, eso que Max Weber llamaba “la irracionalidad ética del mundo”.

Vivimos ya en un mundo sin textura, en esa admirable habilidad humana para edificar desigualdades. Un mundo cansado, con el mismo cansancio que una recién parida, donde la decencia y el compromiso es una elección de cada mañana. Un mundo que respira boca abajo, y parece atesorar una desolada desdicha endémica.

(*) Ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón del Mundo Tokio 1979.