Durante quince años, la Policía Federal (PFA) tuvo infiltrado a uno de sus integrantes en la comunidad judía. José Pérez pasó a ser conocido como “Iosi” y escaló dentro de las instituciones comunitarias. Ingresó a lugares donde ningún otro agente había ingresado y pasó información. Mucha información. Un día se dio cuenta de que aquello que informaba a sus superiores podría haber sido útil para el atentado a la embajada de Israel y el ataque terrorista a la AMIA. Se arrepintió, declaró e ingresó al programa de protección de testigos. Su historia es claramente un thriller que recorre la escena política y judicial de la Argentina democrática –tanto que se convirtió en serie en la plataforma Amazon Prime–. Pero el organismo al que pertenecía dentro de la PFA sigue siendo hasta ahora un misterio. Al cumplirse 28 años del atentado a la AMIA, el Frente de Izquierda y de Trabajadores Unidad presentó un proyecto de ley para disolver el lúgubre Cuerpo de Informaciones y que sus archivos pasen a manos de la Cámara de Diputados.
La estructura de inteligencia de la PFA se empezó a conformar durante la presidencia de Juan Domingo Perón, pero fue recién en 1958 cuando se dictó el decreto secreto 2075 que cristalizaba su creación. En 1963, se aprobó la ley orgánica del Cuerpo de Informaciones de la Policía Federal y, cuatro años más tarde, se reglamentó. Entre otras cosas, esas normas sostienen que el Cuerpo debe regirse por el secreto y que sus agentes pueden incluso tener un empleo en una repartición de la administración pública para ser usado como pantalla. La regla es que no pueden decir que son espías de la PFA.
“Pasan los años y el Cuerpo de Informaciones sigue estando totalmente oculto. La SIDE cada tanto cobra notoriedad pero este cuerpo de espías permanece intocable sin que nadie dé explicaciones”, le dice a Página/12 la diputada Myriam Bregman, que junto a sus compañeros del FIT Nicolás del Caño, Romina del Plá y Alejandro Vilca presentaron el proyector para que el Cuerpo de Informaciones deje de existir y que todos sus archivos –incluída una nómina de sus integrantes– pasen a la órbita de la Cámara de Diputados.
“Sabemos poco y nada del Cuerpo de Informaciones, lo que sí sabemos es que las infiltraciones que llevaron a cabo tuvieron un claro componente político”, insiste Bregman. En el acto de la agrupación Memoria Activa por los 28 años del atentado, la directora ejecutiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Paula Litvachky, también reclamó que se transparente la actuación del Cuerpo de Informaciones.
Si bien “Iosi” –cuya historia reconstruyeron los periodistas Miriam Lewin y Horacio Lutzky– fue el único espía arrepentido de la inteligencia de la PFA, no es el único que tuvo su momento de fama. Hay algunos integrantes del Cuerpo de Informaciones que estuvieron en los centros clandestinos de la dictadura, como Juan Antonio del Cerro –”Colores”--, Pedro Santiago Godoy –”Calculín”--, Juan Carlos Mario Chacra u Oscar Rolón – “Soler”-- que actuaron, en su mayoría, en los centros clandestinos conocidos como Atlético, Banco y Olimpo. “Colores” también estuvo en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Carlos Francisco Villanova –conocido como “Gordo 1”-- fue uno de los torturadores más recordados de Campo de Mayo.
En democracia, los “plumas”--como se conoce a los integrantes del Cuerpo de Informaciones– protagonizaron algunos escándalos, particularmente hacia finales de la década de 1990. Para entonces, se supo que Claudio Lifschitz, el prosecretario de Juan José Galeano –el juez de la causa AMIA–, era uno de los integrantes del Cuerpo. En la Legislatura porteña todavía recuerdan el escándalo que rodeó la revelación de que la jefa de despacho y pareja de Miguel Doy, mano derecha de Gustavo Béliz, era integrante del Cuerpo de Inteligencia. Otro “pluma” bastante conocido fue el espía Ciro James, que era quien pasaba a buscar desde la oficina de las escuchas de la entonces Secretaría de Inteligencia (SI) las interceptaciones telefónicas al cuñado de Mauricio Macri y a Sergio Burstein, familiar de una de las víctimas de la AMIA. James se comunicaba después con quien había sido uno de sus superiores en la PFA y después había pasado a liderar la Policía Metropolitana, Jorge “Fino” Palacios. Por esas escuchas ilegales, Macri asumió la presidencia procesado.
En 2013, estalló un verdadero escándalo cuando se reveló que Américo Balbuena había estado infiltrado durante más de diez años en la agencia de comunicación alternativa Rodolfo Walsh. Balbuena había ingresado al Cuerpo antes del final de la dictadura y, para el momento en que se conoció su infiltración, revistaba en la División Análisis del organismo. Bregman y su colega Matías Aufieri son los abogados que llevan adelante la querella en esa causa que aún espera ser llevada a juicio. En 2016, la exministra de Seguridad Nilda Garré y otros diputados del entonces Frente para la Victoria también impulsaron el cierre del Cuerpo de Informaciones.